Eooo! Millones de años sin publicar nada. Stop. Pena penita pena. Stop. Aunque no se me ha olvidado ni un momento primero no me encontraba los miembros de mi cuerpo donde los había dejado. Stop. Confusión física y mental después por falta de sueño. Stop. Embobada por nuestro hijo a todas horas. Stop.
De momento interrumpo la publicación. Stop. Amenaza de pañal explosivo. Stop.
In Scriptum
16.6.14
De embarazos y otras reflexiones
Un embarazo te cambia la vida. Sí, ya sé que un hijo te la cambia más pero nadie cuenta nunca que el embarazo también. Y es lógico, en cierto modo es una especie de entrenamiento. A mí me la ha cambiado bastante porque yo, siendo como soy un poco ardilla, acostumbrada a estar metida en varios sopicaldos me veo obligada a reducir el ritmo si no quiero acabar arrastrándome a cuatro patas y con la lengua fuera.
Porque afortunadamente no he tenido náuseas, ni molestias típicas severas pero sí he pasado un frío extremo en invierno y aún padezco un cansancio nada desdeñable que debo tener vigilado de reojo y que sospecho no mejorará con el calor del verano. He aprendido a dosificar las fuerzas porque cuando menos me lo espero se me acaban las baterías y da igual dónde esté ni lo que esté haciendo que tengo que tomarme un respiro.
Tanto es así, que cumplidas las obligaciones principales del día cuando me queda un rato libre me siento incapaz incluso de hacer aquellas cosas que más me motivan. Llevo sin escribir aquí la friolera de ¡3 meses! y lo que me parece peor, sin leer apenas lo que escriben aquell@s que siguen haciéndolo. Es como si al cansancio físico le acompañara una especie de semi letargo mental que impide concentrarse en muchas cosas más allá de lo más inmediato de cada día y lo que espera al final del embarazo.
También hay que decir que entre controles médicos, clases de preparación a la maternidad, ir pensando y comprando aquello que le va a hacer falta al pequeñín, sacar tiempo para reestructurar el espacio, y de vez en cuando ser víctima del pánico no queda mucho tiempo para otra cosa que no sea tomarse un respiro.
Sí, he dicho pánico. Un embarazo y la llegada de un nuevo miembro a la familia es motivo de alegría pero admitámoslo hay dos momentos cumbres que planean sobre tu cabeza: el parto...y todo lo que vendrá después.
Esto es una carrera de incertidumbres, en cada momento te preocupan unas cosas y cuando vas superando las primeras aparecen las siguientes y al menos, hasta el momento en que el bebé salga al exterior, la preocupación clave es que todo salga bien, que el bebé esté sano y si es posible que no haya sufrimiento excesivo tampoco para ti.
La segunda parte es hacerse con la nueva situación, conocer al bebé, aprender a reconocer sus necesidades porque en realidad te preparas para el embarazo, para el parto pero un bebé es como un sofisticado artefacto del que no tienes manual de instrucciones. Y a partir de ahí la cosa no termina nunca, porque a medida que crezca tendrás nuevas incertidumbres, nuevas preocupaciones...Hay momentos en los que te preguntas en qué estabas pensando cuando decidiste ser madre. Aaaah, la naturaleza es sabia y busca la perpetuación de la especie y transgrede toda lógica, sobre todo la lógica de una sociedad tan racionalizada y tecnologizada como la nuestra.
No todo son pegas. Impagables son los momentos que compartimos el padre y yo cada vez que nos dedicamos a comprar lo que necesitará; esos momentos hacen que adquiera realidad, la ilusión que vivimos es especial y aún sin ver al bebé se nos pone cara de bobillos.
Pero eso no quita para que desde mi punto de vista haya una imagen idealizada del embarazo y la maternidad, donde aparecen barrigas felices y orondas, mujeres sonrientes y autocomplacidas cogiéndose el barrigote como si confiaran en quedarse eternamente en ese estado físico de redondez.
A mí llamadme mujer desnaturalizada pero yo lo que quiero es que llegue el momento en que ya esté fuera, verle sano, tocarle, quedarme embobada mirándole durante horas porque creo que eso es lo que me pasará; a ser posible pasados unos días de la nueva convivencia.
