31.12.10

Undécimo dos mil

Terminar un año es algo cansado. 
Terminar un año y empezar otro nuevo, brillantito y reciente es toda una responsabilidad, así, de una campanada para otra y tratando de sobrevivir a un ahogamiento por fruta fuera de temporada.
Nunca consigo comerme las uvas a tiempo. Espero que la tradición se equivoque porque entonces no sé lo que me estoy perdiendo desde hace años.

Terminar un año a la velocidad a la que he tenido que acabar éste, con plazos, a contrarreloj y viviendo un mes que ha parecido un entrenamiento militar por las fuerzas especiales moldavas ha sido agotador.

Espero que el nuevo año sea un poco más relajadito. Por lo menos al principio. 

Luego que vengan las buenas emociones fuertes. Esas que molan.



De momento:

7.12.10

Elegantes y digestivas

Que el mundo de la enología está plagado de aliteraciones, epítetos, epífrasis y personificaciones quedó sobradamente explicado aquí.

Pero que el prosaico mundo de las hortalizas también tenía su retórica era algo que desconocía hasta que vi esto:



Nunca se me hubiera ocurrido que comer endibias fuera elegante. Y tampoco hubiera pensado que digestivas fuera un concepto que se pudiera relacionar directamente con elegante
A lo mejor es que ahí dentro del cuerpo todo son materiales de primera, y en vez de jugos gástricos tenemos duchas termales de ácidos estomacales, y en vez de ruidos gaseosos y de digestión, hilo musical; nuestro aliento son efluvios de ambientador fragante y evocador programado a 70 emanaciones por minuto y todo es tan perfecto que no hay residuos al final del proceso.

Busqué y rebusqué y remiré y no encontré ni una lentejuela ni un triste lazo por ningún lado...Pero si el envoltorio lo dice...

Ya me veo estas navidades con mi vestido más glamuroso en la cena de nochebuena, mi maquillaje impecable, mi peinado esculpido a prueba de holocaustos nucleares y mi mejor sonrisa, preparada para hincarle el diente a una de estas amargas asteráceas.

¡Fuera langostinos, langostas, cangrejos y todo tipo de crustáceos! 
El plato estrella para las grandes ocasiones serán desde ahora las pálidas y puntirrubias endibias.



30.11.10

Tomas falsas

Hacer una consulta por correo electrónico a tu programa de radio favorito sobre un autor que te interesa y que la respuesta constituya precisamente el gazapo que habían metido en el programa y que tenías que adivinar como falso.

Poner a cargar unas pilas recargables que llevan un montón de tiempo vacías y que son las que no caben en tu ratón inalámbrico (de ordenador). Todas las demás están descargadas y precisamente has elegido ésas las primeras. Tu ratón ha dejado de funcionar 20 minutos después.

Intentar cargar unas pilas alcalinas no recargables. Durante toda la noche.

Prepararte un té cuando querías un café.

Dar una información incorrecta y descubrirlo justo cuando la persona vuelve a preguntar extrañada pero todavía no ha abierto la boca.

Tirar todo lo que tocas (La reina Tiras, me van a llamar)

Echarle a tus gatos las dosis cambiadas del producto antiparásitos, después de que te hayan advertido que compruebes los tamaños.

Saludar a alguien y en mitad de la charla trivial lanzar sus gafas por los aires.


Dejar unos sobres en la mesa de un compañero y que el primero se deslice y casi termine en su cabeza.



Quizás debería relajarme...

[Fotograma de Tiempos Modernos]


24.11.10

Denis Zilber

Las personas que visitan este blog seguramente ya saben que me gusta el mundo de la ilustración. Por ello hoy le toca protagonizar la entrada a

Denis Zilber

No he conseguido encontrar información consistente sobre este autor, aún no sé si es ruso afincado en Israel o israelí, por ejemplo. No es que importe mucho a la hora de disfrutar de sus trabajos pero me gusta ponerle contexto a las personas, es más estimulante.
En cuanto a sus trabajos, éstos hablan por sí solos.

Os dejo algunas muestras. Me ha costado bastante ser selectiva porque prácticamente todo me parecía poco para incluirlo pero a fin de cuentas él ya tiene su web y su blog para que podáis regodearos con sus ilustraciones.






