27.9.11

Para no perder de vista




Necesito ver la realidad con otros ojos. Como no puedo cambiarme de ojos me cambiaré de gafas.
Llevo gafas desde mi más tierna infancia y a pesar de que actualmente y desde hace tiempo ya hay operación para corregir mi defecto visual no me apetece nada pasar por ello y menos desde que he sabido que, por ejemplo, una persona operada de miopía pierde algo de visión nocturna. No, no, no. Prefiero seguir viendo bien -con gafas- de día y de noche mal, como siempre pero no peor, que ya es suficiente.

Otra opción que me podría plantear sería ponerme lentillas. Lo consideré hace tiempo pero al final necesitas seguir usando gafas así que la mejora no era tanta. Por entonces no experimentaba las inexplicables sensaciones que me provoca la alergia pero evidentemente, pasado el tiempo, me alegro de no haber decidido usar lentillas. 


El caso es que durante el último año mi vista ha ido a peor. Quizás debido al puesto de trabajo que de ergonomía conoce las seis últimas letras -las que coinciden con economía-, a que el monitor tiene una definición que hace que la imagen esté un poco indefinida -otra vez el acertijo de ocho letras-, y a que me obliga todo ello a mirar desde muy cerca y esto hace que mi tiempo de trabajo parezca más grande de lo que es.  Así que cada vez que salgo de la oficina me siento deslumbrada por la luz y la inmensidad del mundo que está ahí fuera.

Como consecuencia me cuesta enfocar lo que veo, una buena metáfora sobre algunos puntos de vista que debo revisar.  A lo mejor un día descubro que ya no necesito gafas y me resista tanto a creérmelo que me empeñe en ponérmelas para seguir viendo todo tan confuso, que total es a lo que me he acostumbrado. En ese caso intentaré recordar esta entrada e iré poniéndoles mis gafas antiguas a tod@ con el que me cruce.

De momento iré a la óptica a ver si cuando salga lo veo todo mucho mejor. Debería comprarme unas gafas de montura rosa.


 [¿Por qué todas las fotos de gafas se hacen con las gafas "mirando" a la izquierda?]

15.9.11

Devorador@s de historias: Canción de hielo y fuego - Festín de cuervos

Doy por finalizada, de momento, la saga a la espera de que salga el siguiente libro: Danza de dragones.  Éste junto con Festín de cuervos constituyen una especie de dos tomos de los acontecimientos que se suceden simultáneamente en Tormenta de Espadas, y su continuación.

Para mí Festín de cuervos se puede resumir principalmente en dos sucesos: uno que no hubiera querido que se produjera y que no me esperaba para nada, y otro que estaba deseando y no llegaba nunca. 

Con algunos personajes este libro supone la confirmación de que me he pasado al lado oscuro porque aquellos que en un principio resultaron odiosos cuentan con mi más firme apoyo a estas alturas. Quizás es que hasta los lectores podemos ser cambiacapas.

Estoy deseando saber qué ha sido de todos esos personajes que no se han mencionado en este libro y de los que se hablará en Danza de Dragones; estoy deseando llegar al final de la saga. Tengo unas cuantas preguntas sin resolver que no formularé para no desvelar nada de la historia y estropear la intriga, que al final es lo que nos mantiene pegados a los libros.

Por el resto diré que el relato a veces me invita a evadirme pensando en elefantes con tutú, avestruces con chistera, a repasar mi lista de tareas pendientes o a recordar lo que hice el día anterior porque me distraigo irremediablemente. Creo que ya he dicho que tengo una gran capacidad de desconexión-evasión cuando algo no me exige concentración o no me entretiene lo suficiente así que seguimos igual. 
No obstante sigo aplaudiendo el enorme trabajo de documentación realizado por George R. R. Martin, su inagotable y precisa imaginación y su capacidad para organizar tanta información y no hacerse un lío, o al menos que no se note.