Y sí, dicen que hay que disfrutarlo, que el embarazo hay que vivirlo, que luego lo echas de menos y en mi caso espero que mucho porque no pretendo tener más hijos, a priori (que la naturaleza es muy sabia y retorcida y luego nunca se sabe) pero quiero recuperar mi cuerpo, mi nivel del actividad (lo sé, esto lo recuperaré con creces y de formas aún desconocidas por mi), mi capacidad para subir las escaleras de un segundo piso sin que parezca que he subido un decimoquinto, abrocharme las sandalias sin tener que probar diferentes ángulos con las piernas, no volverme loca si como fuera de casa haciéndome múltiples combinaciones mentales con la carta, pensando si esto lleva huevo poco hecho o crudo, descartar las ensaladas, el queso sin pasteurizar, comerme la carne demasiado cocinada que ya no sabe ni a carne, no poder tomarme una copilla de vino esporádicamente en las comidas, y por voluntad propia desechar las bebidas con gas (por los ardores después), las muy azucaradas, advertir más que nunca que el café sea descafeinado...
De lo de dormir del tirón nos vamos olvidando mejor, ¿no?. Yo llevo años sin dormir del tirón pero ahora me despierto aún más veces y mi matrona dice que me sirve de entrenamiento pero pienso que estaría bien que el sueño me diera una tregua, al menos para coger fuerzas para después.
Quiero volver a hacer deporte, del que me cansa de verdad, el que agota mis energías físicas y mentales y aunque no lo practicaba de forma intensiva a mí me tenía contenta. No soy muy exigente, un par de ratillos a la semana. Quiero dejar de estar a merced de las hormonas y sí, todavía me queda bastante aunque por otro lado tengo ese consuelo: si algo no me cuadra siempre puedo decir que son las hormonas.
Hablando de la matrona, bendita ella, que no he empezado y ya me estoy cansando de los consejos de los demás, pero por inútiles que son muchos. En algunos hay buena intención y esos pasan a ser aceptados y ya se les verá la utilidad pero los que te dan poniéndote en lo peor....Aiiiis, que soy primeriza pero no tengo 15 años, que no hace falta que me lo pongan de lo peor que muchos lo dicen con la boca pequeña, que si la gente contara de verdad lo que se calla y dejara de inflar lo que cuenta el mundo estaría algo más equilibrado. Tengo un compañero que me dice que hacia el final del embarazo me dará el síndrome del "nido vacío". Yo le digo que no, el del nido a secas, que para el del nido vacío me quedan 20 años como mínimo y a saber si no más tal y como está la cosa. Pero da igual. Él insiste. Que me salte las recomendaciones alimenticias, que los antojos tengo que disfrutarlos. Sí pero para eso hay que tenerlos que no tengo más que lo que yo llamo apetencias pero puedo estar sin ellas perfectamente.
Al menos la matrona me cuenta cosas objetivas y prácticas y no superchería popular, que yo entiendo que la experiencia es un plus pero no deja de ser tu experiencia con tu hijo, que no hay dos iguales. Y si fueran consejos concretos aunque particulares aún se puede hacer algo con ellos pero para concluir que me vaya preparando con lo que se me viene encima... Eso no me sirve para reconocer el hambre, el dolor, el sueño o los gases en el llanto de un bebé, por decir algo.
Tampoco me sirve de nada que otro compañero me cuente que todo lo arregla con sus niños pequeños a base de paracetamoles. Mucho menos para decirme que yo me atiborre de ellos porque tengo faringitis, he venido en el otro turno a sustituir a una compañera que se ha puesto mala y me lo dice porque está impaciente porque le termine un listado de llamadas que no voy a hacer esa tarde porque me duele la garganta horrores, me estoy quedando sin voz y tengo que evitar a toda costa que me suba la fiebre a 39 si no quiero irme de urgencias porque a esa temperatura puede haber problemas para el bebé.
Llevo 3 meses sin escribir y parece que vaya escribir en una entrada lo de tres meses. Pero tranquilidad, no quiero pasarme el día hablando de lo mismo una y otra vez. Hoy necesitaba contarlo y bueno, si no, siempre puedo decir que son las hormonas :-)
7.3.14
Aquellos dones que la naturaleza me ha negado
En la entrada anterior hablaba de pasada de que hay actividades que aunque me atraen mucho no creo que pueda hacerlas. Quizás si dispusiera del tiempo suficiente para practicar poco a poco podría ir aumentando la confianza y podría dejar de verlas como imposibles. Pero con esta vida estándar de rata gris de ciudad es difícil.
