30.4.11

Feliz Día de la Madre


El domingo es el día de la madre. 
Perspicaz que es una, eh!. 
Por supuesto, días antes (¿semanas?) hemos podido ver marquesinas, revistas e intermedios televisivos recordándonos mediante anuncios que si quieres a tu madre de verdad de verdad tienes que comprarle algo. 

Pero me llama la atención en lo que he caído en la cuenta este año y no sé si habré sido yo, que con mi natural despistado un día reparo en algo y me parece lo más aunque lleve ya meses en conocimiento del resto de humanos, o es que verdaderamente se ha producido un cambio. 

Por lo que yo considero primera vez he visto más cantidad de anuncios de la industria cosmética orientados a que sus productos constituyan el objeto regalado a la señoras que nos traen al mundo. 
Me ha llamado la atención porque en impacto visual deben de ser poco útiles. 

Las mujeres que los protagonizan son mujeres que a día de hoy es imposible que sean madres: son féminas de 20 años, perfectas, delgadas, sin arrugas, sonrientes y complacidas. 

He dicho que es imposible porque en la sociedad que vivimos y en la situación económica en la que estamos es bastante difícil que una mujer de estas características sea madre, como no sea de penalti, porque tenga la suerte de no necesitar preocuparse por el futuro o porque tenga muchas ganas de tener hijos y se ponga una venda en los ojos. 
Siendo el trabajo tan precario y habiendo la discrimación encubierta que hay con respecto al estado de maternidad en el mercado laboral la mayoría de las mujeres se piensa muy mucho en qué momento ser madre. (O no, pero al menos es la impresión que yo tengo.)

 Y si existen mujeres reales que reunan todos esos requisitos externos que se ven en los anuncios dudo mucho que tengan perennemente puesta esa sonrisa de felicidad absoluta en sus rostros. Más bien saldrá a flote cuando vean que todos sus esfuerzos y sus carreras a contrarreloj diarias quedan compensadas al disfrutar de ver crecer ese proyecto tan importante que es tener hij@s.


Creo que sería mucho más eficaz en términos de marketing una publicidad con mujeres reales donde tengan cabida estas mujeres fantásticas, pero también señoras que no disponen de tiempo o posibles para mantenerse en su peso ideal, combatir la arruga, o terminar el día con esa sonrisa de señoras perfectas que nunca sudan, ni se despeinan ni su maquillaje pierde lustre al final del día.


La razón de que no sea así quizás es que hay que vender sueños. Pero a veces es necesario que te puedas identificar con ellos.

En cualquier caso os deseo a todas las madres que tratáis de hacer posibles e imposibles para que las personas que os rodean sean felices que disfrutéis enormemente de ese día -y de todos los días- con vuestros hij@s, familiares, amig@s...que os lo merecéis.


29.4.11

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28.4.11

Devorador@s de historias: Mutts

Hoy Devorador@s... debería llamarse Devorador@s de imágenes porque no está dedicado a un libro sino a un cómic.

He de decir que yo he sido tardía leyendo comics -o tebeos- y aunque la edad no me impide leérmelos ahora, miedo me da porque cuando cojo algo no lo suelto y en casa ya no me queda tanto sitio para hacer colecciones.
Por supuesto que de pequeña he leído Zipi Zape, El Botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilio, Rompetechos y Mortadelo y Filemón, entre otros; digamos que he sido más de producción nacional pero porque eran los que caían en mis manos.