23.11.10

La magia existe y los magos vienen de Argentina

[foto procedente de aquí]
Como no me gusta hacerme la interesante y con motivo de una conversación de ayer con una amiga como pocas, hoy trataré de contar una de las últimas experiencias con el mundo del espectáculo ambulante. Digo que trataré porque quien participó más fue Pelotillo.

Era un viernes por la tarde, caminábamos por el centro de Madrid y había un grupo de gente alrededor de un individuo que hacía algo. A Pelotillo le encantan estos espectáculos así que nos paramos un momento. Descubrimos a un argentino alto, sin camisa, con una tela atada a la cabeza (¿la camisa?), de verborrea abundante y enérgica que se movía de la misma forma que hablaba.

Nos habíamos unido al espectáculo ya empezado pero después de haber visto a este hombre actuar, de verdad de verdad que los magos existen. 
Algunos números tenían respuesta en las leyes de la física, pero había que ejecutarlos muy bien, con mucha precisión. Eran los menos. De todos modos yo no habría desentrañado el truco. El resto era...un don.
Conseguía hacer desaparecer aquello que segundos antes tenías delante de la vista o al contrario, aparecía no se sabía de dónde lo que antes no estaba y hago hincapié en que no llevaba mangas (no llevaba camisa) ni se llevaba la mano al bolsillo ni detrás de la oreja. Convirtió un folleto hecho trocitos en billetes de 10, 20 y 50 euros (todo un chollo tener a este hombre en la familia!). Era increíble.

Nuestra participación vendría después.
Era un tipo -el ilusionista, aunque no sea correcto el término pero mago se queda corto- de discurso crudo, que reclamaba su dinero de vez en cuando y reprobaba a la gente que no le daba nada y se iba disimulando, sin una sonrisa ni un "yo no puedo pagar más" o alguna palabras de reconocimiento. Para mí que en realidad se estaba aprovechando para despotricar a gusto pero claro, como era tan bueno, allí no protestaba nadie.

Como buen argentino filosofaba, de modo crítico y amargo en su caso, pero conseguía hacer valer su espectáculo. A juzgar por el dinero que llegó a reunir decidí que realmente este hombre vivía mucho mejor que cualquiera de los que allí le mirábamos aunque el recurso de la calle no se considere como vivir bien.

Pidió cigarros a la concurrencia y me pidió prestada a mí la chaqueta. Es una chaqueta de color crudo, impermeable, con otra chaqueta de forro polar dentro y la llevaba en los brazos porque no hacía frío. El número consistía en encender tres o cuatro cigarros e ir metiéndolos en un hueco que hacía en la parte de la espalda de la chaqueta, con su mano. Yo no dejaba de pensar en el hueco negro que probablemente quedaría después de la quemadura de los cigarros si algo no salía bien...!

Empezó a encender un cigarro con otro y a meterlos en el espacio tan limitado que había allí dentro de su mano (y de mi chaqueta!).Terminó de introducirlos todos y cuando abrió la chaqueta ¡no había cigarros! Pero lo que es mejor, no había una mota de ceniza en ella. Nada. 0 absoluto.
Yo esperaba encontrármela manchada, algún rastro, pero estaba impecable. La sensación fue como si lo que hubiéramos visto antes hubiera sido una ensoñación y nunca hubiera existido porque no encontramos ninguna explicación, por remota que fuera, para el truco.

Por si todo esto no hubiera sido suficiente le enseñó las manos desnudas a Pelotillo, las chocaron y después aparecieron los cigarros enteros. ¿Pero de dónde se los había sacado? ¿Tenía un cargador de cigarros en la boca y los había escupido? ¡Pero si no se los había tragado! Los había encendido y metido con la mano en el hueco...