La cosa empezó porque me gusta mucho el surf. Admiro a la gente que es capaz de mantenerse en pie -y a flote- en esa inmensa cantidad de agua cambiante y poderosa y que además lo hagan con la seguridad y la alegría que parece que lo hacen. Lo de la alegría lo entiendo porque tiene que dar un subidón tremendo. El mío sería para medicarme de la ansiedad. Así que me consuelo mirando las imágenes:
Surf |
Más surf |
Recomiendo la película Persiguiendo Mavericks para surfear cómodamente desde el salón sin que te salpique una gota.
Otra de las cosas que me atraen mucho es el senderismo extremo. (Creo que todo lo que es extremo, que es el polo donde yo no suelo estar nunca, es la clave.)
Hay un vídeo muy recomendable para sacudirse el amodorramiento y/o la nostalgia, que es El Camino del Rey y que incluyo a continuación:
Puede que a más de un ser humano le deje indiferente pero a mi me entran sudores fríos.
Si el senderismo extremo me da canguelo ¿qué puedo decir del alpinismo? Que probablemente para realizar alguna gesta similar tendrían que subirme inconsciente y en camilla, cosa que está bastante alejada de la esencia de este deporte.
Yo veo esto y, primero, mis brazos se descolgarían al primer intento y, segundo y en consecuencia, más me valdría escalar con traje de submarinismo que es lo que tendría que hacer después de caer a plomo como un saco de patatas:
Alpinismo extremo |
Mucho menos me veo capaz de balancear mis piernas alegremente como el protagonista de la foto.
En la siguiente imagen se podría decir que ese sería el aspecto que presentaría yo misma segundos antes de saltar para acabar con tanto sufrimiento. Entiéndase que mis dedos estarían clavados en la piedra y mis piernas saldrían como en los dibujos animados cuando los personajes empiezan a correr y no se mueven del sitio. Por efecto del tembleque.
Contemplando las vistas |
Si me dicen que al de la foto lo han llevado allí en helicóptero y se lo van a traer de regreso igual no me parece despreciable con el respeto que me provoca que simplemente salga sentado ahí (y no tirándose al vacío de puro pánico).
Con esta foto solo puede entrarme la risa floja:
Alpinismo muy extremo |
Realmente así estaría yo pero en la base, antes de ascender el primer metro.
Y para no saturar, una última imagen que me resulta ligeramente familiar por el encajonamiento que se sufre a veces en el transporte público... Pero creo que no me sirve como entrenamiento para la escalada.
Escalada extrema |
En esta pequeña ascensión a las alturas y a la intensidad de las emociones la guinda la ponen todos los deportes aéreos. Sin complicarme mucho menciono dos "clásicos", aunque de ahí para arriba -permítaseme el juego de palabras- yo requiero desfibrilador si estoy consciente.
Estos dos clásicos son el paracaidismo y el parapente.
Foto de aqui |
¿Qué alegría, no? Aunque yo ya habría perdido los empastes de tanto gritar.
Es cierto que se empieza con un instructor, que poco a poco vas acostumbrándote y soltándote pero honestamente yo creo que, de llegar ya tan lejos, dudo que pudiera pasar de esa fase. Si quisiera continuar haciendo saltos cuando llegara el momento de saltar sola tendría que ir cambiando de escuela, una y otra vez, recorrérmelas todas, y hacer que empiezo de cero.
Lo bueno que tiene esta actividad es que dura muy poco aunque da la impresión de que se percibe como mucho más larga. pero aún así nunca podría quitarme de la cabeza "¿y si esta vez no se despliega el paracaídas?"
Y digo todo esto pero es que subirme a un helicóptero o un avioncillo ligero ya me supondría a mí un entrenamiento intensivo previo con drogas duras en el programa; no hablemos de abrir la puerta y asomarme al vacío. Mejor que me tiren en la camilla y con los tranquilizantes que usaron para subirme en la escalada.
Con el parapente me suceden dos cosas. Por un lado da un poco de miedo (¿he dicho un poco?) eso de ir flotando por el aire y que la tortura experiencia sea más larga que saltar en paracaídas, amén de que pilles una mala corriente de aire y acabes en lo alto de un risco o de un pino, a la deriva ¡y encima tengas que descender! O todavía peor, que entres en barrena y quedes como un sello de colección que ha pasado por muchas manos.
