26.7.13

Las verdades enteras


Hace poco me he encontrado a mí misma preguntándome en diferentes ocasiones qué tal nos iría si dijéramos lo que realmente pensamos más a menudo. 
Y dándole vueltas es más complicado de lo que parece. Cuando te fijas hay muchas situaciones en las que resulta más sencillo no dar una opinión directa y completa, dejarlo correr o no profundizar demasiado. En parte porque en las conversaciones entran los supuestos y sobreentendidos. Utilizamos al día muchos más puntos suspensivos de lo que creemos y muchas frases hechas cuyo significado matizamos por el contexto, la comunicación no verbal...y por un montón de cosas que no tienen nada que ver como el ánimo con el que nos hayamos levantado, lo que ya pensamos previamente de la persona y su vida, de la nuestra, etc etc etc. Por lo tanto no es de extrañar que muchas veces, cuando la conversación con el tiempo se traduce en hechos concretos, decisiones, respuestas...haya malentendidos, mosqueos, cabreos, rebotes y decepciones. A mí lo que me asombra es que no sean mucho más habituales. 

No solemos considerar como personas de buen sentido sino a los que participan de nuestras opiniones. François de la Rochefoucauld

Por otra parte creo que esto se responde porque generalmente tenemos un monólogo externo que en realidad versa sobre cosas intranscendentes. Tendemos además a quejarnos mucho, también porque es lo que principalmente tenemos en la cabeza, resolver nuestros problemas, y la mayor parte de las cosas de las que hablamos no trascienden a los demás, son asuntos nuestros donde los otros poco pueden hacer para cambiar nada salvo darnos ánimo o sugerencias (algunos no dan nada de nada, ni escuchan, pero ese es otro asunto).

"Sólo podemos dar una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan, sin duda por eso mismo las opiniones imparciales carecen de valor". Oscar Wilde

Yo por ejemplo suelo no participar demasiado en conversaciones que por antemano ya sé que en el mejor de los casos son conversaciones perdidas y en el peor acabaríamos a ostias (con perdón). Como es el caso de las corridas de toros. A mí me parece un espectáculo aberrante. Nunca he entendido qué placer hay en ver sufrir a otro de una forma real (no de mentirijillas, ni cuando las dos partes consienten y aún así dentro de unos límites). 
Una conversación entre un pro taurino y yo no tiene caso. Es una de esas conversaciones perdidas. Lo primero que nunca llegaremos a un acuerdo y lo segundo que a mí se me va a encender el interruptor y no tengo ningún interés en tener que sacar el extintor para apagarme el fuego. Si ya sé el resultado no me desgasto. Encima puede que sea una persona a la que voy a tener que ver a menudo y tratar en un contexto en que no puedo elegir, y verle la cara todos los días me va a costar un mal trago.

Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema. Winston Churchill

Pero luego ves a los niños pequeños y esos se caen mal, o se quitan los juguetes, se dan dos tortas y luego tan amigos porque han conocido los límites y han llegado a una especie de acuerdo tácito.

Yo me tengo por una persona que suele decir las cosas con tacto, depende de interlocutores, temas y circunstancias. Pero cuando alguien me pregunta mi opinión directamente o flota en el aire "todo el mundo piensa lo mismo pero nadie lo dice" a mí me parece muy triste callar o salir por la tangente, en general. Si algo puede ayudarme a esclarecer mis ideas espero que me lo digan. Sin confundir sinceridad con brutalidad, gracias, que tampoco es necesario hundir a nadie en la miseria. Se trata solo de dar una opinión, no de resolver un conflicto nuclear a nivel mundial. 
A pesar de buscar la mejor manera posible de decir las cosas más de una vez me han dicho que soy una persona directa en mis opiniones pero es que "el que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla" (Manuel Vicent), que una cosa es decirlo con cierta delicadeza y otra acabar diciendo todo lo contrario por no molestar. 

Presta el oído a todos, y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión. William Shakespeare

Llevo un tiempo en el que trato de ser lo más honesta posible conmigo misma y con los demás. Me he dado cuenta de que muchas veces en el pasado he dicho cosas que se alejaban más de la idea original por no herir, ser rechazada o pensar que iba a sonar desagradable (a veces la verdad lo es pero es que no siempre hay varias alternativas). Luego me he sentido estúpida cuando sin ninguna necesidad he tenido que escuchar opiniones (que se acercaban a la realidad o no) manifestadas de forma despectiva y gratuita y que seguro no han perturbado el sueño de la persona y a mí me han dejado casi en estado de shock.
Así que sinceridad, honestidad, sí; por supuesto con educación siempre, es universal y gratuita.  No a los descerebramientos verbales.