El número final fue demasiado para mis ojos sobre todo por la cercanía, que a lo mejor visto a través del televisor es más lejano pero allí en vivo y en directo...Y encima con la colaboración de Pelotillo..., demasiado para mis nervios.
Nos mostró un taladrador que probó contra el suelo. Taladrar no taladraba mucho pero la broca tenía sus buenos 10 centimetros de largo y las rotaciones las hacía a la velocidad habitual. Le pidió a Pelotillo que hiciera de su ayudante. La verdad es que no me extraña, con lo entusiasmado que estaba y la fuerza que tiene eligió bien. Le dio las indicaciones adecuadas para que Pelotillo sujetara el taladro sin moverlo y así el ilusionista abroncador se introdujera la broca por la nariz, en movimiento, claro.

Después de volver a apelar a las conciencias allí presentes y reclamar sus ganancias ya que se estaba jugando la vida para que otros miráramos (lo que no estaba exento de razón; qué morboso es el ser humano!) hizo el número.
Afortunadamente yo solo veía de frente a Pelotillo y al ilusionista le veía de espaldas pero por la fuerza que estaba haciendo Pelotillo y los movimientos debió de ser impresionante.

Todo salió bien y el espectáculo terminó. Nos despedimos de él y fuimos caminando calle abajo con los ojos haciéndonos chiribitas de la impresión.


[Ilustración de Wilmer Murillo, extraída de aquí]

19.11.10

Confusiones


Los viajes en el metro no tienen desperdicio. Otras veces son anodinos y repetitivos.
Pero cuando pasan cosas son una fuente segura de anécdotas y situaciones curiosas. Probablemente no son las anécdotas que una iría contando por ahí como si fueran lo más de lo más pero sí me permiten escribir en el blog y claro, como este blog es mío, pues yo cuento lo que quiero...Bueeeno, acepto escuchar todas las protestas y tribulaciones que carguéis sobre mis hombros...

Autoritarismos de mentirijillas a parte, ayer fui testigo de un par de situaciones llamativas en el mismo trayecto que me hicieron pensar en escribirlas.

Todo empezó cuando me subí al vagón de la segunda parte del recorrido que debo hacer para llegar a casa. A veces me da pereza estar sentada y voy de pie así que me arrimé a un lateral de una de las puertas que no se abren en ese trayecto, dejando a mi izquierda una fila de asientos intermitentemente ocupados.

A mi derecha, apoyado en las barras de sujección de la otra fila de asientos (como si los dos fuéramos dos sujetalibros de la puerta que no se abre) había un chico alto, joven (¿más que yo?...¡náaaa, imposible!), supuse que arropado por los abrazos de la metrosexualidad ya que llevaba las cejas depiladas, con ese efecto de demasiado perfectas que en los chicos no queda bien.

Había una chica muuucho más jovencita que este muchacho al otro lado de su fila de asientos (no mucho más joven que yo, ¡eh!) que estaba también de pie y parecía hablar sola porque lo hacía con otra chica que estaba sentada en frente suyo, en el suelo y no se la veía desde mi posición.

Las dos susodichas, después de un par de estaciones, pudieron sentarse juntas en los asientos y eran guapas, con aspecto de rebeldes aunque una más que la otra. Nuestro apuesto acompañante (la otra parte del sujetalibros) también debió senirse interesado o atraído por las chicas y de vez en cuando echaba alguna miradita disimulada.

Lo divertido empezó cuando las dos chicas se cogieron la mano discretamente primero, y después ya las asieron firmemente. Las miradas del chico cambiaron y creo que quedó algo decepcionado porque ya no estaban en su ámbito de conquista (Esto es una interpretación mía y puedo estar equivocada pero creo que un chico homosexual no robaría miradas a dos chicas que son pareja; no de esa forma). Sus dudas se disiparon por completo cuando se dieron un beso.

La verdad es que a mi me daba casi la risa, especialmente cuando el chico se giró y pareció valorarme en términos de: "bueno, todavía quedan chicas heterosexuales, ¿¿no??" como confirmando que para él no todo estaba perdido.

Por otra parte le comprendo con matices. La igualdad se va produciendo en bastantes esferas pero todavía no estamos tan acostumbrados a verlo. Es inevitable que si las parejas homosexuales han estado escondiéndose por la censura social y otras presiones, a los heterosexuales nos provoque una mínima curiosidad (que no morbo) una situación así ya que tampoco hemos tenido la oportunidad de que se normalice.