Por otro lado, visto desde el suelo parece una actividad más relajante y hecha para el disfrute; la posición es sentada que ya indica algo más de sosiego. Verdadera envidia me da de las vistas que se deben disfrutar ahí arriba. Además tiene la ventaja de que la actividad en sí no es la de evitar estrellarte poniendo un freno si no que está más orientada a llegar lo más alto posible/deseable e ir descendiendo poco a poco y de forma controlada, para aterrizar de pie.
Foto de aqui |
Sin perderle un ápice de respeto al paracaidismo, en el parapente hay que saber controlar mucho las corrientes aéreas, evitar las nubes tormentosas y manejar bien los tipos de vuelos que se pueden desarrollar. De hecho el curso de piloto de parapente está orientado a controlar principalmente las posibles incidencias en el aire y a saber usar el paracaídas de emergencia, además de ejecutar algunas maniobras orientadas al control seguro del vuelo.
He de reconocer que tengo debilidad por el parapente al atardecer, obviamente como observadora.
Foto de aquí |
De todos modos creo que para mi naturaleza de tener los pies sobre la tierra sería más apropiado el kitesurf, donde se utiliza una cometa de tracción para hacer piruetas, saltos, maniobras a la vez que se desliza una sobre el mar. Lo de las vistas del parapente, me conformo con que me enseñen las fotos. Es agradable ver flotar los parapentes a lo lejos como aves erráticas que no se sabe muy bien si aprovechan los últimos rayos de luz del día para desafiar su propia mortalidad o van en busca de paraísos prometidos aún por descubrir.
Y de las alturas a las profundidades. Algo que no creo que pudiera hacer nunca pero que además no querría hacer es espeleología.
Foto de aquí |
Foto de aquí |
Foto de aquí |
Foto de NG |
Foto NG |
Pero a mí no me compensa por esto:
Foto de aquí |
Foto de aquí |
Foto de aquí |
Foto de aquí |
Mi imaginación es muy fructífera y mi memoria muy oportuna lo que produce una combinación nada apropiada para mantener la calma en semejantes situaciones de estrechez. Me acordaría de todas las películas catastrofistas donde alegres, confiados, y lo peor, experimentados espeleológos se aventuran a descender por grutas de belleza espectacular y todo se tuerce. No he visto muchas pero sí material más que suficiente para que me asalte en un momento crítico.
Como sé que en el fondo os da morbillo esto de sufrir sin riesgo, termino con un video de Jimmy Chin sobre la escalada libre extrema de Alex Honnold, precisamente el tipo de la segunda foto de escalada (el que representaría mis momentos previos de salto al vacío).
Como sé que en el fondo os da morbillo esto de sufrir sin riesgo, termino con un video de Jimmy Chin sobre la escalada libre extrema de Alex Honnold, precisamente el tipo de la segunda foto de escalada (el que representaría mis momentos previos de salto al vacío).
(Disculpas porque no hay subtítulos)
Ideado por
Mae Wom
con el reloj marcando:
11:33
Etiquetas:
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paracaidismo,
parapente,
surf
28.2.14
Tengo alma de golondrina
Hoy es un buen día para estar en sitios como éstos:
Navagio. (La página tiene muchos más salvapantallas espectaculares) |
Dentro del mar |
Piscina desde un hotel de Italia |
(Autoría de la foto desconocida) |
Surge, Australia (autoría de la foto desconocida) |
Aprender a hacer wind/kite surf. (autoría de la foto desconocida) |
Aunque el mar, el sol y el viento son muy agradables también cansan así que hay que pensar en un lugar donde descansar, comer, reposar, charlar o simplemente dejarse mecer por el sonido de las olas, las gaviotas y la brisa, con un sonrisa perenne en los labios.
(Autoría de la foto desconocida) |
Una casita en la playa (California) |
Un salón con vistas al Pacífico |
Descanso en la playa |
Un buen lugar para comer o cenar. (Autoría de la foto desconocida) |
Terminar el día así debería estar médicamente recomendado en cualquier lugar del planeta, de la costa o de interior. Se vería mucho menos la tele:
Anochecer en la playa |
Descansar y relajarse está muy bien. Pero al poco la actividad llamaría a nuestros corazones, al menos al mío. Como aquí tengo la ventaja de creerme lo que pongo sin tener que pasarlo mal, entre algunas de esas actividades que dudo que pueda/quiera hacer algún día está el surf. Me fascina.
