28.12.11

Leer sube la tensión


Esta semana interfiestas estoy trabajando mañana y tarde en la oficina. Tengo la suerte de tener jornada intensiva durante el año pero cuando llega la época de las vacaciones mi compañera y yo vamos al revés que todo el mundo y es cuando más horas nos toca hacer y las peores, porque apenas hay trabajo.

Siete y media de la mañana. Llega el metro. Me desplazo un poco para entrar al vagón de al lado que parece menos lleno -ya de por sí poco llenos estos días en los que trabajamos una minoría a juzgar por la de sitios libres que hay-. Me siento. ¿Leo o escucho? Llevo días "escuchando" porque acabo con la vista bastante cansada pero echo de menos leer una buena historia. Me decido a leer. Mala decisión.

Entra una mujer cantando. La conozco. De vista. Y de oídas, ¡cómo para no haber reparado en ella! La he oído caminar por el andén de una de las estaciones por las que paso hacia mi primera parada. Es una fanática religiosa que va arengando a todo el mundo y a nadie en particular, a voz en grito, diciendo cosas como "¡¡Arrepiéntete!! ¡¡Ama a Cristo!!" y cosas del estilo. Su aspecto exterior es bueno, va bien vestida, no parece que pase hambre, ni que esté viviendo en la calle ni que por lo tanto haya perdido unos cuantos tornillos, lo que por otra parte sería comprensible en una situación así y suscitaría más lástima que otra cosa.


Tenemos el honor de que se suba a nuestro vagón. Nos infla las orejas y la cabeza de doctrina servil a Dios, de la vida en adoración al Señor, de que no nos podemos quejar de que en nuestras casas las cosas no vayan bien si no le amamos, etc etc. Nos da lecciones interminables de fanatismo, nos cuenta que a su casa van mujeres a las seis de la mañana a rezar ¡a las seis de la mañana!. Y digo yo, ¿qué hace ella en el metro que no está rezando con ellas? Los del vagón de hoy hubiéramos estado muy agradecidos si hubiera decidido acompañarlas. También me he acordado de sus vecinos. Como recen igual de alto que esta mujer habla seguro que ninguno se levanta tarde.

Yo sin poder leer una línea menos de cinco veces. Al llegar a la segunda estación de mi recorrido pienso: "bueno, ya está, se baja y ahora a pegar voces por los andenes". Pues no. Sigue. Se suben pasajer@s nuev@s. Resoplan. Murmuran. Uno pierde los nervios y pregunta tan alto como ella: "¿te queda mucho?". Inútil en el mejor de los casos. Esta mujer está en trance. Le ignora. ¿Habrá desayunado galletitas psicodélicas? El hombre desesperado, se baja y se cambia de vagón. De fondo se oye la música frenética de un acordeón  de alguien que estará tocando para ganarse unos eurillos (o eurazos que yo creo que se sacan una pasta gansa al final de la jornada). En ese momento siento que amo a todos los músicos y artistas ambulantes que realmente hacen algo para ganarse el dinero. Es un concepto de trabajo sutil pero por dios, ¡no, por dios no!, ¡por favor! que alguien se lleve a esta tipa.
Empiezo a tener pensamientos asesinos.

Así hasta seis estaciones. Parece poca cosa pero allí dentro, atrapados entre ese espacio reducido y la intención de llegar a tiempo al trabajo no es baladí tirurí.
Me contengo. Me resigno a leer la misma página cinco veces, los párrafos en orden aleatorio, total no me estoy enterando de nada. Se me ocurren mil argumentos que rebatir a la individua. Cojo un punto y seguido y de carrerilla me impulso y me leo una frase de un tirón. Parece que lo he conseguido. Estoy en mitad de la siguiente frase y oigo a la mujer desenfocada, de fondo, pero su palabras crecen y las vuelvo a tener en mis oídos.
Se baja por fin y respiramos todos de alivio. Se baja en la estación en la que ya la he visto gritar otras veces. ¿Aprovechará su viaje al trabajo para convertir? Cuando la ves por primera vez piensas que va a sacar agua bendita y la va a asperjar a todo lo que se mueva y/o respire. Apenas me he recompuesto y ya me va a tocar bajarme a mí para el transbordo. Voy a cambiar de lectura. Llevo varios días intentando leerme un ensayo que está bien pero que no es apto para esas horas tan tempranas. Lo marco y busco otro libro (electrónico. La biblioteca de Alejandría no se quemó, la llevo yo en el bolso. Ojalá.) Hojeo las carátulas. Mmmmmm.

Camino por el interminable pasillo de todos los días y llego al andén para retomar mi trayecto en otra línea. Me subo al vagón. Por fin puedo leer tranquilamente. Selecciono el libro nuevo. Empiezo. No me entero. ¿Me pasa algo? ¿Estoy enferma? ¿He perdido mis superpoderes lectores? No. La mujer de al lado tararea una canción por lo bajo. ¡¡Aaaaarggggg!! Tengo buen oído. Es útil pero a veces es una maldición. La oigo perfectamente. No me concentro en lo que leo. Será que con tanto amor a Dios se me ha ido el santo (la santa en mi caso) al cielo. Contesta una llamada.
Cómo no, se pone a hablar normalmente, como lo haría en su casa o en el bar. Es fundamental que los demás viajeros no perdamos detalle de su conversación. ¡Lo que nos íbamos a perder!: "Te llamé pero se me quedó el teléfono colgado. Y luego te llamé y no me lo cogías" Bueno, depende de dónde se quedara colgado el teléfono. Desde luego si a Pelotillo se le quedara colgado su móvil de un precipicio yo tampoco se lo cojería.



Ya totalmente cabreada por mis infructuosos intentos de leer cierro el libro y enciendo el reproductor de mp3. Me enfrasco en la batalla naval que dio origen al nombre de "Armada Invencible", que aunque me está aburriendo un poco, al menos entre los cañonazos y la voz tan agradable de Juan Antonio Cebrián, no me volverán a boicotear.

En el camino a pie a la oficina he sido interceptada varias veces por una transeúnte que no hacía más que cruzarse en mi trayectoria e invadir mi espacio y cuya colonia me estaba levantando el estómago. Solo íbamos ella y yo así que de ahí mi malestar, que había calle de sobra.  Al final me la he quitado de encima.

Creo que hoy a pesar de todas las intentonas de los hados de sacar la mala bestia que hay en mí me he portado bien. Espero que los Reyes Magos hayan tomado buena nota y vean que este año he sido muy buena para lo que podía haber sido. Si no, tendré que unirme a la predicadora del metro y gritar con ella:
 "¡¡Arrepiéeentete!!"


26.12.11

Navidad y pensamientos locos


Ya se ha pasado la navidad. Esto fue lo que me dijo Pelotillo el 25 por la noche, de vuelta a casa, después de la comida familiar.
A mí se me cayó el alma a los pies.

Es habitual que para algunas personas la llegada de la navidad sea motivo de tristeza. Bien porque echan de menos a un ser querido que ya no está, porque recuerdan algún acontecimiento desagradable que coincide con esa fecha o porque precisamente en esas fechas en las que aparentemente todo el mundo está feliz y contento es cuando más contrasta un estado de ánimo triste que se agrava aún más. 