Quizás solo sea mi caso (aunque no es porque no esté familiarizada con el tema); probablemente gente que sale mucho con parejas homosexuales en ambientes donde lo atípico es ser heterosexual tiene más que superada la novedad.

A lo que voy es que creo que todavía falta que la normalidad llegue a la calle y a las mentes de las personas; creo que a veces solo nos llega la información y no la experiencia y no pasa más allá de que ahí fuera se da legalidad a tal cosa o se produce una celebración multitudinaria donde parece que lo que interesa es el morbo y lo que se sale de lo cotidiano (lo que tiene de contraproducente es que a veces sirve para reafirmar prejuicios en mentes cerradas).

La otra situación atípica es que entraron un hombre y una chica jovencita con un carro de la compra donde ¡sorpresa! llevaban un órgano musical y se pusieron a mi lado. Debo de tener algo con los músicos/artistas ambulantes porque últimamente me veo implicada más de lo que quisiera...pero estas son otras historias.

El hombre explicó educadamente que era profesor de música pero que se había quedado sin trabajo al cerrar la academia en la que prestaba sus servicios. Tocó un tema y luego explicó que le acompañaba su hija y que iba ella a tocar el siguiente.

A mi lo que se me plantea es qué significa la situación: ¿tienen tanta necesidad económica que está adiestrando a su hija y mejor que vaya con él que la puede cuidar, que sola? ¿es la hija la que decide que quiere ir porque le gusta vivir así? ¿está la chica adquiriendo tablas porque es una forma de acostumbrarse a tocar en público pero no va a dedicarse a esta forma de vida?

Consciente de que estoy tan mediatizada como cualquiera y de algún modo internamente reprobando -lo reconozco- que esa sea una forma de vivir aconsejable para enseñar a tu hij@ (aunque a lo mejor compensa, quizás debiera planteármelo) no conseguí encontrar respuestas.

Como siempre me faltan datos y me llama la atención que en una sociedad con tanta información, casi hasta la saturación, la mayor parte de los dilemas que se nos presentan no puedan ser solucionados de forma ecuánime porque siempre nos faltan datos y al final todo se reduce a opinión.

Quizá estamos cambiando y en vez de sociedad de la información nos estemos convirtiendo en sociedad de la opinión, lo que a juzgar por el éxito de cierto periodismo escrito y televisado, no suena tan descabellado.


17.11.10

La lluvia no tiene el mismo sonido

Desde nuestras vacaciones en París este verano me he dado cuenta de que mi relación con la lluvia es distinta. Por supuesto no es nada agradable que madrugues para ir al trabajo y de repente necesites convertirte en pulpo para manejar el bolso, el paraguas, el abrigo que debes quitarte al entrar al metro si no quieres fenecer por un subidón de temperatura, la bufanda, los guantes y el gorro/sombrero si el día es muy frío, por el mismo motivo que el abrigo.

En mi caso la lluvia implica que el pelo se me riza más y esto no es un problema en sí salvo por la parte que concierne a que no siempre lo puedo dominar como quiero y necesito entonces emplear más del escaso tiempo de que dispongo por la mañana. 
La ventaja es que llevo un detector de lluvia conmigo a todas partes hasta tal punto que cuando me levanto y veo los rizos rabiosos por toda mi cabeza ya sé que va a llover aunque no lo hayan anunciado antes.

En París, como estábamos de vacaciones, asumimos la lluvia con resignación, al principio. Era un fastidio menor ir con el chubasquero a todas partes, entrar al metro y quitarte el chubasquero, salir del metro y ponerte el chubasquero, entrar al Arco de Triunfo y quitar, salir y poner, gestos que iban siempre acompañados de la mochila, cámara de fotos y más. Pero como no había horarios no había prisas y no había agobios.

Los últimos días de las vacaciones, aquellos en que ya rendidos teníamos que volver al hotel a las 7 de la tarde a desplomarnos sobre las camas de puro agotamiento de caminar y caminar fueron días de bastante sol.
Y oh! sorprendentemente aquello sí que nos fastidió.
París es espectacular, una ciudad que me ha enamorao hasta las trancas y gran parte de su encanto es su luz tamizada por las nubes y la lluvia. A pleno sol está bien, es bonita, sigue siendo un lugar donde me gustaría pasar una larga temporada pero pierde gran parte del romanticismo.

