16.10.13

Cuando el teleoperador (o teleoperadora) se olvida de que tiene ese recurso tan valioso llamado cerebro

Vía: Engadget
Hoy vengo a contar una situación surrealista y de un sector más que comentado aquí y allende los blogs:

Ser teleoperador no es incompatible con hacer uso de ese recurso tan valioso como es el cerebro

La frase es larga, lo sé. Pero seguro que no tan larga como puede hacerse una conversación telefónica de ciertas características.

Poniendo un ejemplo concreto, estás en la oficina, cogiendo llamadas, atendiendo diferentes asuntos y una de esas llamadas es la "llamada del horror".
Puede ser que por la práctica que adquieres cuando has hecho algo muchas veces en tu vida, terminas siendo capaz de reconocer el contenido de una llamada o el motivo de una visita solo con los primeros segundos de contacto.
No hablo de un superpoder. Seguro que todas aquellas personas que llevan tiempo desempeñando las mismas tareas lo comparten.
En algunas tareas en concreto te conviertes en un "superespecialista". No te servirá de nada en la vida pero la habilidad se tiene, te guste o no.
De este modo yo ya sé por diferentes factores y en los primeros segundos de la llamada si la que toca es de tipo comercial (a veces me equivoco).

Aceptamos que las personas que se dedican a hacer llamadas para ofrecer productos y servicios se enfrentan a un porcentaje alto de respuestas digamos, no agradables (muchas veces bien groseras). Es cierto que tienen un guión, que estos puestos de trabajo no están pagados como para pegarte la gran vida, que la empresa -a veces empresas- para la que trabajas te escuchan y/o te graban para mantener una supuesta calidad, que te presionan para llegar a unos objetivos, bien de ventas o de volumen de llamadas, y que es muy raro encontrar a alguien a quien de verdad le apasione. Puesta toda esta comprensión por mi parte lo que se me hace imposible de soportar son los teleoperadores (y teleoperadoras) que viven en realidades paralelas.

Y voy a mi flamante llamada de ejemplo para ilustrar lo que quiero decir. Descuelgo y después de la fórmula oficial para "dar la bienvenida" me preguntan por una persona que antes trabajaba en la oficina pero ya no y coincide que tiene el mismo nombre que otra que sí continua.
En un despiste por mi parte le digo que sí pero que no está físicamente. Me preguntan que cuándo pueden llamar otra vez, que me dejan un teléfono de contacto, bla bla bla...y mi atención remota, -esa que parece que no pero se acaba enterando de todo aunque a veces sea más lenta que la inmediata; la que nos permite recordar dónde nos dejamos las malditas llaves o las gafas- se percata del error. Vuelvo a preguntar el apellido y le explico que no, que esa persona no trabaja en la oficina, que la he confundido con otra.

Lo que oigo en respuesta es: "otras veces hemos llamado y nos han dicho que sí" -Aquí se masca la tragedia.
-"Le habrán dicho que sí pero ya no trabaja aquí. De hecho todas las veces que han hablado conmigo ya les he dicho que no" (No han sido pocas veces, por cierto, parece que cuatro veces no son suficientes para poner al día el registro). " Le han dado mal la información".
-"Ya pero es que otras veces nos han dicho que sí trabaja esta persona. ¿Podría pasarme con el departamento de recursos humanos? Para confirmar que esta persona ya no trabaja con ustedes y borrar su teléfono.
-"Lo siento pero no puedo pasarle y ya le confirmo yo que esta persona no trabaja aquí."
-"Bueno, volveremos a llamar en otro momento para hablar con recursos humanos" -lo que quiere decir que volverán a llamar en otro momento en que a ser posible no conteste yo.
-"Muy bien pero la información va a a ser la misma"

Por supuesto todo esto dicho por parte del teleoperador en ese tono monocorde que siempre me hace pensar en los serial killer, que ni empatizan, ni entienden, ni sienten, ni padecen. Ellos tienen una misión y ya puedes estar contestando la llamada mientras te hacen un empaste sin anestesia que no cambian el tono.
(Afortunadamente hay muchas otras personas que hacen muy bien su trabajo, estén encantadas con él o no.)

No seré yo quién dé lecciones de marketing telefónico pero desde luego una venta, contacto, o lo que sea que quieras conseguir -de clientes mejor ni hablemos- no se hace manteniendo un pulso verbal con nadie que sabe mejor que tú de lo que estáis hablando. Que a pesar de todas las presiones habidas y por haber detrás de esa voz que llama tiene que haber flexibilidad, creatividad y amabilidad.
No hay que morir con el guión puesto y subjetivamente empeñado en concluir la llamada con la idea que tenías en mente de lo que querías conseguir antes de que la empezaras.
Así se saltan uno de los primeros pasos, esencial, impepinable, el primer mandamiento de cualquier llamada comercial: escuchar al interlocutor.
¿No parece tan difícil no?