Me gusta releer algunos libros porque sus historias me gustaron o porque siempre se aprecian detalles que no se vieron en la primera lectura (a veces la segunda lectura provoca que la historia no parezca tan estupenda como la primera vez; no se sabe cuándo merece la pena acometer la tarea) pero en este caso creo que necesitaré que pase bastante tiempo porque algo de pereza sí que me da.

[No incluyo enlace porque
al final te enterarás de
que el asesino es el
mayordomo]

5.9.11

Viana do Castelo




Siguiendo con el tema de las vacaciones -se nota que me resisto a aceptar que se terminaron y de eso ya hace unas tres semanas- es de visita obligada pasar un día en Viana do Castelo, población portuguesa que nos viene muy a mano desde el centro neurálgico de operaciones vacacioniles.

Galicia es muy bonita pero la pega principal que tiene es que las carreteras no siempre son tan rápidas como gustaría y a veces tienes que invertir mucho tiempo en poca distancia. Esto hace que las posibilidades de pasar un día fuera, y no la noche, se vean condicionadas a la variable tiempo-espacio.

Viana tiene puerto, mucho encanto y un restaurante, O Pescador,  en pleno casco histórico, donde sirven un arroz com lavagante -arroz con bogavante- que quita el sentido y a un precio más que razonable. Allí se come pronto: a eso de las 12 p.m. ya dan comidas aunque en las zonas turísticas el horario se amplia a los hábitos españoles.

En O Pescador todo está bueno, hasta los entrantes. Es costumbre que, hasta que te sirven el arroz, te pongan tapas variadas que incluyen aceitunas aliñadas, porciones de quesos varios, patés -mi favorito es el de cangrejo- mantequillas con sal y diversos tipos de panes -mi favorito es el de maíz, podría vivir una temporada a base de paté de cangrejo y pao de milho*- y si pides un Muralhas de Monçao -un vinho verde estupendo- te lo sirven bien fresquito y entra tan bien que es probable que cuando llegue el lavagante acabes hablando con él como si le conocieras de toda la vida. 

Muestra de arroz com lavagante

Pero no todo es comer en Viana. Tiene un algo decadente que me gusta de Portugal. 

Mil disculpas si me repito pero curiosamente en la parte de Galicia que está cerca de Portugal, al menos en la que yo frecuento, hay cierto rechazo a la población portuguesa. Esto viene de épocas pasadas en las que la precariedad y mucha necesidad y como suele ser habitual en las zonas fronterizas, han provocado que habitantes de todos los pelajes se pasaran a Galicia y no siempre con satisfacción y alegría para los gallegos. Hasta tal punto es que se suele sobreentender que cuando un producto es portugués es portugués, es decir, de mala calidad. 


Por otra parte sería hipócrita no reconocer que la desconfianza hacia el pueblo vecino es algo que viene de lejos, prácticamente desde que el ser humano se ha unido a otros seres para formar comunidades, tribus, pueblos, etc. Ahora todo resulta más cercano, más próximo, ya tenemos un conocimiento más aproximado de las realidades que nos rodean y los mitos y leyendas provocados por el desconocimiento dan paso a otros producto de la sobreinformación. A mi la verdad, cuando oigo esos comentarios me parecen algo anticuado y que responden más a algo que se dice por costumbre que porque queden argumentos que lo sostengan.

Afortunadamente para mi visión políticamente correcta en la que todos los que podemos económicamente somos miembros de la Comunidad Europea esos prejuicios no existen. 
Ironías a parte es cierto que yo no tengo una visión tan local. Cuando viajo a un sitio que no conozco intento aparcar mis prejuicios y mirarlo con ojos nuevos. Yo no sé si todo lo que hacen en Portugal es de peor calidad o no. El calzado por ejemplo me parece un poco más feo pero quizás sea más cómodo, vaya usté a saber. A mí los portugueses me parecen como los españoles: unos mejores y otros peores, y hablando portugués.