Esta mañana al salir de casa pertrechada con mi paraguas, prevenida por la información meteorológica, he visto brillar las aceras a través de los cristales del portal y me he sentido extrañamente a gusto.
Después en la calle, caminando acompañada por el golpeteo de las gotas sobre el paraguas me he sentido feliz y era por la lluvia.

Mil imágenes han acudido a mi cabeza: los interminables Jardines de Versalles, la domaine de María Antonieta tan de película, las calles de los barrios menos finos abarrotadas de turistas y de la gente de allí, las Galerías Lafayette con todo su lujo y esas vidrieras fantásticas que no deben envidiar nada a ninguna catedral, la comida en el parque bajo el paraguas alimentando a una gorriona descarada que probablemente estaba criando y no dudaba en hacer uso de todos sus recursos, el recorrido por la Avenida de los Campos Elíseos con la tripa revuelta, la sensación de que las piernas y los pies duelen pero siguen caminando hasta el punto de que si me hubieran obligado a tumbarme habrían seguido moviéndose...

Hasta ahora muchas veces la lluvia en Madrid era algo molesto pero ahora incluso la ciudad me parece mucho más bonita bañada por ella. La lluvia ahora suena mejor.

[foto cortesía de http://todonotebook.blogspot.com/2009/12/compradiccion_29.html y de http://store.artlebedev.com/apparel/accessories/heart-umbrella/]

11.11.10

Si quieres un crédito vete a un concesionario

Allá por septiembre ya había hablado de que Pelotillo y yo estábamos buscando piso desde hacía tiempo pero que al final los bancos, pobrecillos ellos con todo su dinero bien guardadito no vaya a ser que se lo quiten, nos habían cogido cariño en el barrio y no nos dejaron irnos de allí. 
Por ello pasamos al Plan R, de Reforma y consecuentemente empezamos por donde hay que empezar en estos casos: pedir presupuesto.

Con este tema prácticamente zanjado y solucionado a principios de noviembre el siguiente paso era volver a visitar a los bancos (si es que no aprendemos!) para que nos dieran un crédito, esta vez pequeñito -apenas un pellizquito de nada a las arcas del erario financiero- para la reforma y el coche, que también necesitamos cambiarlo.

Panhard-Levassor 1901. The Ward Bros. Collection
El coche podía esperar al año siguiente, incluso a mediadios. Estuvimos haciendo cálculos, combinaciones, permutaciones y formulaciones químicas con las cuotas y los meses y al final para dejar de hacernos tanto lío en pareja Pelotillo se acercó a un concesionario de la marca que ya había elegido a plantear un "y si..." y compartir sus dudas con un tercero a ver si aclaraba el embrollo. Sobre todo porque nos preocupaba que una vez hecha la reforma fuéramos dentro de medio año al concesionario y nos dijeran que no nos podían financiar el coche por estar pagando cuotas de un crédito anterior, aunque fueran pequeñas.

Una vez calculado el coche con las características indicadas por Pelotillo, éste planteó la gran incógnita anticipando una respuesta negativa.
Su sorpresa fue mayúscula cuando el señor que le atendía le ofreció ampliar la financiación para cubrir el importe necesario para la reforma.

Como la oferta era flor de un día, Pelotillo me llamó para contármelo y aunque sonaba realmente atípico aceptamos y firmó.

Aston Martin 1939
La respuesta de la Caja cuyo nombre no voy a concretar, también le llegó en esos días y resulta que para pedir un crédito para una reforma normalita y para un coche había que poner como aval dos viviendas. Prácticamente lo mismo que te piden para que te compres un piso. Al final nos iremos a vivir al coche! Lo que no me explico muy bien es ese afán que tienen los bancos/cajas en acumular posibles pisos endeudados que luego tendrán que vender. ¿Tan bien se venden? ¿O quizá es que si no tienes una gran fortuna lo más valioso que "tienes" (=tú lo pagas pero mientras es propiedad del banco) es la vivienda? Bueno, creo que con esta segunda pregunta la cuestión se responde sola. Sí.