[Nota: Volvió a llamar el mismo tipo al día siguiente y volvió a argumentar igualmente que otras personas le habían dicho que sí trabajaba aquí mi ex-compañero. Ya tengo ganas yo de saber quiénes eran esas personas...¿Los amigos imaginarios?]


26.7.13

Las verdades enteras


Hace poco me he encontrado a mí misma preguntándome en diferentes ocasiones qué tal nos iría si dijéramos lo que realmente pensamos más a menudo. 
Y dándole vueltas es más complicado de lo que parece. Cuando te fijas hay muchas situaciones en las que resulta más sencillo no dar una opinión directa y completa, dejarlo correr o no profundizar demasiado. En parte porque en las conversaciones entran los supuestos y sobreentendidos. Utilizamos al día muchos más puntos suspensivos de lo que creemos y muchas frases hechas cuyo significado matizamos por el contexto, la comunicación no verbal...y por un montón de cosas que no tienen nada que ver como el ánimo con el que nos hayamos levantado, lo que ya pensamos previamente de la persona y su vida, de la nuestra, etc etc etc. Por lo tanto no es de extrañar que muchas veces, cuando la conversación con el tiempo se traduce en hechos concretos, decisiones, respuestas...haya malentendidos, mosqueos, cabreos, rebotes y decepciones. A mí lo que me asombra es que no sean mucho más habituales. 

No solemos considerar como personas de buen sentido sino a los que participan de nuestras opiniones. François de la Rochefoucauld

Por otra parte creo que esto se responde porque generalmente tenemos un monólogo externo que en realidad versa sobre cosas intranscendentes. Tendemos además a quejarnos mucho, también porque es lo que principalmente tenemos en la cabeza, resolver nuestros problemas, y la mayor parte de las cosas de las que hablamos no trascienden a los demás, son asuntos nuestros donde los otros poco pueden hacer para cambiar nada salvo darnos ánimo o sugerencias (algunos no dan nada de nada, ni escuchan, pero ese es otro asunto).

"Sólo podemos dar una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan, sin duda por eso mismo las opiniones imparciales carecen de valor". Oscar Wilde

Yo por ejemplo suelo no participar demasiado en conversaciones que por antemano ya sé que en el mejor de los casos son conversaciones perdidas y en el peor acabaríamos a ostias (con perdón). Como es el caso de las corridas de toros. A mí me parece un espectáculo aberrante. Nunca he entendido qué placer hay en ver sufrir a otro de una forma real (no de mentirijillas, ni cuando las dos partes consienten y aún así dentro de unos límites). 
Una conversación entre un pro taurino y yo no tiene caso. Es una de esas conversaciones perdidas. Lo primero que nunca llegaremos a un acuerdo y lo segundo que a mí se me va a encender el interruptor y no tengo ningún interés en tener que sacar el extintor para apagarme el fuego. Si ya sé el resultado no me desgasto. Encima puede que sea una persona a la que voy a tener que ver a menudo y tratar en un contexto en que no puedo elegir, y verle la cara todos los días me va a costar un mal trago.

Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema. Winston Churchill

Pero luego ves a los niños pequeños y esos se caen mal, o se quitan los juguetes, se dan dos tortas y luego tan amigos porque han conocido los límites y han llegado a una especie de acuerdo tácito.

Yo me tengo por una persona que suele decir las cosas con tacto, depende de interlocutores, temas y circunstancias. Pero cuando alguien me pregunta mi opinión directamente o flota en el aire "todo el mundo piensa lo mismo pero nadie lo dice" a mí me parece muy triste callar o salir por la tangente, en general. Si algo puede ayudarme a esclarecer mis ideas espero que me lo digan. Sin confundir sinceridad con brutalidad, gracias, que tampoco es necesario hundir a nadie en la miseria. Se trata solo de dar una opinión, no de resolver un conflicto nuclear a nivel mundial. 
A pesar de buscar la mejor manera posible de decir las cosas más de una vez me han dicho que soy una persona directa en mis opiniones pero es que "el que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla" (Manuel Vicent), que una cosa es decirlo con cierta delicadeza y otra acabar diciendo todo lo contrario por no molestar. 