Mis peores catástrofes han rondado siempre la navidad. No sé si porque en esas fechas se produce un efecto resumen del año/vida y la gente toma decisiones que antes no creía necesitar o porque entra prisa por apurar los cambios para empezar el nuevo año estrenando situación vital, incluido mi propio organismo.

En realidad en estas fechas la gente no está mucho más alegre ni divertida, si obviamos las copas de las comidas y cenas de navidad. 
Más bien parece que estemos complacidos con el ambiente que se crea alrededor, imbuidos por ese sentimiento apacible, familiar, obsequioso que lo impregna todo y nos hace querer ser mejores personas. 

Aceptamos blandamente el trance y somos más condescendientes, todo es luz, color, brillo, pensamientos positivos (en teoría) alrededor de qué regalar, cómo preparar la cena, la comida, etc. Acompañados también por los negativos de las prisas para comprar, inmolarse anímicamente al entrar en un centro comercial atiborrado de gente, no saber qué escribir en la carta a Papá Noel y a los Reyes en nombre de tantas personas, cómo impresionar el estómago de los invitados sin apenas cocinar...., llegar a fin de mes..., no coger cuatro kilos extra que nos obliguen después a meter tripa para entrar en los pantalones... 
(Para eso se hicieron las rebajas, para renovar el vestuario después de las fiestas porque ya nada te vale, pero a la mitad de precio que si no en pelotas que íbamos a ir).

A mí lo que me deprime es precisamente que se acabe toda la magia. Las navidades como adulta no son lo que era de niña porque son una carga de trabajo extra pero me gusta reunirme con mi familia, respirar el ambiente festivo, ver la iluminación de navidad, ver películas sobre navidad, escuchar canciones navideñas -aclaro que no los villancicos-, los anuncios de perfumes...


Sí, me gustan los anuncios de perfumes. Están cargados de promesas y puntos y a parte de lo más interesantes. Tienen una magia que fuera de esas fechas no pega (chirría)...No me miréis así, por algo semejante sería que elegí Publicidad, ¿no?...Jo.

Hay unos cuantos momentos perfectos en la navidad (como adult@):

-ver una buena peli que reponen en la tele en las noches previas a los días señalados, a ser posible tarde, que descubres por casualidad cuando todo está en silencio, y con poca compañía (no más de uno) 
-ayudar a la Corte Real y Papal Noélica, a envolver regalos a altas horas de la noche mientras escuchas de fondo una buena peli, o no tan buena, que ya has visto; o escuchas música tranquila. O tu programa de radio favorito (el mío es de madrugada pero si no también vale un podcast).
-escribir, (generalmente fuera de fecha porque es en las noches previas a nochebuena) felicitaciones de navidad que no has podido enviar antes (yo este año no he enviado ninguna).
-la noche del uno de enero disfrutar de un merecido descanso en el sofá pensando con alivio que se acabó la paliza pero aún te queda Reyes para saborear los últimos momentos navideños.

Entre las cosas que no me gustan nada de la navidad está la interpretación religiosa. Respetar respeto pero no hay cristiano que me convenza de que no es más que una tradición.
Tampoco me gustan los dulces navideños, solo el roscón de reyes y los turrones de chocolate pero éstos prácticamente no cuentan porque no son muy turrones, son como tabletas de chocolate vestidas de gala.

Algo que no entiendo aunque tenga toda su lógica es desearse "feliz salida y entrada de año". Es lógico porque uno se lo suele decir a la gente que va a ver nada más empiece enero -no es plan de desear felicidad para el año entero si te vas a ver todos los días- pero sin embargo no se utiliza en las felicitaciones, donde se suele decir "feliz año" o "feliz 2012". 
Quizás es que la tradición de las uvas es más peligrosa de lo que parece y tememos por la salud de nuestros congéneres, más concretamente por la muerte por atragantamiento.


Tradición la de las uvas por cierto que puedo incluir entre las cosas que no me gustan de la navidad. Solo una o dos veces en mi vida he conseguido comérmelas a tiempo. Debería decir que el resto de veces ni lo he intentado y siempre empiezo antes. Eso de felicitarse el año justo después con los mofletes  hinchados como los de un hamster disparando pepitas  a discreción con cada beso me resulta incómodo. 
Pero notar que la casi docena de uvas dentro de la boca se asoma peligrosamente a mi garganta me angustia. 

Lo que llevo fatal es que se acabe la navidad y empiece enero, como si nada hubiera pasado. Me entristece y necesito quitar los adornos en seguida, que si no parecen caídos después de una batalla perdida en la que no hay vencedores.

Como una jarra de agua fría llega el mes más empinado, con su realidad cruda y dura, seguido de un montón de largos meses por delante para trabajar, madrugar, suspirar por puentes o por las vacaciones de verano y donde te tienes que quitar todo el encanto navideñil de un manotazo y ponerte la máscara de soldador para caminar entre el gentío camino de un año nuevo.  Se acabó la ciudad iluminada de noche, ya no hay que pensar en el prójimo y todo el mundo tiene el mismo mal café de siempre.

Menos mal que vivo en España y aquí se celebra el 6 de enero que si no, no sé qué haría yo con una navidad tan corta. Probablemente tendría que suicidarme con una pistola de polvorones.

23.12.11

Navidad en las pequeñas cosas



Feliz Navidad

21.12.11

¿Y si toca?


¿Cómo cambiaríais vuestra vida?

20.12.11

Fotografía consciente



Ésta es una muestra de lo que he disfrutado en L'Atelier de Jackie Rueda.

29.11.11

Entradilla

Dícese del nuevo formato de las entradas de este blog principalmente debido a su breve extensión (y casi siempre sin fotos). 


Blog al que por falta de tiempo no puedo mantener actualizado.
Es un respiro a mis lector@s, ya habituados a leerse mis entradas por tomos.


24.11.11

Diciendo verbarbalidades

Cuando no consigues hacer ni una canasta después de dos horas estás practicando maloncesto
Pero no hay que preocuparse. Un mal día lo puede tener cualquiera. 
Eso no significa que seas un retrancado mental.

[Tontuneces del fin de semana, a punto de llegar al siguiente...]

14.11.11

La fugitiva

Ésa soy yo. Me escapo de mis obligaciones para pasarme por aquí y saludar.
Entre estar haciendo folletos, medio terminando cosas para LPECADMS y el puente halloweenero de por medio -puente que laboralmente no he disfrutado- y un curso on line de fotografía que es altamente recomendable y del que hablaré con algo más de calma -aunque no mucho, lo mejor es hacerlo- no tengo apenas tiempo para pensar siquiera en las entradas de In Scriptum y ¡os echo de menos!.
Volveré.

20.10.11

Devorador@s de historias: Memorias de África

¿Quién no recuerda a Robert Redford apuestamente vestido de Coronel Tapioca, seduciendo y encandilando con su planta y garbo a una Meryl Streep soberbia (soberbios los dos), de aire entre cándido y despistado tan apropiado para un personaje como el de ella?

Pues nada que ver con el libro original. Oí hace poco hablar de la película y me entraron ganas de volver a verla. Todavía no lo he hecho pero busqué el libro y empecé a leerlo.