Mutts llegó a mi conocimiento por casualidad. Creo que hace dos años aproximadamente. 
Estábamos Pelotillo y yo en Fnac mirando otras cosas, quizás buscando un regalo para alguien, y nos encontrábamos en la sección de goodies (bonito nombre pero claro, ch*m*n*d*s no parece que suene mejor) cuando vi una cajita rectangular con unos personajillos -los del cómic- que me llamaron la atención. Me transmitían algo. Allí estaban Mooch, Earl y unos tres más que no recuerdo porque no supe identificar. Me quedé con el nombre y lo busqué por internet.
Encontré la página de Mutts y su autor, Patrick McDonnell.
En seguida me enganchó todo: el humor irónico a veces, los juegos de palabras y sentidos, la forma tan graciosa en que representa los caracteres de gatos y perros, esa psicología tan particular que los que convivimos estrechamente con estos animales identificamos tan bien, pero siempre presentados desde la ternura y el respeto al mundo animal.
Por si fuera necesario algo más para hacerme fan incondicional Patrick McDonnell -también sus historias- colaboran en eventos relacionados con la promoción de la adopción de animales de compañía -en vez de la compra-, el cuidado del medioambiente y de los animales, homenajes a personas que han hecho cosas importantes por otras especies, como Jane Goodall, etc. También ha colaborado con otros autores ilustrando libros con sus personajes, como Guardians of Being, The Gift of Nothing, etc proporcionando un agradable motivo para la reflexión.

Sin falta me suscribí por correo electrónico y aunque las tiras llegan desfasadas de fecha no me importa porque sin mi historieta diaria de Mutts el día ya no empieza tan bien.
La pena es que al encontrarme fuera de su ámbito geográfico no puedo acceder a la impresión de las viñetas con motivo de fechas señaladas, o a otras promociones especiales.

Como información adicional decir que Earl, el cánido protagonista de la viñeta, estaba inspirado en el propio perro de Patrick. Este perro falleció aunque sigue estando presente en todas las historias.
Amelie se ha unido y ocupa un lugar especial en las vidas y el corazón de Patrick y su familia, sumándose al cariño imperecedero de Earl.


Amelie
Earl

A mí me parece más que admirable condensar en tres viñetas tanto con tan poco espacio. Os incluyo algunas elegidas al azar.





27.4.11

Ascensor hacia el cielo

No me gusta hacer refritos, es decir, utilizar el contenido de una entrada de otro blog que a su vez ha sido sacado de otro sitio web -no blog necesariamente- para ponerlo en una entrada del mío a no ser que sea algo excepcional o resalte un talento de quien ha creado el contenido, como en el caso de Denis Zilber.
Creo que hay que respetar el trabajo de la persona que ha buscado y ha encontrado esa información y que la comparte con la ilusión de ofrecer algo novedoso.
Pero a veces hay cosas realmente interesantes que destacar y este es el caso y en contrapartida la ventaja es que puedes poner en conocimiento de otras personas blogs que quizás no conozcan -o nunca conocerían-
También puede suceder que nunca les hubiera interesado conocer esos blogs pero no se puede acertar en todo.

En el blog de A cup of Jo, blog de una señora neoyorkina muy estilosa, he visto una forma muy buena de animar un espacio generalmente anodino como el del ascensor. Eso sí, necesita suficiente pared en el lateral.


Un momento tan insignificante como llamar al ascensor puede convertirse en un instante "divino".

Lástima que no tengo ascensor en el edificio donde vivo si no ya estaba pidiendo una junta extraordinaria de la comunidad para proponerlo.

25.4.11

Recuperando el equilibrio

A la vuelta de una merecida semana de vacaciones que no sé si será santa pero que en mí ha obrado milagros he amanecido hoy lunes con una desconocida sensación de indiferencia.
Indiferencia ante el despertador, ante el madrugón, ante ir a trabajar, ante la rutina. Hasta la he considerado lo más parecido a irme contenta a trabajar teniendo en cuenta el estado anímico en el que me encontraba antes de la bendita semana. Estaba tan al límite que hubiera prendido hasta con una cerilla apagada.

La única emoción negativa es el temor que tengo a que este estado de beatitud y paz interior se me soliviante y sin darme cuenta caiga otra vez en el lado oscuro.

De momento y para afianzar mi buen rollito comparto unas fotos del entorno y los elementos culpables del mencionado bienestar. A malas siempre puedo volver a mirar esta entrada y evocar esos momentos tan especiales.






Jo, la verdad es que estaba fatal!