Y no sé qué tiene la primera foto que me provoca unos deseos totalmente inconscientes de lanzarme a hacer compañía al surfista. Creo que mi grito de júbilo se iría transformando en uno de pánico pero bueno, qué más da, las burbujas de agua ya se encargarían de silenciarlo (porque tendría que cerrar la boca para no tragarlas):
Autoría de la foto desconocida |
Autoría de la foto desconocida |
En Tasmania. Autoría de la foto desconocida |
Kelly Slate, autor de la proeza. Autoría de la foto desconocida |
¿Y por qué este atracón de playa, mar y ambiente veraniego? Tengo que ser sincera, no es algo que me apetezca hacer hoy, es algo con lo que vengo soñando despierta desde hace meses. Constantemente me asaltan imágenes y sensaciones de viento en la piel, arena, calor y sal.
En cualquier momento: cuando voy camino del trabajo por una gris acera donde azota el viento y la lluvia, cuando estoy sentada en la oficina delante de una bonita, lineal y predecible hoja de excel, comiendo delante de la tele, cuando cierro los ojos al acostarme... Este invierno se me está haciendo muy largo, muy duro, muy agobiante, muy intenso, muy largo otra vez (es que se me hace muy largo).
Tengo una visión distorsionada este año de la estación invernal, me tengo que recordar a mí misma que estamos acabando febrero y que la primavera, aunque pronto, todavía no llega y que debe hacer el tiempo que hace. Me tengo que recordar que a mí no me gusta el calor asfixiante del verano, al menos en Madrid, pero da igual, mi cuerpo pide calor solar, los sonidos amplificados del buen tiempo, pocas capas de ropa y ver rostros animados más allá de la punta de la nariz que últimamente dejan asomar las bufandas y los gorros.
Como punto final cierro con un timelapse de Suso Ben sobre algunas playas de la costa norte de España, que aquí también molan. Me produce aún más nostalgia si cabe porque algunas las conozco y hace casi dos años que no he vuelto salvo por una escapada exprés de un día que hicimos así en plan acto de locura aventuril. Aisssss, snif....
El ritmo propio del timelapse no es muy acorde con la sensación de equilibrio y paz interior que siempre alcanzo cuando estoy allí ni tampoco el tema escogido de Moby es el más sugerente -que los tiene, se me ocurren unos cuantos más apropiados- pero es un buen resumen.
Me veo poniendo en casa la calefacción a tope y paseando mi palmito en bikini con el flotador a la cintura para hacerme la ilusión de que ya llegó, ya está aquí, el buen buen tiempo de verdad.
16.10.13
Cuando el teleoperador (o teleoperadora) se olvida de que tiene ese recurso tan valioso llamado cerebro
Vía: Engadget |
Ser teleoperador no es incompatible con hacer uso de ese recurso tan valioso como es el cerebro
La frase es larga, lo sé. Pero seguro que no tan larga como puede hacerse una conversación telefónica de ciertas características.
Poniendo un ejemplo concreto, estás en la oficina, cogiendo llamadas, atendiendo diferentes asuntos y una de esas llamadas es la "llamada del horror".
Puede ser que por la práctica que adquieres cuando has hecho algo muchas veces en tu vida, terminas siendo capaz de reconocer el contenido de una llamada o el motivo de una visita solo con los primeros segundos de contacto.
No hablo de un superpoder. Seguro que todas aquellas personas que llevan tiempo desempeñando las mismas tareas lo comparten.
En algunas tareas en concreto te conviertes en un "superespecialista". No te servirá de nada en la vida pero la habilidad se tiene, te guste o no.
No hablo de un superpoder. Seguro que todas aquellas personas que llevan tiempo desempeñando las mismas tareas lo comparten.
En algunas tareas en concreto te conviertes en un "superespecialista". No te servirá de nada en la vida pero la habilidad se tiene, te guste o no.
De este modo yo ya sé por diferentes factores y en los primeros segundos de la llamada si la que toca es de tipo comercial (a veces me equivoco).
Aceptamos que las personas que se dedican a hacer llamadas para ofrecer productos y servicios se enfrentan a un porcentaje alto de respuestas digamos, no agradables (muchas veces bien groseras). Es cierto que tienen un guión, que estos puestos de trabajo no están pagados como para pegarte la gran vida, que la empresa -a veces empresas- para la que trabajas te escuchan y/o te graban para mantener una supuesta calidad, que te presionan para llegar a unos objetivos, bien de ventas o de volumen de llamadas, y que es muy raro encontrar a alguien a quien de verdad le apasione. Puesta toda esta comprensión por mi parte lo que se me hace imposible de soportar son los teleoperadores (y teleoperadoras) que viven en realidades paralelas.