"Yo tenía una granja en África, al pie de la colinas Ngong..." son las primera palabras y a partir de ahí empiezas a sumergirte en un mundo distinto, un libro distinto al que me esperaba.

He de decir que al principio la lectura se me hizo lenta y a veces el ánimo no está para esos ritmos así que dejé en suspenso la historia y me dediqué a regalarme la oreja con el mp3.
Pero no me gusta dejar un libro a medias. 


Creo que en mi vida he dejado a medias una decena de libros: El padrino, de Mario Puzo (prometo que lo he intentado varias veces y siempre lo dejo en el mismo punto); La Caverna, de Saramago (un libro sin capítulos es como un calendario sin meses, no sabes en qué momento estás); Mundodisco, de Terry Pratchett (no pasé del primero; sí, lo sé, aquí es cuando me matan: es buenísimo, divertidísimo, ingeniosísimo y yo no le quito ningún "ísimo" pero me aburre muchísimo, no de bostezar y eso, si no de empezar a pensar en poner la lavadora cuando llegue a casa, calcular si hoy por fin me dará tiempo a hacer yoga, o en darle cuerpo a la próxima entrada que voy a subir). Me dejo en la memoria otros pero no los recuerdo, quizás porque son como pequeñas manchas en mi expediente lector...

Retomé Memorias de África y poco a poco fui apartando de mi mente la ropa tendida, las posturas imposibles y las palabras desordenadas y me dejé seducir por el relato. 
La protagonista, la baronesa Blixen-Finecke, habla de sus vivencias en el continente africano. Danesa de origen se ha trasladado allí junto con su marido, del que poco se sabe durante toda la historia, y han montado una granja cuya principal finalidad es ser plantación de café.
A lo largo de sus años de estancia allí nos describe cómo son las diferentes tribus, sus costumbres, el choque cultural entre ella que es nórdica y la forma de vivir y pensar de los masai, los kikuyu, los somalíes...

La historia nos cuenta las visicitudes con las que se encuentra la autora en su quehacer diario, en medio de una población que es colonia británica, y desde la posición acomodada de baronesa aunque en su caso no es sinónimo de ociosa.
Es una mujer muy humana y atípica, divertida, de mente abierta, reflexiva y generosa la que nos va introduciendo en el país como una perfecta anfitriona, atenta a los detalles, haciendo que nos sintamos cómodos, relajados y comprendamos muy bien el cariño y la nostalgia que se traslucen en su discurso. 
Tal es el entusiasmo y el cariño que transmite que antes de finalizar el libro sientes que has estado allí, que has vivido con ella esas experiencias y que llevas un poquito de África en el corazón. Es una historia llena de sensibilidad, de ternura y sencillez, donde en más de un pasaje he tenido que contener las lágrimas de pura emoción. 

Suena cursi en la entrada (no soy tan buena escritora como la autora) pero para nada hay sensiblería fácil en la historia.

Hasta la mitad del libro yo buscaba esa historia de amor arrebatadora y apasionada que me trastornaría y me haría perder el juicio por la desesperación del lector/espectador (los que habéis visto la película más o menos me entenderéis) pero lo que encontré fue una historia sencilla, sobre gente sencilla y sobre acontecimientos sencillos que me ha enamorado totalmente pero de una forma tranquila y serena, como una conquista lograda poquito a poco, sin darte cuenta, sin aspavientos. 
La historia de amor está esbozada, pero tan sutilmente que casi pasa desapercibida y he tenido que leer información adicional sobre el libro para ver la conexión.


La película está inspirada en varios libros y entre ellos, dos son de la autora y protagonista, Karen Blixen. Es fácil reconocer qué elementos han sido escogidos de éste para la película, incluso el personaje que interpreta Robert Redford, y no me extraña en absoluto que los hayan aprovechado. 

Tengo un recuerdo ligado a esta película desde hace muchos años (cuando termine la entrada voy a ser la abuela de Matusalén). En uno de mis muchos viajes a Orense me fui una vez en tren, sola, en horario nocturno. Me apetecía vivir la experiencia (con el tiempo tengo claro que lo mejor de la vida es experimentar las cosas, es la constatación de que estás viv@).
Iba en asiento, no en litera, y no por nada creo que no volví a hacer semejante viaje nunca más. 

El caso es que conocí a una chica más o menos de mi edad, unos años mayor, que iba escuchando la banda sonora de la película. Se la ponía una y otra vez toda la noche y me contó que había tenido una relación con su jefe y que su jefe la había dejado y que no podía dejar de escuchar la banda sonora. Por lo poco que me contó deduje que su jefe debía de ser mayor que ella y que estaba casado, o simplemente recurrí en mi mente al tópico pero había algo contenido en la forma en que ella lo contaba que era del modo en que uno no cuenta algo que se sabe que no suena bien. 

Fue una situación extraña pues ella deseaba desahogarse y a la vez tampoco quería entrar en detalles, yo era una desconocida; por lo mismo yo tampoco insistí y la dejé contar lo que quisiera pero se veía que lo estaba pasando mal y me daba pena. Había algo de entrañable en que se pusiera la música de la película una y otra vez, como si quisiera retener en su memoria una existencia que había perdido y no volvería a recuperar. Como en el libro. 


10.10.11

Con otra mirada

Tal y como prometí aquí pongo la foto de mis gafas nuevas.

[La foto no es muy buena pero es que en casa tengo buena luz por las mañanas=cuando no estoy]

El búho no venía con ellas pero bueno a ver si así se me pega algo de la buena vista que les caracteriza. Podría haber puesto un águila pero no conozco ninguna, y si la conociese no me cabría, ni tampoco tengo ninguna en pequeñito. De todos modos a las gatas las águilas no nos hacen mucha gracia. Ni los búhos pero como éste estaba petrificado...

La verdad es que fue ponérmelas y mis ojos se relajaron al instante. La diferencia de graduación, a peor, ha sido poca, pero suficiente para que me molestara así que ahora puedo mirar feliz. Se me sigue cansando la vista si la fuerzo durante mucho tiempo delante del ordenador pero es lo que pasa con la vista, que con el tiempo se cansa.

Ya...supongo que con la foto de las gafas diréis: "ah, pues muy bonitas/muy feas/muy normales/muy gafas pero si no te vemos las cara no sabemos cómo te quedan" "Anda que no te gusta hacerte la misteriosa ni nada...".

Os podría decir que me hacen cara de pelotilla (es decir, intelectualilla), que todavía no me adapto bien porque antes eran de otro tipo y la montura completa de acetato requiere acostumbrarse, que me da vergüenza salir en las fotos, que si quiero mantener el anonimato pero la verdad, por una vez no creo que pase nada. 





Total, ya me habéis visto en mi foto de perfil.
¿Qué? ¿Qué tal me quedan?