Me gusta su sentido del color, a veces las combinaciones que hacen me parecen un poco contrastadas pero no se les puede negar alegría y vitalidad. Mezclan -al menos en lo que yo he visto- lo antiguo con lo moderno de forma que conviven con dignidad lo uno y con sencillez lo otro y me parece muy simpática esa costumbre a media tarde de dejar un ratito para el café y un dulce. Si pides un café te lo ponen en una tacita pequeña, apenas puedes coger el asa sin temor a que se escurra -imposible engancharla con algún dedo- pero tiene un buen sabor. Algunos cafés servidos en taza pequeña necesitan tres kilos de azúcar y siguen siendo amargos pero el que he tomado en los diferentes sitios en los que he estado de Portugal no.

Tienda de artesanía textil

Me gusta viajar a Portugal y la verdad es que me gustaría conocer otras regiones . Como siempre, me encantaría vivir una temporadita allí para sentir el latido de sus calles, sus gentes, sus costumbres.
Si es que tengo alma de rica bohemia...




*[Mi teclado no está en portugués y a pao le falta encima de la "a" el signo que hace que la eñe sea eñe y no ene]

1.9.11

Devorador@s de historias: Canción de hielo y fuego: Tormenta de espadas I y II


Este libro se divide en dos tomos. Yo me los he leído en uno solo y la verdad es que poco más puedo decir sin destripar el argumento. George R. R. Martin no defrauda: vuelve a mantener en tensión y a aburrir de vez en cuando.
Todo se complica y la "vida" de los personajes se va acumulando. Salvo los principales, de donde vienen algunos personajes secundarios cuesta recordarlo y sigo la lectura buscando pistas que me ubiquen con respecto a ellos.  La estructura de dividir los capítulos por personajes dejando el final de cada capítulo en suspenso produce la sensación de que cada capítulo es como un libro con una historia diferente, con esa sensación de lectura interruptus que te deja fuera de juego. Yo en ocasiones he tenido que dejar la lectura antes de lo que pensaba por la intensidad de los acontecimientos y porque saltar a otro personaje y meterte en su historia era incompatible.

Leyendo la historia de la saga realmente parece que estemos leyendo un libro de historia más que una novela por lo largo que es todo, por la cantidad de acontecimientos que suceden y por la postura objetiva y neutral del narrador y autor con respecto a la historia. Los personajes viven a su libre albedrío. Se casan se mueren y no hay favoritismos por parte del autor, no hay buenos ni malos, ni héroes ni villanos salvo excepciones. Como los mismos seres humanos, pueden cometer actos viles o desarrollar comportamientos heróicos; aprenden, evolucionan, cambian de opinión, se traicionan o se ayudan.
En línea con esto vuelve a mostrar aspectos positivos de personajes con los que en principio no te identificas haciendo que en contra de tu voluntad te encuentres deseando que algunos tengan éxito y les salgan bien las cosas. George R. R. Martin te lleva por donde quiere.

Sigue resucitando a los muertos y tiene la habilidad de no prepararte para lo que va a suceder no siendo extraño que estés leyendo un pasaje algo soporífero y de repente empiecen a pasar cosas que desembocan, en muy poco tiempo, en sucesos que intentas asimilar incluso cuando ya has terminado de leer esa parte. Infártico total.
Eso contribuye a dar la sensación de que como en la vida misma, los acontecimientos se suceden y a veces pequeñas decisiones, reacciones humanas y hechos fortuitos son el principio remoto de hechos irreversibles y de gran magnitud. 

De momento me queda por leer el último libro publicado. Por un lado necesito un descanso. Veo otros títulos, otras sinopsis y me atraen pero cada vez que retomo la lectura de Canción de hielo y fuego, es abrir el libro y me atrapan los cantos de sirenas; me dejo llevar, me dejo llevar, me dejo llevar....


(Para evitar estropearte la historia
en esta ocasión hacer clic en la imagen
no te llevará a
ningún sitio)