[Más momentos zen en In Vitreo]

14.4.11

Devorador@s de historias: El tiempo entre costuras

María Dueñas te coge de la mano y te guía a través de la voz y la vida de Sira. Te convierte en la protagonista, arrastrada por las consecuencias de sus decisiones. Con una narrativa encadenada que no se hace molesta, deseas saber más del momento siguiente al que la llevará la nueva situación.
Las imágenes son llamativas pero están perfectamente camufladas en párrafos extensos, concatenados que de otro modo se podrían hacer pesados. Un mapa de olores, colores, sensaciones van configurando parcialmente unos personajes y escenarios que terminas viendo por tí mism@. María Dueñas presta su apellido en este libro a la tarea de escribir demostrando que domina como nadie la capacidad común al género humano de construir a partir de fragmentos precisos un universo entero que ha creado para esta novela.

Sira nos contagia de su inocencia, de su espontaneidad, de su frescura desde el inicio del libro y vamos sintiendo con ella sus alegrías y sus penas, confraternizando con ella. Aunque la novela está ambientada en los momentos previos, contemporáneos y posteriores de la guerra civil española las cosas que suceden en su vida y en la de la sociedad de entonces tienen algo atemporal, son situaciones perfectamente aplicables al momento de ahora, con diferencias en los detalles.

A lo largo de la novela vemos cómo va evolucionando, madurando, de forma imperceptible, tal y como nos pasa a nosotros mismos, que solo caemos en la cuenta de los cambios experimentados cuando nos retrotraemos a alguna referencia pasada, una foto, una conversación, algo que María Dueñas maneja tan bien y desarrolla con tal naturalidad que bien pudiéramos estar leyendo sobre nuestras propias vidas.

Candelaria es un personaje que descubrimos y al que cojemos cariño. Encontramos en ella una bondad interior oculta tras la necesidad de recurrir a la picaresca, pero con un talante fresco y optimista.

Está contada la historia de tal forma que produce nostalgia por las cosas sencillas, la vida menos tecnologizada que hemos conocido generaciones anteriores a las de ahora, donde no había teléfono móvil para estar siempre localizable, ni redes sociales ni internet. En comparación parece que antes las personas se dedicaban a vivir, ahora una buena parte del tiempo que tenemos lo empleamos en contar lo que vivimos y en ver lo que viven otros.

Los cambios de escenarios son habituales pero la autora se recrea en cada uno, lo suficiente para que como la protagonista vayas adaptándote con ella al cambio de residencia, a los ambientes, a las costumbres.

Trata de forma distinta cada lugar como si fueran personajes secundarios, decisivos en la trama. La parte dedicada a Marruecos es totalmente orgánica. Nos trae a la memoria olores, sonidos, texturas, colores...en definitiva, unas sensaciones que en más de una ocasión hace que parezca que el lector está evocando recuerdos en vez de imaginárselos. Es de un exotismo contagioso. Es tal el entusiasmo y el cariño que pone en las descripciones de los sitios que dan ganas de visitarlos todos.

No deja de ser un poco la historia de una heroína moderna, que de origen humilde y destino abocado a la mediocridad vive aventuras, supera peligros y retos que la fortalecen.

La historia está plagada de discretos valores positivos: el cariño de los amigos, prosperar desde la adversidad sin apenas ser consciente de ello, superar dificultades y sinsabores, alcanzar tal experiencia que trabajar sea un placer principalmente, la idea de la recompensa al trabajo duro. Como con los lugares que describe te dan ganas de hacerte costurera, como la protagonista.

Es sorprendente la evolución de la propia historia, sutil, como el resto de elementos, que imperceptiblemente han cambiado y no sabes en qué momento lo han hecho. Empieza siendo costumbrista y termina siendo una historia de guerra fría, llena de sentimientos, teniendo siempre de fondo el mensaje de la fortaleza femenina, desde el principio.

Y desde luego es una historia que resucita a los muertos. Si la leéis ya lo entenderéis.