6.10.11

Facebook y la máquina del tiempo



A día de hoy casi todo el mundo tiene un perfil abierto en facebook. Se podría decir que en muchos casos, privada y comercialmente hablando, si no tienes facebook no existes. Las redes sociales han experimentado un crecimiento imparable; cada vez estamos más localizables que nunca. Si a eso le sumamos iPhones y androids pierde todo su sentido aquello de huir a una isla desierta porque daría igual. Seguro que podrías hablar por teléfono, chatear, leer las noticias, actualizar tu blog, te podrían traer comida a domi-isla -chiste fácily podrías organizar tu propio rescate. 
Los naufragios han perdido todo el romanticismo.


A lo que iba. Yo soy más de twitter porque ante tanta saturación de información haría falta pasarse el día pegado al ordenador/iPhone/android/tablet/loquesea para estar al día y aún así no sé si sería suficiente. Lo dice alguien a quien le pone nerviosa leer el periódico porque como devoradora de libros que soy, tengo que leérmelo de cabo a rabo y eso es imposible y absurdo.

Twitter es muy agradecido porque es sintético, para empezar tiene límite de caracteres en lo que sería equivalente al muro de facebook, y por si fuera poco te acorta las direcciones web.  Sería como la aplicación de los titulares de los periódicos a internet permitiéndote escoger lo que quieres a un golpe de vista, incluso para mí que el periódico me lo tengo prohibido por motivos de salud.

Facebook me cuesta. Entro, leo y escribo alguna cosilla. Pero me cuesta.
He llegado a pasarme semanas enteras sin entrar. El formato me parece horrible, limitado, antiguo, rígido, lineal.
No le discuto la inmediatez y la capacidad de difusión pero no hacemos buenas migas.
Entre los peros le encuentro que tiene mucha jeta, cualquier aplicación que quieras usar la pagas dando vía libre a que el programa (o váyase a saber quién) acceda sin límite ni consideración a tus datos, y es más, permitiendo que ponga publicaciones en tu nombre si le apetece. 
Así que un día cualquiera podría yo entrar en facebook y encontrarme con que sin saber cómo estoy promocionando productos para pérdidas de orina, o la caza ilegal del marabú, o apoyando que repongan Verano Azul. Pues no, así que en mi caso, una vez que inicio sesión, poco puedo hacer  que no sea visitar los muros de los demás y dejarle unas palabras.
Y al final, si quieres preguntarle o decirle algo importante a alguien tienes que escribir un correo electrónico, por discreción, algo que puedes hacer perfectamente fuera de la aplicación. Si es que al final invita a la superficialidad sino parece eso un patio de vecinas cotillas.

La ventaja que tiene, repito, es la inmediatez. Me permite saber de mis amigas en la India o de todas aquellas personas a las que por falta de tiempo no puedo ver a menudo y así sé qué tal les va.
Bueno, o intuyo qué tal les va. Porque esa es otra. Mucha gente utiliza fb como escaparate (no me refiero a mis amigas en la India). Que con tanta foto cuando celebran un cumpleaños se les deben de derretir las velas en la tarta...si es que llegan a la tarta. Que se podría hacer una animación juntando todas las fotos y poniéndolas en formato vídeo y tendrían un corto..

Están l@s empalagantes: que si foto de perfil (no del perfil), que si foto de espaldas, que si ahora una carita, unos morritos, yo pasándomelo bien, yo siendo aclamado por mis colegas, yo luciendo palmito (mal) disimuladamente -que es de lo peor-, en definitiva, yo yo yo yo y qué bien me caigo... Que me parece bien subir fotos y compartir pero con naturalidad, hombre. Que esto es como antes cuando la gente se iba de vacaciones a sitios remotísimos y carísimos para contarlo después.

También están aquell@s que tienen tantos amig@s que podrían gestionar el departamento de personal de una multinacional. Lo admiten todo. Indiscriminadamente. Y luego no pisan fb ni para comprobar si ellos mismos siguen dad@s de alta. (Excluyo de esta categoría a la gente que realmente tiene much@s amig@s.)

Luego estamos los que nos dimos de alta por curiosidad, porque alguien nos insistió, por pasar mejor un rato de aburrimiento, y que nos dejamos ver menos por allí que por un hospital, no vaya a ser.

A pesar de todas estas razones un día me animé a escribir en un grupo de ex-alumnos de mi cole. De esa forma en que lanzas una botella al mar y lo que esperas es que se termine rompiendo. Pasaron los meses y aquello estaba más desierto que Los Monegros hasta que en septiembre la botella volvió; sí, hay vida en ese grupo y empiezan a aparecer antigu@s compañer@s de babi y escuela.

Entre todos -algunos más que otros entre los que yo no me encuentro- hemos ido reconstruyendo la memoria de esos años, a fragmentos pero ha sido (es) como vivir una especie de shock. Perdí la pista a casi todo el mundo de esa época y la vida me fue llevando por otros (a veces tortuosos y otras, satisfactorios) derroteros. 
He resucitado recuerdos que me parece increíble que aún estén ahí.  
Meterte de nuevo en la piel de una niña de 4 años -y de ahí en adelante- desde la perspectiva de una muchacha lozana, sabia, culta y despampanante, tal cual soy hoy, no es fácil (tampoco lo de ser despampanante, eh, pero lo llevo con humildad y modestamente como se puede ver).  
En consecuencia empiezan las comparaciones. No las malas, esas envidiosas, si no las de ver cómo han transcurrido las vidas de tod@s: "anda si ésta tiene hijos", "halaaa, qué poco pelo le ha quedado a éste...", "pero, ¡¿ésta es fulanita?! si no parece la mismaaa", en fin, ese tipo de cosas. (Es fácil comprobar que las comparaciones son para los demás que yo me sigo viendo como siempre pero eso supongo que le pasa a la mayoría)

Empiezas a pensar -vale, sí, yo, que soy una filosofona- qué momento importante de su vida coincidiría con aquél tuyo y cómo será su visión del mundo desde entonces y en qué diferirá de la tuya....Vamos, ralladuras de limón que tiene una. 

Luego están las noticias tristes, miembros del colegio que han perdido la vida y alguno que sigue vivo pero que se ha echado a perder y en realidad no sabe ni le importa si está o se ha ido. Entonces se te encoge el estómago porque es como si fuera algo tuyo aunque en realidad no con todos has tratado tan estrechamente. 

Y por último la gran duda: ¿qué quedará de aquellas fricciones, animadversiones, tiranteces o simplemente falta de afinidad de entonces? ¿Seguirán latentes en el punto en el que se dejaron? ¿Se habrán olvidado hasta el punto de no recordarlas? ¿La infancia es una fase pasajera en la que tenemos un comportamiento concreto y con el tiempo y las experiencias podemos llegar a ser bien distintos o el que tuvo retuvo? 

Yo tengo suerte porque como parece que al final de esa etapa me flashearon con el neuralizador de M.I.B....

...Aunque alguna cosilla recuerdo...

...A ver....

...Dejadme pensar.........

....Mmmmm....




27.9.11

Para no perder de vista




Necesito ver la realidad con otros ojos. Como no puedo cambiarme de ojos me cambiaré de gafas.
Llevo gafas desde mi más tierna infancia y a pesar de que actualmente y desde hace tiempo ya hay operación para corregir mi defecto visual no me apetece nada pasar por ello y menos desde que he sabido que, por ejemplo, una persona operada de miopía pierde algo de visión nocturna. No, no, no. Prefiero seguir viendo bien -con gafas- de día y de noche mal, como siempre pero no peor, que ya es suficiente.