Pesa las opiniones, no las cuentes. Séneca

Y para terminar un mini test. Sois de los que:
- "Yo siempre digo lo que pienso. La verdad duele. Tómate una aspirina"
- "A mi plim. Yo siempre estoy de acuerdo en todo"
- "Yo prefiero no opinar...Por no discutir...Bueno, en realidad es que lo que te diría está censurado por blogger porque esta entrada y el blog son una #*!/"@...y un jfl&%sdf$...!!!






(Lazo negro en apoyo a las víctimas y familiares del accidente de tren en Santiago. 
Conseguido en internet: autor desconocido)

2.7.13

La extraña pareja

¿Qué sucede cuando una escarabajo pelotillo y una gata deciden formalizar sus felices años de convivencia? Pues que 

¡SE CASAN! 

Sí, queridos míos, sí. El principal motivo de que me hallara sumida en un casi completo silencio por este espacio es que estaba ocupaba preparando nuestra boda. 
Pero claro, no era suficiente con preparar una boda, encima me había empeñado en hacer artesanalmente todo lo que estuviera a mi alcance y más allá, para darle un aire distinto y darle nuestro sello de identidad. 
Es cierto que por otra parte y desde hace tiempo estoy metida en cambiar mi quehacer laboral por otro que oriente mi lado creativo y económico y que perfectamente por sí solo puede ser un buen motivo para tenerme alejada de mis pulsiones escrituriles pero no ha sido el único. 
La nada desdeñable tarea de organizar la parte formal (esto ha sido lo más sencillo y rápido) de una boda sencilla (menos mal...!) y de construir todo lo demás me ha absorbido completamente de modo que aunque echaba mucho de menos escribir aquí no me quedaba ni una gota de imaginación ni ganas para seguir saltando de idea en idea.

(Y permitidme el inciso: qué gusto, qué sensación tan agradable estar aquí escribiendo de nuevo, soltando carrete por el mero gusto de hacerlo...! Tenía ya un picorcillo en la punta de los dedos, una inquietud en el alma y un escozor en los ojos cada vez que miraba mi teclado semi arrinconado y únicamente útil para teclear frases cortas, comandos eficientes o para complementar los clics de ratón necesarios...!)

Todo lo que he hecho lo podréis seguir aquí, a medida que lo vaya publicando, si no os aburre mucho el tema. 
La verdad es que planificar esas entradas ha supuesto vivir la ilusión una vez y media. La media vez porque cuando estás enfrascada dando forma a esas ideas que como mariposas alocadas revolotean por tu cabeza, con un ojo puesto en el calendario y preguntándote de vez en cuando si llegarás a terminar todo a tiempo, te acuerdas de eso que se dice tan frecuentemente de "no te agobies y disfruta, que luego se ha pasado y ni te habrás enterado y lo bonito es hacerlo con ilusión". Y eso está muy bien pero no se puede leer un libro y hablar a la vez. 
La parte de ilusión entera es porque a pesar de no haber podido siempre disfrutar del proceso (que digan lo que digan medio disfrutas medio respiras aliviada cada vez que ves una cosa terminada y no antes) lo puedo hacer ahora por completo al contarlo, al subir las fotos, porque ahí revivo cuando lo hice pero sin la presión de tener que llegar a tiempo. 

Sea como fuere ya soy Sra. de Pelotillo y él es Sr. de Wom. Yo he prometido no jugar con él cuando esté distraído, nada de lanzarlo por los aires a traición, y él ha prometido cambiar de trabajo. La única condición que le puse hace ya mucho tiempo es que si tenía que seguir amasando esas pelotillas orgánicas de dudosa procedencia lo hiciera con guantes en todas sus patas y si no no entraba en casa, siempre previo paso por la ducha y la sala de desinfección. Él dice que ahora sí, que es su momento. Yo digo que a ver si con suerte amasa...una fortuna. :)

¡¡Cuánto os echaba de menos!! ♥ :D