Presta el oído a todos, y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión. William Shakespeare

Llevo un tiempo en el que trato de ser lo más honesta posible conmigo misma y con los demás. Me he dado cuenta de que muchas veces en el pasado he dicho cosas que se alejaban más de la idea original por no herir, ser rechazada o pensar que iba a sonar desagradable (a veces la verdad lo es pero es que no siempre hay varias alternativas). Luego me he sentido estúpida cuando sin ninguna necesidad he tenido que escuchar opiniones (que se acercaban a la realidad o no) manifestadas de forma despectiva y gratuita y que seguro no han perturbado el sueño de la persona y a mí me han dejado casi en estado de shock.
Así que sinceridad, honestidad, sí; por supuesto con educación siempre, es universal y gratuita.  No a los descerebramientos verbales.

Pesa las opiniones, no las cuentes. Séneca

Y para terminar un mini test. Sois de los que:
- "Yo siempre digo lo que pienso. La verdad duele. Tómate una aspirina"
- "A mi plim. Yo siempre estoy de acuerdo en todo"
- "Yo prefiero no opinar...Por no discutir...Bueno, en realidad es que lo que te diría está censurado por blogger porque esta entrada y el blog son una #*!/"@...y un jfl&%sdf$...!!!






(Lazo negro en apoyo a las víctimas y familiares del accidente de tren en Santiago. 
Conseguido en internet: autor desconocido)

2.7.13

La extraña pareja

¿Qué sucede cuando una escarabajo pelotillo y una gata deciden formalizar sus felices años de convivencia? Pues que 

¡SE CASAN! 

Sí, queridos míos, sí. El principal motivo de que me hallara sumida en un casi completo silencio por este espacio es que estaba ocupaba preparando nuestra boda. 
Pero claro, no era suficiente con preparar una boda, encima me había empeñado en hacer artesanalmente todo lo que estuviera a mi alcance y más allá, para darle un aire distinto y darle nuestro sello de identidad. 
Es cierto que por otra parte y desde hace tiempo estoy metida en cambiar mi quehacer laboral por otro que oriente mi lado creativo y económico y que perfectamente por sí solo puede ser un buen motivo para tenerme alejada de mis pulsiones escrituriles pero no ha sido el único. 
La nada desdeñable tarea de organizar la parte formal (esto ha sido lo más sencillo y rápido) de una boda sencilla (menos mal...!) y de construir todo lo demás me ha absorbido completamente de modo que aunque echaba mucho de menos escribir aquí no me quedaba ni una gota de imaginación ni ganas para seguir saltando de idea en idea.

(Y permitidme el inciso: qué gusto, qué sensación tan agradable estar aquí escribiendo de nuevo, soltando carrete por el mero gusto de hacerlo...! Tenía ya un picorcillo en la punta de los dedos, una inquietud en el alma y un escozor en los ojos cada vez que miraba mi teclado semi arrinconado y únicamente útil para teclear frases cortas, comandos eficientes o para complementar los clics de ratón necesarios...!)

Todo lo que he hecho lo podréis seguir aquí, a medida que lo vaya publicando, si no os aburre mucho el tema. 
La verdad es que planificar esas entradas ha supuesto vivir la ilusión una vez y media. La media vez porque cuando estás enfrascada dando forma a esas ideas que como mariposas alocadas revolotean por tu cabeza, con un ojo puesto en el calendario y preguntándote de vez en cuando si llegarás a terminar todo a tiempo, te acuerdas de eso que se dice tan frecuentemente de "no te agobies y disfruta, que luego se ha pasado y ni te habrás enterado y lo bonito es hacerlo con ilusión". Y eso está muy bien pero no se puede leer un libro y hablar a la vez. 
La parte de ilusión entera es porque a pesar de no haber podido siempre disfrutar del proceso (que digan lo que digan medio disfrutas medio respiras aliviada cada vez que ves una cosa terminada y no antes) lo puedo hacer ahora por completo al contarlo, al subir las fotos, porque ahí revivo cuando lo hice pero sin la presión de tener que llegar a tiempo. 

Sea como fuere ya soy Sra. de Pelotillo y él es Sr. de Wom. Yo he prometido no jugar con él cuando esté distraído, nada de lanzarlo por los aires a traición, y él ha prometido cambiar de trabajo. La única condición que le puse hace ya mucho tiempo es que si tenía que seguir amasando esas pelotillas orgánicas de dudosa procedencia lo hiciera con guantes en todas sus patas y si no no entraba en casa, siempre previo paso por la ducha y la sala de desinfección. Él dice que ahora sí, que es su momento. Yo digo que a ver si con suerte amasa...una fortuna. :)

¡¡Cuánto os echaba de menos!! ♥ :D

8.4.13

Despertador gatuno

¿A quién no le gustaría que le despertaran así?