Otra opción que me podría plantear sería ponerme lentillas. Lo consideré hace tiempo pero al final necesitas seguir usando gafas así que la mejora no era tanta. Por entonces no experimentaba las inexplicables sensaciones que me provoca la alergia pero evidentemente, pasado el tiempo, me alegro de no haber decidido usar lentillas. 


El caso es que durante el último año mi vista ha ido a peor. Quizás debido al puesto de trabajo que de ergonomía conoce las seis últimas letras -las que coinciden con economía-, a que el monitor tiene una definición que hace que la imagen esté un poco indefinida -otra vez el acertijo de ocho letras-, y a que me obliga todo ello a mirar desde muy cerca y esto hace que mi tiempo de trabajo parezca más grande de lo que es.  Así que cada vez que salgo de la oficina me siento deslumbrada por la luz y la inmensidad del mundo que está ahí fuera.

Como consecuencia me cuesta enfocar lo que veo, una buena metáfora sobre algunos puntos de vista que debo revisar.  A lo mejor un día descubro que ya no necesito gafas y me resista tanto a creérmelo que me empeñe en ponérmelas para seguir viendo todo tan confuso, que total es a lo que me he acostumbrado. En ese caso intentaré recordar esta entrada e iré poniéndoles mis gafas antiguas a tod@ con el que me cruce.

De momento iré a la óptica a ver si cuando salga lo veo todo mucho mejor. Debería comprarme unas gafas de montura rosa.


 [¿Por qué todas las fotos de gafas se hacen con las gafas "mirando" a la izquierda?]

15.9.11

Devorador@s de historias: Canción de hielo y fuego - Festín de cuervos

Doy por finalizada, de momento, la saga a la espera de que salga el siguiente libro: Danza de dragones.  Éste junto con Festín de cuervos constituyen una especie de dos tomos de los acontecimientos que se suceden simultáneamente en Tormenta de Espadas, y su continuación.

Para mí Festín de cuervos se puede resumir principalmente en dos sucesos: uno que no hubiera querido que se produjera y que no me esperaba para nada, y otro que estaba deseando y no llegaba nunca. 

Con algunos personajes este libro supone la confirmación de que me he pasado al lado oscuro porque aquellos que en un principio resultaron odiosos cuentan con mi más firme apoyo a estas alturas. Quizás es que hasta los lectores podemos ser cambiacapas.

Estoy deseando saber qué ha sido de todos esos personajes que no se han mencionado en este libro y de los que se hablará en Danza de Dragones; estoy deseando llegar al final de la saga. Tengo unas cuantas preguntas sin resolver que no formularé para no desvelar nada de la historia y estropear la intriga, que al final es lo que nos mantiene pegados a los libros.

Por el resto diré que el relato a veces me invita a evadirme pensando en elefantes con tutú, avestruces con chistera, a repasar mi lista de tareas pendientes o a recordar lo que hice el día anterior porque me distraigo irremediablemente. Creo que ya he dicho que tengo una gran capacidad de desconexión-evasión cuando algo no me exige concentración o no me entretiene lo suficiente así que seguimos igual. 
No obstante sigo aplaudiendo el enorme trabajo de documentación realizado por George R. R. Martin, su inagotable y precisa imaginación y su capacidad para organizar tanta información y no hacerse un lío, o al menos que no se note.

Me gusta releer algunos libros porque sus historias me gustaron o porque siempre se aprecian detalles que no se vieron en la primera lectura (a veces la segunda lectura provoca que la historia no parezca tan estupenda como la primera vez; no se sabe cuándo merece la pena acometer la tarea) pero en este caso creo que necesitaré que pase bastante tiempo porque algo de pereza sí que me da.

[No incluyo enlace porque
al final te enterarás de
que el asesino es el
mayordomo]

5.9.11

Viana do Castelo




Siguiendo con el tema de las vacaciones -se nota que me resisto a aceptar que se terminaron y de eso ya hace unas tres semanas- es de visita obligada pasar un día en Viana do Castelo, población portuguesa que nos viene muy a mano desde el centro neurálgico de operaciones vacacioniles.

Galicia es muy bonita pero la pega principal que tiene es que las carreteras no siempre son tan rápidas como gustaría y a veces tienes que invertir mucho tiempo en poca distancia. Esto hace que las posibilidades de pasar un día fuera, y no la noche, se vean condicionadas a la variable tiempo-espacio.

Viana tiene puerto, mucho encanto y un restaurante, O Pescador,  en pleno casco histórico, donde sirven un arroz com lavagante -arroz con bogavante- que quita el sentido y a un precio más que razonable. Allí se come pronto: a eso de las 12 p.m. ya dan comidas aunque en las zonas turísticas el horario se amplia a los hábitos españoles.

En O Pescador todo está bueno, hasta los entrantes. Es costumbre que, hasta que te sirven el arroz, te pongan tapas variadas que incluyen aceitunas aliñadas, porciones de quesos varios, patés -mi favorito es el de cangrejo- mantequillas con sal y diversos tipos de panes -mi favorito es el de maíz, podría vivir una temporada a base de paté de cangrejo y pao de milho*- y si pides un Muralhas de Monçao -un vinho verde estupendo- te lo sirven bien fresquito y entra tan bien que es probable que cuando llegue el lavagante acabes hablando con él como si le conocieras de toda la vida. 

Muestra de arroz com lavagante

Pero no todo es comer en Viana. Tiene un algo decadente que me gusta de Portugal. 

Mil disculpas si me repito pero curiosamente en la parte de Galicia que está cerca de Portugal, al menos en la que yo frecuento, hay cierto rechazo a la población portuguesa. Esto viene de épocas pasadas en las que la precariedad y mucha necesidad y como suele ser habitual en las zonas fronterizas, han provocado que habitantes de todos los pelajes se pasaran a Galicia y no siempre con satisfacción y alegría para los gallegos. Hasta tal punto es que se suele sobreentender que cuando un producto es portugués es portugués, es decir, de mala calidad. 


Por otra parte sería hipócrita no reconocer que la desconfianza hacia el pueblo vecino es algo que viene de lejos, prácticamente desde que el ser humano se ha unido a otros seres para formar comunidades, tribus, pueblos, etc. Ahora todo resulta más cercano, más próximo, ya tenemos un conocimiento más aproximado de las realidades que nos rodean y los mitos y leyendas provocados por el desconocimiento dan paso a otros producto de la sobreinformación. A mi la verdad, cuando oigo esos comentarios me parecen algo anticuado y que responden más a algo que se dice por costumbre que porque queden argumentos que lo sostengan.

Afortunadamente para mi visión políticamente correcta en la que todos los que podemos económicamente somos miembros de la Comunidad Europea esos prejuicios no existen. 
Ironías a parte es cierto que yo no tengo una visión tan local. Cuando viajo a un sitio que no conozco intento aparcar mis prejuicios y mirarlo con ojos nuevos. Yo no sé si todo lo que hacen en Portugal es de peor calidad o no. El calzado por ejemplo me parece un poco más feo pero quizás sea más cómodo, vaya usté a saber. A mí los portugueses me parecen como los españoles: unos mejores y otros peores, y hablando portugués.