Nota: Si queréis tener más datos reales de la novela durante o después de su lectura podéis visitar el blog de la autora para El tiempo entre costuras.

13.4.11

Mujercitas

La conquista de los derechos que las mujeres disfrutamos en la sociedad occidental ha sido un trabajo arduo y plagado de sufrimiento, obstinación, valentía e inteligencia.

Algunas generaciones los damos por sentado y no nos cabe en la cabeza que pueda ser de otro modo (o al menos a la mayoría, que en esto de adscribirse a formas de pensamiento cada uno es muy libre).
Así nos parece más acorde con la prehistoria pensar que en algún momento existió la condición de que el marido tuviera que autorizar a su mujer para abrir una cuenta corriente en el banco, que ciertos trabajos e indumentarias no fueran adecuadas para mujeres y que la mayor aspiración de cualquier fémina fuera encontrar un buen partido cuanto antes para no ser catalogada como solterona..

A pesar de lo que pueda parecer hoy en día y de que se ha conseguido mucha normalidad en actitudes y costumbres que antes eran solo propias de la población masculina seguimos viviendo en una sociedad machista.
Donde más patente queda esto es en el mundo laboral.

Hoy ha pasado por mis manos una información relativa a las ayudas que algunos organismos oficiales proporcionan a las empresas para fomentar la contratación de mujeres en determinados rangos de edad y situaciones. 
He visto cifras como "45 años", "1.200€", "duración de 3-4 años" y así sucesivamente. 
Por un lado es positivo ya que provoca que mujeres en situaciones de edad o desempleo especialmente difíciles para conseguir un trabajo tengan más facilidades. Pero por otro lado sigue poniéndonos en una posición de objeto de menor valor al que hay que añadir uno mayor para que tenga incentivo nuestro acceso al mundo laboral.

No voy a hablar de lo difícil que es conciliar vida familiar y laboral para las mujeres porque ya lo han hecho mucho mejor en otros sitios pero teniendo en cuenta que quedarse embarazada en muchas empresas es motivo de despido, encubierto o no, o en el mejor de los casos supone una degradación del puesto de trabajo o una especie de acoso disimulado para que la trabajadora sea la que tome la iniciativa de irse, no puedo evitar pensar que estas ayudas favorecen a nivel individual pero perjudican en global.

En el fondo mantienen que las mujeres sigamos siendo de segunda, una confirmación del concepto usar y tirar, ya que las ayudas interesan los años que duran y después lo más rentable es despedir a la susodicha y contratar a otra que reúna las condiciones necesarias para acceder a esos ingresos extra. Nada raro teniendo en cuenta la situación actual de desempleo generalizado para hombres y mujeres, situación ésta que se da también en hombres, sin incentivos y sin descuentos.

No deja de ser la repetición del modelo autoritario en el que la mujer pasaba de la custodia del padre al a del marido pero trasladado al mundo laboral, donde la mujer pasa de la custodia del Estado a la del empresario aunque de un modo menos posesivo.

Recuerdo una conversación estúpida mantenida con una persona lista pero poco inteligente, hace años. Ella -para más inri- decía que eso de que las mujeres tenían peores condiciones laborales que los hombres era una exageración y argumentaba demagógicamente si acaso en mi mismo nivel no cobraban los compañeros lo mismo que yo y el resto de mujeres.
Pues sí, cobrábamos todos lo mismo. Lástima que en aquel puesto en cuestión denominable trabajo basura -y todavía hoy en ese y otros muchos- hubiera una proporción de mujeres del 80% con respecto a los hombres del total de la plantilla.
La desigualdad no solo está en la retribución monetaria si no en la imposibilidad de acceder a puestos de trabajo mejor cualificados acorde con tus capacidades y formación.

También existen mujeres que han llegado a puestos de responsabilidad y éxito o que sin llegar al éxito más absoluto detentan cargos importantes. No es raro oir que han tenido que renunciar a una vida en pareja, a la maternidad, etc. Está claro que triunfar en el concepto que se tenga del término no está exento de esfuerzo pero la presunción de que un hombre lo haga sacrificando su vida personal es algo que no se considera "normal".