La conclusión es que el mundo está cambiando. La crisis está dando soluciones alternativas mientras otros se devanan los sesos dando soluciones políticas que unos y otros exprimirán para sacarle su jugo de cara a las próximas elecciones, dándole sentidos distintos, buscando la parte favorable a sus intereses.
Se organizan costosas convenciones que yo sustituiría por videoconferencias que seguro que es más barato, pero la verdad es que tendremos que hacernos a la idea de que tenemos que cambiar nuestros planteamientos y para mí esta financiación atípica es la prueba de ello.

A día de hoy estamos esperando contentos que llegue el final de este año pues realmente va a ser "año nuevo, vida nueva". (Cuán distinto al de hace seis años!)

Automóvil tipo 1932 Ford Highboy Roadster

3.11.10

El misterio de las magdalenas


Os acordáis de S.A.C.C.O.? Pues este lunes volví a experimentar una situación así.
Nos fuimos a hacer una ruta-mini en un punto de la provincia de Toledo y paramos en un bar de un pueblecito a desayunar.
El bar era pequeñito, más tipo tasca para caña, vinito o café puntual que para desayunar o tapear a lo grande.
El hombre al frente del local era amable pero algo no funcionaba en la comunicación entre los dos lados de la barra, el del cliente y el del dueño.

Le preguntamos si tenía tostadas para acompañar las bebidas calientes y nos dijo que no. Hasta ahí todo bien. Nos dijo que solo nos podía ofrecer magdalenas y que si queríamos bollería mayor había una tienda "saliendo a la izquierda y cruzando la calle, que tiene de todo". Esto no llevó a unos segundos de reflexión que empleamos para concluir que sí, que vale a las magdalenas.

Por otra parte, algunos de los que íbamos también debíamos de tener perfil S.A.C.C.O. esa mañana porque parecía que tampoco hablábamos el mismo idioma entre nosotros. 
Creo que la nada útil pregunta "¿qué vas a tomar tú?" debió de circular un par de veces en el grupo sin rumbo fijo cuando llegó el momento de decirle al dueño del bar lo que queríamos tomar. Añadido el bullicio de fondo de los cinco parroquianos parecía aquello la torre de babel.

Por fin, poniendo el libro gordo de petete del liderazgo sobre la barra con un golpe seco conseguimos transmitirle nuestros deseos al dueño, al menos con respecto a los cafés. Pero llegó el momento más duro de la experiencia: ponernos de acuerdo en cuantas magdalenas íbamos a tomar.

Previamente a este punto tuvimos una conversación esclarecedora con el dueño que aportó información imprescindible para el consumidor sobre la situación de las magdalenas, que detallo a continuación:

-¿Cuántas magdalenas queréis?
-¿Cómo vienen las magdalenas? ¿Empaquetadas o sueltas?
-Sí, empaquetadas. -silencio.
-¿Y cuántas vienen en cada paquete? ¿Dos?
-No, una.

Me hubiera gustado preguntar si habían pasado el control de calidad y si las magdalenas se habían llevado algún premio a lo largo de su existencia en aquel bar pero esta conversación no era mía y no era cuestión de enfollonar más el tema.

-¿Cuántas queréis?
-Para mí dos.
-En total 6. -dije, yo. Mejor simplificando, que al final no salimos de aquí.

Cuando me senté a la mesa había 10 magdalenas.
Eso sí, costó todo baratísimo. Algo tenía que salir bien.

26.10.10

Compartir con "f"

El viernes pasado Pelotillo y yo volvimos en autobús a casa. En una de las paradas se subió un chico que generosamente decidió compartir los vídeos que tenía en el móvil con todos los pasajeros.
Precisamente fue un comentario similar el que le hice a Pelotillo y a partir de ahí se me ocurrió que a veces sería buena idea trasladar facebook a la vida real, y hacer una mezcolanza entre los Sims y la susodicha aplicación.

Sería muy útil en una situación como la descrita que el individuo llevase una opción que los demás pasajeros pudiéramos marcar como "no me gusta".