Me gusta su sentido del color, a veces las combinaciones que hacen me parecen un poco contrastadas pero no se les puede negar alegría y vitalidad. Mezclan -al menos en lo que yo he visto- lo antiguo con lo moderno de forma que conviven con dignidad lo uno y con sencillez lo otro y me parece muy simpática esa costumbre a media tarde de dejar un ratito para el café y un dulce. Si pides un café te lo ponen en una tacita pequeña, apenas puedes coger el asa sin temor a que se escurra -imposible engancharla con algún dedo- pero tiene un buen sabor. Algunos cafés servidos en taza pequeña necesitan tres kilos de azúcar y siguen siendo amargos pero el que he tomado en los diferentes sitios en los que he estado de Portugal no.

Tienda de artesanía textil

Me gusta viajar a Portugal y la verdad es que me gustaría conocer otras regiones . Como siempre, me encantaría vivir una temporadita allí para sentir el latido de sus calles, sus gentes, sus costumbres.
Si es que tengo alma de rica bohemia...




*[Mi teclado no está en portugués y a pao le falta encima de la "a" el signo que hace que la eñe sea eñe y no ene]

1.9.11

Devorador@s de historias: Canción de hielo y fuego: Tormenta de espadas I y II


Este libro se divide en dos tomos. Yo me los he leído en uno solo y la verdad es que poco más puedo decir sin destripar el argumento. George R. R. Martin no defrauda: vuelve a mantener en tensión y a aburrir de vez en cuando.
Todo se complica y la "vida" de los personajes se va acumulando. Salvo los principales, de donde vienen algunos personajes secundarios cuesta recordarlo y sigo la lectura buscando pistas que me ubiquen con respecto a ellos.  La estructura de dividir los capítulos por personajes dejando el final de cada capítulo en suspenso produce la sensación de que cada capítulo es como un libro con una historia diferente, con esa sensación de lectura interruptus que te deja fuera de juego. Yo en ocasiones he tenido que dejar la lectura antes de lo que pensaba por la intensidad de los acontecimientos y porque saltar a otro personaje y meterte en su historia era incompatible.

Leyendo la historia de la saga realmente parece que estemos leyendo un libro de historia más que una novela por lo largo que es todo, por la cantidad de acontecimientos que suceden y por la postura objetiva y neutral del narrador y autor con respecto a la historia. Los personajes viven a su libre albedrío. Se casan se mueren y no hay favoritismos por parte del autor, no hay buenos ni malos, ni héroes ni villanos salvo excepciones. Como los mismos seres humanos, pueden cometer actos viles o desarrollar comportamientos heróicos; aprenden, evolucionan, cambian de opinión, se traicionan o se ayudan.
En línea con esto vuelve a mostrar aspectos positivos de personajes con los que en principio no te identificas haciendo que en contra de tu voluntad te encuentres deseando que algunos tengan éxito y les salgan bien las cosas. George R. R. Martin te lleva por donde quiere.

Sigue resucitando a los muertos y tiene la habilidad de no prepararte para lo que va a suceder no siendo extraño que estés leyendo un pasaje algo soporífero y de repente empiecen a pasar cosas que desembocan, en muy poco tiempo, en sucesos que intentas asimilar incluso cuando ya has terminado de leer esa parte. Infártico total.
Eso contribuye a dar la sensación de que como en la vida misma, los acontecimientos se suceden y a veces pequeñas decisiones, reacciones humanas y hechos fortuitos son el principio remoto de hechos irreversibles y de gran magnitud. 

De momento me queda por leer el último libro publicado. Por un lado necesito un descanso. Veo otros títulos, otras sinopsis y me atraen pero cada vez que retomo la lectura de Canción de hielo y fuego, es abrir el libro y me atrapan los cantos de sirenas; me dejo llevar, me dejo llevar, me dejo llevar....


(Para evitar estropearte la historia
en esta ocasión hacer clic en la imagen
no te llevará a
ningún sitio)

26.8.11

En un lugar llamado Rinlo

Ya he dicho muchas veces que a mi me tira el norte para las vacaciones de verano. Cuanto más al norte mejor y si por mí fuera eso abarcaría cualquier lugar hasta Islandia. No puedo porque mis emolumentos no tienen superpoderes y no se pueden estirar más de lo que ya se estiran -que no es poco- pero por mí que me iba tan ricamente incluso a pasar frío frío de verdad cuando en Madrid se empieza a pasar calor. Tranquilamente me montaba yo mi propia hibernación del verano y me quedaba más fresca que un palito de surimi en el congelador.

Es por ello que Pelotillo, desde que estamos juntos, ha sucumbido a los encantos de Galicia y Asturias como destino de vacaciones ("¿dígame?") y aunque a veces nos planteamos otros lugares como ¡el sur! (en pleno agosto, ¡qué osados!*) al final la cabra tira al monte y en este caso al monte gallego principalmente, y dos cabras en vez de una.
Darse un baño en vivificantes aguas cuya temperatura la desearía un pingüino para sí y disfrutar en otro momento del día de un paseo entre verdes montes y roquedos, un baño en un río o un paseo por una aldea rústica es algo que no tiene parangón. 

El respeto vaya por delante pero el plan: playa por la mañana-comida-playa por la tarde-cena-paseo al lado de la playa durante quince días (¡y tan solo una semana...!) me mata. Un mar en calma, más precedible que los campos de Castilla, en el que avanzas, avanzas y ya no ves ni la ciudad en la que te alojas y el agua sigue dándote por las rodillas es algo de lo que me acuerdo puntualmente cuando doy los primeros pasos en el Cantábrico pero que al segundo día me provocaría intentos de suicidio tirándome de cabeza en tan pocos metros cúbicos.

Donde esté ese agua fría, con su riesgo de enfriamiento -riesgo y resultado como me paso con el segundo baño aunque este año fueron en el Atlántico que yo creo que el agua está más fría que en el Cantábrico-, generalmente movido o incluso agitado, calentándote el cuerpo a golpe de mar, no tiene precio.

Uno de nuestros primeros destinos juntos fue Ribadeo. En nuestros corazones ya es nuestro sitio. Nos enamoró todo de allí y de entre muchas cosas se puede destacar la variedad de sitios distintos a los que puedes ir y la de cosas distintas que puedes hacer. Hmmmm....Sí, para una géminis un plan fijo es algo muy parecido a una cadena perpetua y la verdad, las vacaciones están para hacer todo aquello que el resto del año no te ha dejado hacer -bueno, o todo lo que te dé tiempo a hacer-.

Sin entretenerme en más detalles que de explicarlos aquí harían que el concepto de "entradas" del blog quedara totalmente inservible una de las maravillas de Ribadeo -perdonadme que no sea objetiva- es su Ruta de las Playas. En ellas puedes recorrer todas las playas que conforman el litoral ribadense. Nosotros la hemos hecho a pie y en coche. Si quieres disfrutar de un buen baño en alguna de ellas es mejor que vayas en coche porque para hacerla andando es muy larga. 