Hoy no es el día de la mujer trabajadora ni yo soy una feminista radical, no me gusta etiquetarme con nada, me va más el sentido común, pero al ver por escrito esas cifras algo se me ha removido por dentro.

7.4.11

Devorador@s de historias: La caída de los gigantes

El último libro que me he leído es éste de Ken Follet. Forma parte de una trilogía bélica -La Trilogía del Siglo- y el que abordo hoy corresponde a la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa.
En esta novela Ken Follet presenta la vida de diferentes familias en diferentes países y como es habitual en él se enlazarán a veces sin que ellos mismos lleguen a conocerse.

Habla de las intrigas diplomáticas y de los acontecimientos históricos que dieron lugar a la Primera Gran Guerra, de la lucha en las trincheras, de las desigualdades sociales y de cómo fue una época de muchos cambios, no solo en cuanto a la guerra en sí misma. Empezaron las reivindicaciones para conseguir el voto femenino y algunos logros más, las costumbres sociales comenzaron a cambiar inclinándose la balanza algo más favorablemente para las mujeres (no mucho pero algo es algo) y para las clases trabajadoras.

Hay un claro contraste entre la vida de opulencia para la aristrocracia antes de la guerra y después, donde siguen teniendo privilegios pero se les considera de un modo más cercano, incluso más próximos a la burguesía que a la aristocracia. La clase trabajadora ha pasado de la miseria más absoluta a tener posibilidades de mejorar su vida, a acceder a puestos de trabajos antes impensables y con leves mejoras en la condiciones laborales.

En esta historia Follet cuenta cómo Alemania pasa de ser una potencia dominante a ser una potencia castigada por los aliados. Es el gérmen de la situación que desembocará en la II Guerra Mundial, la aversión a los judíos, en unas circunstancias sociales y económicas a las que los ciudadanos alemanes se ven sometidos y obligados a pagar un deuda altísima por haber perdido la guerra.

Por supuesto no todo es historia con mayúsculas, el gancho está en las historias personales, en el devenir de las vidas a merced de las situaciones políticas de cada momento, y en el amor.

A veces la parte referida a los intríngulis políticos o propiamente bélicos puede resultar un poco ardua pero es necesaria para tener la información que le da contexto a la época. Llega incluso a tener momentos cómicos, los menos, y por descontado muchos dramáticos.

Es una historia larga, de esas que cuando terminas de leerla tienes cierta sensación de añoranza porque los personajes han pasado a ser como viejos amigos de los que debes despedirte. Creo que la añoranza durará lo que tarde el autor en publicar la segunda parte ya que va a utilizar varias generaciones de los personajes para la trilogía.

De la forma en que expone los hechos una de las conclusiones a las que puedes llegar es que la guerra es igual de dramática y de inútil para todos, estén en el bando en que estén. Que iguala a todos en la desgracia y que solo los que toman las decisiones pero no participan son los beneficiados, que es un negocio redondo. Viendo los avances militares actuales y las guerras acaecidas desde entonces piensas que esas guerras eran más honestas. Al ser menos sofisticadas había alguna posibilidad de ganar o perder en función de capacidades como la estrategia, la fuerza, la astucia y, siempre, la suerte. Actualmente depende prácticamente del dinero que te dé más tecnología o no, básicamente. Las víctimas son puntos en una pantalla, se ha deshumanizado hasta la guerra.

Si debo hacer alguna crítica es que el autor, para mi gusto, tiende a ser benevolente en sus historias y parece que evite hacer sufrir excesivamente al lector, lo que llama más la atención en una historia de tinte bélico como ésta. Por otra parte tiene momentos de alta tensión que hace que quieras seguir leyendo y es totalmente admirable la labor de documentación que hay detrás. Al final de libro veréis una especie de epílogo donde explica algo que probablemente todos nos hemos preguntado leyendo novelas históricas: cuánto hay de verdad y cuánto de ficción.