A mí me encantaría. Sería una muy buena forma de empezar un lunes. :))
(A través de www.cosasdegatos.es)

27.2.13

Tiempo a la carta

[reloj]
Seguramente más de una vez habéis tenido la sensación de que en el día os faltan horas para hacer cosas. Y en otras ocasiones hubierais deseado que el tiempo pasase rápido, ¿verdad?

Pues pensando en que llevo varios días -semanas- durmiendo poco y mal me he acordado de que esta mañana he tenido un pensamiento de esos que prefiero no tener. Un pensamiento resignado de los de "acabo de levantarme y estoy deseando que llegue el momento de terminar la jornada. Ya solo tengo que esperar a que pasen las horas de trabajo y cuando quiera darme cuenta,¡ zas! ¡estoy en casa!"

Como podéis ver es un pensamiento resignado pero optimista porque eso de que "cuando quiera darme cuenta estoy en casa" nada de nada. Cuando quiera darme cuenta ya me estoy dando cuenta de que el tiempo no pasa ni persiguiéndolo. 

A colación de todas estas miserias ¡que útil sería para hacernos seres más simpáticos y sociables poder mover el tiempo a voluntad!. 
Estaría fantástico eso de decir: "A veeeer....me quedan cuatro horas de trabajo aburrido, voy a hacerlo deprisa y a la vez que yo me esfuerzo un pelín el tiempo pasa rápido" Pero rápido de verdad, y programable. Que ya se sabe que cuando tienes mucho trabajo el tiempo vuela pero no tanto.
Y que cuando necesites terminar una tarea que te ha exigido concentración y con fastidio vas a tener que dejar inacabada hasta vaya usted a saber cuándo poder alargar el tiempo, programar el reloj y hacer que esos veinte minutos escurridizos se estiren lo suficiente para dar los últimos toques. 

Si alguien sabe de algún invento que consiga hacer esto que me escriba y si no mientras tanto que me recete algún truco para dormir del tirón y mejor si son siete horas diarias. 
...O si no mejor directamente que me pase el invento y ya me encargo yo de programarme el sueño ;)

(Entre la falta de inspiración que tengo últimamente y ponerme a escribir en estas condiciones me voy a prohibir a mi misma acercarme al blog)

7.2.13

Devorador@s de historias ~ Christine

Christine es un libro que estaba en casa, bien guardadito en un mueble y reorganizando el espacio salió de su confinamiento a la luz.
Lo vi y recordando la recomendación de Ángeles lo aparté para ponerlo en la cola de lectura.
La historia, respetando el deseo de descubrirla para aquellos que aún no la hayan leído, se centra en la vida, a finales de los 70, de dos adolescentes amigos que también comparten trabajo ocasional y tienen puestas sus miras en su próximo ingreso en la universidad. Hasta aquí todo normal pero en realidad no se tarda en averiguar que de normal hay pocas cosas en lo que se va a leer. 

Uno de los amigos, Arnie, es el típico chico nada agraciado, en el peor momento físico de la adolescencia, tímido e inseguro sobre el que recaen todas las burlas y pésimas ocurrencias de colegas de instituto con instintos poco civilizados.
Que sea tímido e inseguro encaja más aún al descubrir que es hijo único de dos padres absorbentes y controladores, en especial la madre, que han hecho muy bien la tarea de anular la voluntad y personalidad del chico para dirigirle a su antojo.
Su compañero, Dennis, es el único amigo verdadero que tiene, el que ve cualidades positivas en Arnie y trata de defenderle y ayudarle a salir adelante. 
Pero un día se cruzan con un coche a la venta estacionado en la propiedad privada de un ex militar y a partir de ahí todo cambia a peor. Es un coche que sería más apropiado encontrar esperando el desguace pero por el que Arnie siente una atracción tan intensa que decide comprarlo poniendo desde ese momento en juego muchas cosas de su hasta ahora predecible futuro.

Algo es distinto en el coche, algo empieza a cambiar en Arnie y sucesos inexplicables empiezan a suceder alrededor de ambos. 

Ya desde mi opinión personal diré que como siempre King a veces alarga hasta el extremo de rozar el aburrimiento momentos puntuales del libro, especialmente al principio. Entiendo que pretende crear un contraste en el ritmo para los acontecimientos que se irán sucediendo después y que puede ser intencionadamente (o no, es una suposición mía) una buena forma de crear un efecto "aceleración" acorde con el protagonista principal de la historia que es el coche. Pero a mí a veces me distrae.