La ruta empieza en Rinlo. Es una localidad de tradición pesquera que cuenta con un pequeño puerto que en su día fue ballenero (esto ya me gusta menos pero afortunadamente ya no se dedican a su captura).

La zona de Ribadeo tengo muchas ganas de conocerla en otoño o invierno, con mal tiempo. Siempre la he visto con sol y despejada pero tiene que ser alucinante ver el mar picado y gris, el cielo plomizo, sentir el viento marítimo y pasear por las playas abrigadita. Rinlo en particular es un sitio al que le pegan muy bien los días de mal tiempo. Es un sitio donde no me importaría tener una casita, aunque no es el tipo de sitio sobre el que suelo pensar estas cosas. Pero sería genial tener en ella una habitación -o mirador- con vistas al mar aunque sea de lejos, y ver cómo el mar se sacude, cómo las nubes engordan de lluvia y leer un libro o hacer alguna actividad sabiendo que estás calentito y resguardado del mal tiempo con toda la perspectiva por delante de pasar una tranquila tarde de café, bollos caseros y en la mejor compañía.

Vista parcial del puerto de Rinlo

Volviendo a la realidad el pueblecito es pequeño pero está lleno de encanto. He de reconocer que no hemos paseado mucho dentro de él porque siempre al final nos hemos quedado en la zona del puerto y de los bares o nos hemos ido a hacer la Ruta de las Playas.

Una de las primeras veces que estuvimos allí se celebraba La Fiesta del Percebe así que nos apuntamos. Después de un buen rato al sol esperando turno entre un buen número de personas, nos llevamos una ración generosa de percebes para dos, absolutamente limpios y recién hechos, y una botella de albariño por 12€ si no recuerdo mal. 
Nos fuimos a apoyarnos en el muro del puerto y con la ración y la botella sobre él nos comimos de pie y a pleno sol los percebes que estaban increíbles. Como comida era un poco escasa así que nos fuimos a la plaza donde están los bares y restaurantes y cogimos unas raciones de empanada para que los percebes tuvieran donde agarrarse. 
Rematamos la comida con un café en el bar que habitualmente tiene cuatro parroquianos. Ese día se habían quedado sin tazas limpias para servir cafés por lo que tuvimos que esperar pero con gusto, que fueron muy majos.
Y si algún percebe se había quedado agarrado por el camino en su viaje al estómago dejó de estarlo cuando nos pusimos a bailar con la música de la banda que tocaba en la plaza que por pequeña no permitía ni que hubiera escenario. Fue un día que recordamos siempre con cariño y donde nos lo pasamos genial. 

Este año quisimos que el resto de la familia que estaba con nosotros lo conocieran y lo disfrutaran así que allá fuimos. Fue un poco una locura porque desde el pueblo donde solemos pasar las vacaciones a Ribadeo hay tres horas y pico de viaje en coche aunque en kilómetros no debería ser para tanto pero había que hacer el viaje de ida y el de vuelta porque dormíamos en casa de nuevo. 
Fue cansado pero emocionante y muy divertido. Como es habitual la primera parada tenía que ser allí, en Rinlo y sea la hora que sea siempre es bueno coger fuerzas para lo que venga después por lo que pedimos algo para picar en el bar que el día de la fiesta del percebe se quedó sin tazas para servir el café. Pequeño pero encantador.

Choricillo a la sidra
A partir de aquí comenzamos nuestra ruta y a lo largo del día recorrimos más lugares pero tengo que dejar algo para otras entradas. De momento termino la de hoy recordando ese sabor a mar de los percebes recién hechos y tan frescos.

(* El sur me gusta más para la primavera o el otoño.)

25.8.11

San Calcetín

Ayer debió de ser San Calcetín en Pantalón Corto
Tengo asumido que señores de cierta edad -y poco interés por el buen vestir- cuando llegan los calores no pueden prescindir del hábito de estirarse los calcetines después de tantos años de práctica y repiten ritual aunque luzcan pierna al aire.
Pero excepto esto -o que tengas un físico muy particular y espectacular donde lo de menos sean los calcetines, o seas tenista o futbolista, o deportista en general, incluso guiri- no hay argumento que lo justifique.


El caso es que ayer yo no paraba de ver señores, que supuestamente iban a trabajar con el pantalón corto y el calcetín de media caña perfecto, sin ninguna arruga, que parecía que se los habían planchado sobre la pierna.


Pero mis ojos bailaron el waka-waka cuando vi a una chica más joven que yo -unos 20 años, si llegaba, casi de mi edad, faltaría más- con pantalón vaquero corto, zapatillas tipo converse floreadas con calcetín de media caña color marrón pardo y con pelotillas. Ya es difícil que semejante combinación no atraiga las miradas como para hacer que encima no se puedan despegar porque el tamaño de las susodichas era tal que se podían contar a simple vista. Es como si hubiera metido mano al cajón de los calcetines de invierno a oscuras y con los codos en vez de con la mano, y hubiera cogido el primer par que se le enredó en las extremidades superiores.

Yo no pongo mi cuerpo al servicio de los dictados de la moda más de lo necesario. Generalmente escojo lo que más que gusta -más bien lo que mejor me queda- dentro de las opciones disponibles cada temporada. De hecho ni siquiera soy de comprarme mucha ropa, ir de tiendas me aburre y me cansa. Si por mi fuera cuando necesito ropa nueva iría a una única tienda y lo compraría todo allí, calzado incluído -esto sí que suele ser una pesadilla- pero tener que recorrer un sitio y otro para rellenar ese hueco que se ha quedado en el armario me desespera y casi siempre lo dejo hasta que no puedo dejarlo más tiempo. 
Tampoco me importa comprarme algo que me guste que he encontrado de casualidad porque pasaba por allí. Pero mis rodillas tiemblan cuando veo que algunas prendas de mi vestuario se empiezan a deslucir y a marchitar.
Contrariamente a todo esto sí me gusta estar al día sobre lo que se cuece en pasarelas, estilos, tendencias y demás, no sé muy bien porqué. Pero hay ciertas cosas que sin ponerse muy pija son bastante insoportables y entre mis rechazos personales está el subirse los calcetines hasta la rabadilla si el siguiente trozo de tela más próximo que se va a ver está bastante por encima.

Incluso la pobre Rihanna, por muy estrellona que sea, no está exenta de ir hecha un adefesio



24.8.11

Snorkeleando


Una de las cosas que he hecho estas vacaciones ha sido snorkel (o esnórquel). Nada a nivel serio. Pelotillo y yo nos compramos las gafas, el tubo y unas zapatillas para tener algo más de agarre en las piedras de los ríos donde íbamos a usarlas y para no tocar demasiado el lodo, que da un poco de repelús.

Al principio la sensación fue rara. Supongo que la habitual: que no te entra suficiente aire. Recuerdo perfectamente que pensé fascinada "estoy respirando debajo del agua" y que también me parecía poca cantidad de oxígeno el que entraba a mis pulmones.
A la vez pensé que así sería utilizar las branquialgas que Harry Potter usó en el torneo de El Cáliz de Fuego -yo puedo ser friki hasta debajo del agua-.