Y voy a mi flamante llamada de ejemplo para ilustrar lo que quiero decir. Descuelgo y después de la fórmula oficial para "dar la bienvenida" me preguntan por una persona que antes trabajaba en la oficina pero ya no y coincide que tiene el mismo nombre que otra que sí continua.
En un despiste por mi parte le digo que sí pero que no está físicamente. Me preguntan que cuándo pueden llamar otra vez, que me dejan un teléfono de contacto, bla bla bla...y mi atención remota, -esa que parece que no pero se acaba enterando de todo aunque a veces sea más lenta que la inmediata; la que nos permite recordar dónde nos dejamos las malditas llaves o las gafas- se percata del error. Vuelvo a preguntar el apellido y le explico que no, que esa persona no trabaja en la oficina, que la he confundido con otra.
En un despiste por mi parte le digo que sí pero que no está físicamente. Me preguntan que cuándo pueden llamar otra vez, que me dejan un teléfono de contacto, bla bla bla...y mi atención remota, -esa que parece que no pero se acaba enterando de todo aunque a veces sea más lenta que la inmediata; la que nos permite recordar dónde nos dejamos las malditas llaves o las gafas- se percata del error. Vuelvo a preguntar el apellido y le explico que no, que esa persona no trabaja en la oficina, que la he confundido con otra.
Lo que oigo en respuesta es: "otras veces hemos llamado y nos han dicho que sí" -Aquí se masca la tragedia.
-"Le habrán dicho que sí pero ya no trabaja aquí. De hecho todas las veces que han hablado conmigo ya les he dicho que no" (No han sido pocas veces, por cierto, parece que cuatro veces no son suficientes para poner al día el registro). " Le han dado mal la información".
-"Ya pero es que otras veces nos han dicho que sí trabaja esta persona. ¿Podría pasarme con el departamento de recursos humanos? Para confirmar que esta persona ya no trabaja con ustedes y borrar su teléfono.
-"Lo siento pero no puedo pasarle y ya le confirmo yo que esta persona no trabaja aquí."
-"Bueno, volveremos a llamar en otro momento para hablar con recursos humanos" -lo que quiere decir que volverán a llamar en otro momento en que a ser posible no conteste yo.
-"Muy bien pero la información va a a ser la misma"
Por supuesto todo esto dicho por parte del teleoperador en ese tono monocorde que siempre me hace pensar en los serial killer, que ni empatizan, ni entienden, ni sienten, ni padecen. Ellos tienen una misión y ya puedes estar contestando la llamada mientras te hacen un empaste sin anestesia que no cambian el tono.
(Afortunadamente hay muchas otras personas que hacen muy bien su trabajo, estén encantadas con él o no.)
(Afortunadamente hay muchas otras personas que hacen muy bien su trabajo, estén encantadas con él o no.)
No seré yo quién dé lecciones de marketing telefónico pero desde luego una venta, contacto, o lo que sea que quieras conseguir -de clientes mejor ni hablemos- no se hace manteniendo un pulso verbal con nadie que sabe mejor que tú de lo que estáis hablando. Que a pesar de todas las presiones habidas y por haber detrás de esa voz que llama tiene que haber flexibilidad, creatividad y amabilidad.
No hay que morir con el guión puesto y subjetivamente empeñado en concluir la llamada con la idea que tenías en mente de lo que querías conseguir antes de que la empezaras.
Así se saltan uno de los primeros pasos, esencial, impepinable, el primer mandamiento de cualquier llamada comercial: escuchar al interlocutor.
No hay que morir con el guión puesto y subjetivamente empeñado en concluir la llamada con la idea que tenías en mente de lo que querías conseguir antes de que la empezaras.
Así se saltan uno de los primeros pasos, esencial, impepinable, el primer mandamiento de cualquier llamada comercial: escuchar al interlocutor.
¿No parece tan difícil no?
[Nota: Volvió a llamar el mismo tipo al día siguiente y volvió a argumentar igualmente que otras personas le habían dicho que sí trabajaba aquí mi ex-compañero. Ya tengo ganas yo de saber quiénes eran esas personas...¿Los amigos imaginarios?]