Yo lo considero un libro muy recomendable pese a que el principio me costó continuar. Empieza con la situación de los mineros galeses y he de decir que no me enganchaba pero os aconsejo que no os desaniméis porque después sí se pone emocionante.


1.4.11

Tarima trampolín



 Ya dije en una ocasión que el tema reforma no había acabado para In Scriptum, pero ¡oh!, confiada de mí, yo hablaba como motivo central para las entradas de este blog. Lo que yo no sabía es que meses después de supuestamente finalizada la reforma ésta estaría realmente sin acabar.

Entre otros "detalles" en los que no voy a entrar en este momento, pasado un mes aproximadamente desde que terminó de forma oficial el cambio y ya con los muebles del salón instalados en su sitio, empezó a aparecer un pequeño abultamiento en la tarima en una zona de paso del salón, .

Al principio era sutil y pensábamos: "como la tarima suena a veces cuando la pisas pues habrá sido eso", "se está ajustando", "unas veces suena y otras no, ¿¿no??". Pero aquello empezó a crecer y a crecer y descubrimos que prácticamente teníamos una pequeña colina en el salón.

Hablamos con el maestro de ceremonias de la reforma y nos mandó al carpintero. Demostrando que el pensamiento lógico no era una de sus mejores habilidades, quizás la carpintería tampoco, nos dijo que el pequeño accidente orográfico era porque estaban puestos los muebles del salón y estos empujaban la tarima.

Después de unos segundos de desconcierto porque los de reflexión los desechamos inmediatamente con semejante argumento, Pelotillo y yo pensamos que evidentemente teníamos que haber elegido una decoración de estilo japonés, con moqueta en el suelo, cojines en el suelo y tatamis para dormir, y celebrar la ceremonia del té todos los días a las cinco de la tarde, por aquellos de unir culturas.

El caso es que supuestamente lo arregló (esta entrada debería haberse llamado Supuesta tarima no supuestamente trampolín) volviendo a cortar madera dentro de casa, ¡horror!, motivo por el cual me metí en el dormitorio a respirar, no fuera que me fuera a ahogar -dentro y no afuera- en la peor de las etapas alérgicas del año. Para eso y para evitar que se me empezara a erizar el lomo al revivir la pesadilla de limpiar otra vez en profundidad pero ya con la casa puesta.

Los carpinteros se fueron por donde habían venido, es decir por la puerta, y nosotros quedamos conformes con habernos desecho del espontáneo mini parque temático que teníamos en el salón.

A los pocos días volvió a salir un promontorio aunque en otro sitio distinto.

La razón que le dio el carpintero a su jefe es que había humedad.
Ya.
Lástima que debajo de nuestro suelo no haya un arroyo subterráneo sino el piso del vecino de abajo al que por cierto nunca le he visto a través de las ventanas bucear en su salón.

Claro, que a lo mejor es que cuando los albañiles levantaron ese tramo del salón que tenía parquet del de verdad, hicieron un pozo y nos instalaron una fuente (que sea la de la vida del Age of Mithology, por favor) en vez que arreglar la roza que hicieron para pasar unos cables y taparla con cemento que ya se secó en su día.

O quizás el desgraciado terremoto y el tsunami de Japón han levantado las capas freáticas del trozo de tierra que ocupa el bloque de viviendas donde está ubicado mi piso.
Seguro. Va a ser esa la próxima explicación.

Ahora mis gatos, cuando pasan por encima parecen enormes porque cruje el suelo como si lo hiciera al pisar alguien de gran tamaño y yo cada vez que lo oigo me los imagino saltando involuntariamente por el aire durante un momento y aterrizando después para seguir caminando como si aquello fuera lo más normal del mundo.


  
[La primera foto ha sido extraída de www.yodibujo.es/articulos/mis-gatitos-2-la-continuacion-de-mis-gatitos_83149]