Como en mis épocas de alergia el asma me deja sin aliento la primera impresión fue angustiosa así que saqué la cabeza y lo volví a intentar varias veces aunque durante la primera tarde que utilicé el tubo no me sentía del todo cómoda. Los días siguientes me reía de mí misma al recordar ese primer día; más que respirar por el tubo parecía que estaba succionando un mejunje de bar hawaiano a través de una de esas pajitas kilométricas.

Cuando le cogí el punto la verdad es que me resultó muy relajante. Ahí se activaron las sesiones de yoga y disfruté de la respiración pausada y controlada. Añadirle que debajo del agua todo es más tranquilo y el mundo exterior queda amortiguado lo convirtieron en una experiencia de lo más satisfactoria. Me encontraba más feliz que una anchoa, viendo los peces pasar por debajo de mí tranquilamente, besuqueando una piedra aquí y otra allí, terriblemente grandes por efecto del agua, con la sensación ilusoria de que los podías tocar.

Al final de las vacaciones lo conseguí pero con el pie. Les rozabas la aleta de la cola (aleta caudal, que nunca me acuerdo del nombre) con la punta del pie y la sacudían un poco, como un gato cuando duerme y le tocas, advirtiéndote que saben quién les está tocando pero que no les merece la pena moverse. Después de ese pequeño movimiento los peces seguían a sus quehaceres de peces. 
No sé de qué especie eran porque no estoy yo muy puesta pero me sorprendió lo acostumbrados que están a los bañistas, con lo torpes y aparatosos que somos en un medio que no es el nuestro. Lo que ya tiene que ser infártico es nadar al lado de ballenas, delfines, tortugas, pingüinos o cualquier otro animal que sea mayor que una trucha. Con tiburones mejor sumergirse con el desfibrilador conectado para ahorrar tiempo.

Después de esta experiencia en agua dulce teníamos intención de probar en el mar pero al final no hizo el tiempo adecuado ni las playas a las que fuimos eran muy apropiadas si no querías acabar protagonizando la segunda parte de Náufrago.

Este año me ha dado por los deportes acuáticos. Me he quedado con ganas de probar con el surf. La verdad es que antes debería perfeccionar mi natación pero me atrae muchísimo. Parece bastante difícil eso de mantenerse de pie sobre una tabla que se mueve como una pastilla de jabón a merced de la ola por pequeña que ésta sea. 
Pelotillo tiene carnet de submarinista y después de varios años proponiéndome hacer una bautismo este año también me he animado así que a ver si antes de las próximas vacaciones de verano me he estrenado como anchoa con botella. 
Si es que siempre se dice que las vacaciones se quedan cortas pero es por algo...

22.8.11

Rutina retornable

[¿Ein? Esto....¿qué es? ¿Dónde estoy? ¿¿Qué hago en la oficina en bikini??... ¿¿Ya se han terminado las vacaciones?? ¿¿¿Pero cuándo ha sido??? ¿¿¿¿Dónde se han ido mis días de descanso, ganduleo y holgazanamiento????...(sollozo)

Compórtate, Mae, que nos pueden estar mirando...Ejem, ejem...]


¡Pues aquí estoy de nuevo!. Ya se han terminado las vacaciones de verano y parece ser que estoy en la oficina, remangada y dispuesta para lo que venga. Bueno, mejor que vengan cosas buenas, eh.
Tres semanas pasan rapidísimo pero también es verdad que se viven casi como un mes -la que no se anima es porque no quiere-. 
Como suele ser habitual durante los calores estivales me he ido a tierras gallegas a disfrutar de un clima benevolente -he tenido suerte y justo he vuelto cuando apretaba lo peor..para venir a vivirlo a Madrid aunque al menos sin humedad-, comida abundante, descanso, relax total y una muy buena ocasión para reunirnos casi todos y vivir la aventura de convivir en una misma casa. Hemos llegado a ser 9 personas, más animales varios y yo diría que haría falta una semana más -en vacaciones siempre hace falta una semana más- para que todo fuera rodado.
...Quizás esa semana extra haría que todo explotase por los aires,...no sé...

Fiel a mis propias manías costumbres he vuelto a renovar mis propósitos anuales y me he sorprendido viendo que había poco que renovar. En realidad he concluído que básicamente debo mantener los de anteriores años. Se resumen prácticamente en tener como referencia el estado mental que se consigue después de unas vacaciones pero aplicado al día a día, metidos en la vorágine del trabajo, los estreses y esos ritmos frenéticos. Casi un imposible, por eso hay que repetir, para acercarse un poquito ya que es un objetivo difícil de alcanzar al 100% si no es en vacaciones.
Eso y que no he encontrado la lista del año pasado puede que influyan en que haya optado más bien por renovar que innovar. Los estragos de la reforma. Las reformas son como un pacto con el diablo: siempre se llevan algo a cambio de verlo todo bonito.

El otro gran objetivo que repito es dedicarle más tiempo a LPECADMS, no solo al blog evidentemente, si no también al trabajo que hay por delante y por detrás. Tris tras.

Sin embargo he incorporado un propósito nuevo a colación de un artículo de opinión que leí en una revista: No más quejas. 
No me considero una persona excesivamente quejica, al menos no soy de ir quejándome por ahí por cualquier cosa aunque quien mejor lo puede decir es la gente que me escucha pero sí es cierto que a veces la valoración personal de lo que te sucede o de lo que esperas que suceda puede acabar por esos derroteros. La queja al final solo produce desgaste y un mal hábito porque acabas entrenándote para ver solo lo negativo o, en el mejor de los casos, para hacer demasiado énfasis en lo negativo anticipando cosas que todavía están por suceder.

Así que me he propuesto quejarme menos, interna y externamente. A veces la queja es producto del aburrimiento o de las ganas de cambiar aspectos de tu vida que o no se pueden cambiar -a quién no le gustaría que le tocara la lotería y dejar de estar obligado a trabajar-  o no estamos dispuestos a hacer el esfuerzo necesario que supondría el cambio -me encantaría saber qué se siente al tirarse en paracaídas pero mi miedo a las alturas no me compensaría la experiencia, mejor que me lo cuenten-.
Tampoco es que vaya a dejar de hablar de lo negativo. Mi vida no es trepidante y emocionante todos los días. A veces pasan cosas buenas y puntualmente geniales pero la mayor parte de las veces son normales y otras tirando a mal. 

En nuestra sociedad no está muy bien visto ser optimista. A pesar de que en general se admira a esas personas que nos transmiten entusiasmo y alegría, que parece que no hay nada lo suficientemente gordo para estropearles el día, y decimos que ya nos gustaría ser así, a la hora de la verdad cuando te muestras optimista te miran como si te faltara un hervor o como si estuvieras probando drogas a escondidas.

Yo estoy más cerca de la optimista bien informada que de la optimista auténtica así que puede estar bien esto de cambiar el chip. 

De todos modos feliz regreso a los que volvéis, admiración y envidia sana a los que todavía estéis de vacaciones y a los que todavía no os toca descansar ánimo y pensad en que cuando todos estemos hartos de rutina os iréis con una sonrisilla maligna en los labios.

(Cualquier queja sobre esta entrada será echada al buzón de quejas)