[Nota: Volvió a llamar el mismo tipo al día siguiente y volvió a argumentar igualmente que otras personas le habían dicho que sí trabajaba aquí mi ex-compañero. Ya tengo ganas yo de saber quiénes eran esas personas...¿Los amigos imaginarios?]
26.7.13
Las verdades enteras
Hace poco me he encontrado a mí misma preguntándome en diferentes ocasiones qué tal nos iría si dijéramos lo que realmente pensamos más a menudo.
Y dándole vueltas es más complicado de lo que parece. Cuando te fijas hay muchas situaciones en las que resulta más sencillo no dar una opinión directa y completa, dejarlo correr o no profundizar demasiado. En parte porque en las conversaciones entran los supuestos y sobreentendidos. Utilizamos al día muchos más puntos suspensivos de lo que creemos y muchas frases hechas cuyo significado matizamos por el contexto, la comunicación no verbal...y por un montón de cosas que no tienen nada que ver como el ánimo con el que nos hayamos levantado, lo que ya pensamos previamente de la persona y su vida, de la nuestra, etc etc etc. Por lo tanto no es de extrañar que muchas veces, cuando la conversación con el tiempo se traduce en hechos concretos, decisiones, respuestas...haya malentendidos, mosqueos, cabreos, rebotes y decepciones. A mí lo que me asombra es que no sean mucho más habituales.
No solemos considerar como personas de buen sentido sino a los que participan de nuestras opiniones. François de la Rochefoucauld
Por otra parte creo que esto se responde porque generalmente tenemos un monólogo externo que en realidad versa sobre cosas intranscendentes. Tendemos además a quejarnos mucho, también porque es lo que principalmente tenemos en la cabeza, resolver nuestros problemas, y la mayor parte de las cosas de las que hablamos no trascienden a los demás, son asuntos nuestros donde los otros poco pueden hacer para cambiar nada salvo darnos ánimo o sugerencias (algunos no dan nada de nada, ni escuchan, pero ese es otro asunto).
"Sólo podemos dar una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan, sin duda por eso mismo las opiniones imparciales carecen de valor". Oscar Wilde
Yo por ejemplo suelo no participar demasiado en conversaciones que por antemano ya sé que en el mejor de los casos son conversaciones perdidas y en el peor acabaríamos a ostias (con perdón). Como es el caso de las corridas de toros. A mí me parece un espectáculo aberrante. Nunca he entendido qué placer hay en ver sufrir a otro de una forma real (no de mentirijillas, ni cuando las dos partes consienten y aún así dentro de unos límites).
Una conversación entre un pro taurino y yo no tiene caso. Es una de esas conversaciones perdidas. Lo primero que nunca llegaremos a un acuerdo y lo segundo que a mí se me va a encender el interruptor y no tengo ningún interés en tener que sacar el extintor para apagarme el fuego. Si ya sé el resultado no me desgasto. Encima puede que sea una persona a la que voy a tener que ver a menudo y tratar en un contexto en que no puedo elegir, y verle la cara todos los días me va a costar un mal trago.
Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema. Winston Churchill
Pero luego ves a los niños pequeños y esos se caen mal, o se quitan los juguetes, se dan dos tortas y luego tan amigos porque han conocido los límites y han llegado a una especie de acuerdo tácito.
Yo me tengo por una persona que suele decir las cosas con tacto, depende de interlocutores, temas y circunstancias. Pero cuando alguien me pregunta mi opinión directamente o flota en el aire "todo el mundo piensa lo mismo pero nadie lo dice" a mí me parece muy triste callar o salir por la tangente, en general. Si algo puede ayudarme a esclarecer mis ideas espero que me lo digan. Sin confundir sinceridad con brutalidad, gracias, que tampoco es necesario hundir a nadie en la miseria. Se trata solo de dar una opinión, no de resolver un conflicto nuclear a nivel mundial.
A pesar de buscar la mejor manera posible de decir las cosas más de una vez me han dicho que soy una persona directa en mis opiniones pero es que "el que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla" (Manuel Vicent), que una cosa es decirlo con cierta delicadeza y otra acabar diciendo todo lo contrario por no molestar.