Sin embargo considero muy positivo el trabajo hecho con respecto al narrador, siendo contada la historia desde la voz de uno u otro personaje pero de una forma tan hábil que te das cuenta después. Es como si fueras un testigo mudo e invisible que va acompañando a todos los personajes que tienen voz narrativa.
Notoria es la "banda sonora" que acompaña a la historia.

La parte más intensa sucede en los días de navidad que es cuando precisamente yo estaba leyéndola y no sé si el espíritu del libro me contagió pero paralelamente (oh! microcasualidades!) sucedieron acontecimientos en mi vida que me hicieron pensar con alivio en que no tenía semejante artilugio en mi poder porque algunas personas podrían haber sido objetivo de un coche como éste capaz de tomar sus propias decisiones. Son esas cosas que piensas en un mal momento y que luego afortunadamente olvidas. 

El final responde a la lógica interna de la historia y a mí me resultó especialmente grato porque me pareció aún más verosímil. Le daba a la historia frescura, me hizo imaginar a Stephen King escribiendo un gran relato de taller de escritura. Por supuesto intuyo que hay un gran trabajo detrás y por todo ello me ha parecido una libro tan recomendable.:)
Fue llevada a la gran pantalla en 1983 de la mano de John Carpenter.


4.2.13

Utopías [Las vidas que no he vivido] ~ Encuentro en París

Me bajo en la estación del TGV y mi pequeña maleta de ruedas repiquetea en el andén  recortando suavemente la luz que lo inunda mientras consulto mi smartphone para chequear las últimas notificaciones recibidas. Al mismo tiempo intento localizar un plano para ver qué salida de la estación es la que me interesa utilizar. Voy bien de tiempo pero estoy nerviosa. Es la primera vez que viajo fuera de España porque alguien se ha interesado por mi trabajo. 

Aún recuerdo los años de incertidumbre...Bueno, la incertidumbre y yo nos hemos hecho inseparables, parece que es irremediable que me acompañe así que ya me voy acostumbrando a ella. Pero recuerdo los años de tener la sensación de trabajar y trabajar para nada, de intentar hacer algo con aquellas ideas locas y que nada pareciera cuajar. 
Hasta que sin ser consciente de ello el trabajo empezó a crecer y a crecer por sí solo, los pedidos a aumentar y las horas de sueño fueron sustituidas por horas de luz artificial, aguja, telas, hilos, dibujos, diseños, fotos, sonrisas quebradizas producto del cansancio, mucho tesón y mucha ilusión. 
Lo que más me asombra es la naturalidad con la que asumí la nueva situación. Quizás es que lo deseé tanto que me pareció lo lógico y en seguida me hice cargo de la nueva presión, de los desajustes de horario y de observar mis emociones desde el cristal de la lógica, que las mantiene a raya al otro lado. Creo que aún no he tenido tiempo para reaccionar ni para pensarlo en su magnitud pero quizás también sea por miedo a que la ensoñación se esfume.

Ésa parece la salida....Ah, sí, veo una parada de taxis. Es agradable escuchar la melodía del idioma francés alrededor. Es como una suave banda sonora de la ciudad que me empuja a flotar con ella. ¡No se nota que me gusta París!

Me desprendo con cierta reticencia de mi maleta para que el conductor la meta en el maletero. Ahí va una gran muestra de mi trabajo y parte importante de lo que se decidirá en las próximas horas. Ya dentro del automóvil le doy la dirección al taxista y me acomodo en el asiento arrebujándome en mi abrigo de paño rosa palo mientras miro sin ver mis tacones de charol negro. 
Intento no pensar en nada, la reunión es inminente. Mi dominio de la lengua francesa no es tan grande pero debo estar tranquila, hemos hablado por teléfono, ya se habrán hecho una idea de que nos podemos entender sin que sea capaz de recitarles La Chanson de Roland. He recorrido un largo camino hasta aquí y esto, pase lo que pase no será un final, será un cambio de rumbo. 

Respiro hondo y me concentro en mirar por la ventanilla, impregnándome de la luz única de la ciudad gala. Intento apropiarme de esa combinación tan saludable que se vive aquí de quitar dramatismo a las cosas serias y a la vez de responsabilidad mientras el taxi devora los kilómetros que me conducen a una etapa que antes no era ni capaz de imaginar. 

Me doy cuenta de que aferro mi móvil con fuerza y una liviana sonrisa se dibuja en mi rostro.