Presta el oído a todos, y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión. William Shakespeare
Llevo un tiempo en el que trato de ser lo más honesta posible conmigo misma y con los demás. Me he dado cuenta de que muchas veces en el pasado he dicho cosas que se alejaban más de la idea original por no herir, ser rechazada o pensar que iba a sonar desagradable (a veces la verdad lo es pero es que no siempre hay varias alternativas). Luego me he sentido estúpida cuando sin ninguna necesidad he tenido que escuchar opiniones (que se acercaban a la realidad o no) manifestadas de forma despectiva y gratuita y que seguro no han perturbado el sueño de la persona y a mí me han dejado casi en estado de shock.
Así que sinceridad, honestidad, sí; por supuesto con educación siempre, es universal y gratuita. No a los descerebramientos verbales.
Pesa las opiniones, no las cuentes. Séneca
Y para terminar un mini test. Sois de los que:
- "Yo siempre digo lo que pienso. La verdad duele. Tómate una aspirina"
- "A mi plim. Yo siempre estoy de acuerdo en todo"
- "Yo prefiero no opinar...Por no discutir...Bueno, en realidad es que lo que te diría está censurado por blogger porque esta entrada y el blog son una #*!/"@...y un jfl&%sdf$...!!!
(Lazo negro en apoyo a las víctimas y familiares del accidente de tren en Santiago.
Conseguido en internet: autor desconocido)
2.7.13
La extraña pareja
¿Qué sucede cuando una escarabajo pelotillo y una gata deciden formalizar sus felices años de convivencia? Pues que
¡SE CASAN!
Sí, queridos míos, sí. El principal motivo de que me hallara sumida en un casi completo silencio por este espacio es que estaba ocupaba preparando nuestra boda.
Pero claro, no era suficiente con preparar una boda, encima me había empeñado en hacer artesanalmente todo lo que estuviera a mi alcance y más allá, para darle un aire distinto y darle nuestro sello de identidad.
Es cierto que por otra parte y desde hace tiempo estoy metida en cambiar mi quehacer laboral por otro que oriente mi lado creativo y económico y que perfectamente por sí solo puede ser un buen motivo para tenerme alejada de mis pulsiones escrituriles pero no ha sido el único.
La nada desdeñable tarea de organizar la parte formal (esto ha sido lo más sencillo y rápido) de una boda sencilla (menos mal...!) y de construir todo lo demás me ha absorbido completamente de modo que aunque echaba mucho de menos escribir aquí no me quedaba ni una gota de imaginación ni ganas para seguir saltando de idea en idea.
(Y permitidme el inciso: qué gusto, qué sensación tan agradable estar aquí escribiendo de nuevo, soltando carrete por el mero gusto de hacerlo...! Tenía ya un picorcillo en la punta de los dedos, una inquietud en el alma y un escozor en los ojos cada vez que miraba mi teclado semi arrinconado y únicamente útil para teclear frases cortas, comandos eficientes o para complementar los clics de ratón necesarios...!)
Todo lo que he hecho lo podréis seguir aquí, a medida que lo vaya publicando, si no os aburre mucho el tema.
La verdad es que planificar esas entradas ha supuesto vivir la ilusión una vez y media. La media vez porque cuando estás enfrascada dando forma a esas ideas que como mariposas alocadas revolotean por tu cabeza, con un ojo puesto en el calendario y preguntándote de vez en cuando si llegarás a terminar todo a tiempo, te acuerdas de eso que se dice tan frecuentemente de "no te agobies y disfruta, que luego se ha pasado y ni te habrás enterado y lo bonito es hacerlo con ilusión". Y eso está muy bien pero no se puede leer un libro y hablar a la vez.
La parte de ilusión entera es porque a pesar de no haber podido siempre disfrutar del proceso (que digan lo que digan medio disfrutas medio respiras aliviada cada vez que ves una cosa terminada y no antes) lo puedo hacer ahora por completo al contarlo, al subir las fotos, porque ahí revivo cuando lo hice pero sin la presión de tener que llegar a tiempo.
Sea como fuere ya soy Sra. de Pelotillo y él es Sr. de Wom. Yo he prometido no jugar con él cuando esté distraído, nada de lanzarlo por los aires a traición, y él ha prometido cambiar de trabajo. La única condición que le puse hace ya mucho tiempo es que si tenía que seguir amasando esas pelotillas orgánicas de dudosa procedencia lo hiciera con guantes en todas sus patas y si no no entraba en casa, siempre previo paso por la ducha y la sala de desinfección. Él dice que ahora sí, que es su momento. Yo digo que a ver si con suerte amasa...una fortuna. :)
¡¡Cuánto os echaba de menos!! ♥ :D
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