En el caso de que siguiera ignorándonos podríamos "comentar" lo que nos parece tener que apreciar sus gustos audiovisuales.

Probablemente esta persona seguiría tratando de hacer su viaje en autobús más ameno -y a todos los demás aunque no quisiéramos- con el móvil. Así que siempre podríamos crear un grupo y decir que "Yo también he tenido que soportar que un desconocid@ me obligue a aguantar su música en el transporte público".

Hasta podríamos escribirle cosas en su muro pero creo que en esta situación serían más bien provocaciones.

Desesperados, tod@s los pasajer@s acabaríamos haciéndonos solicitudes de amistad entre nosotros para organizar un evento en el que se silenciara definitivamente el volumen del dichoso aparato telefónico.

Ahora es cuando yo digo que no soy nada fan de facebook y claro, con todos los ejemplos que he utilizado nadie se lo creerá.

25.10.10

Sobreponiéndome a la rutina

Después del paréntesis del fin de semana llega la cruda realidad y tenemos que volver a nuestras rutinas otoñales: trabajar, estudiar u ocuparse de las tareas del hogar, por poner unos cuantos ejemplos...

El fin de semana nos ha revitalizado, animado, hemos descansado -más o menos- y hemos podido ser un poquito "nosotros", sin las directrices impuestas por terceros, con libertad para disfrutar, entrenernos, ocuparnos en lo que fuera pero a nuestro aire.

Últimamente voy consiguiendo eso de superar el "síndrome del domingo". Seguro que sabéis de qué hablo: todo es perfecto el viernes y queda por delante un laaaargo fin de semana; el sábado estamos disfrutando a tope...pero el domingo ¡plof! de repente algo se te viene abajo -concretamente el ánimo, anticipando la tiranía de la semana-.

Ya casi he logrado dos fines de semana seguidos sin caer en la semi-depresioncilla anticipatoria. De hecho, este fin de semana me he felicitado internamente a mí misma varias veces por los logros, animándome así a seguir obviando los grises presagios.

...Hasta que ves esto:




...Y entonces piensas en que esta rutina es la rutina que ellos tienen todos los días.


Tanto estressss por su parte me conmueve, ¡pobrecillo!

...Yo lo entiendo, la vida de gato casero bien cuidado y mimado es muy dura. Hay que tomársela con calma que luego se pasa mal. Taaaan mal...

Y por si no te hubiese bastado con ver a uno, se une la otra, para que no se te pase por alto nada:


¡Feliz lunes!

22.10.10

Las vidas que nos faltan por vivir

Últimamente me da por usar el mp3 cuando viajo en metro, transporte que utilizo todos los días, mínimo dos veces. La culpa la tienen los podcasts de La Rosa de los Vientos, a los que me he aficionado desde que tengo un casi reciente y un sin-casi flamante reproductor que los admite.

Al no llevar los ojos fijos puestos en un libro, que es una de mis otras grandes pasiones, me entretengo en observar.
No hay mucho que ver en el sentido de que todos los días vamos un número considerable de personas a nuestros destinos de estudio, trabajo u obligaciones en general -porque a esas horas nadie usa el metro para ir a divertirse- con mucho, con más o con menos sueño, y con expresiones distintas según sea el día de la semana y el runrún de nuestras vidas. De vez en cuando y en medio de tan gris escenario destaca algún individuo o individua por alguna razón pero son las menos.
Sin embargo ayer reflexioné sobre algo que me recordó lo limitados que vivimos en nuestro micro-mundo que nosotros mismos nos fabricamos: dormir-comer-beber-trabajar-divertirse-cuidar de la familia, etc.

Se subió al vagón un chico mayorcito que creo que debería rondar la treintena larga, con síndrome de down. No sé en qué grado. No sé siquiera si para ello existen grados y aquí adelanto parte de la reflexión.
Se aproximó para agarrarse a una de las barras de sujección del metro que estaba en el centro de los asientos (son como reposabrazos agigantados para que la gente que va de pie cuando el vagón está lleno no ruede a lo largo de todo el tren en las arrancadas y frenadas; los que viajáis en el Metro de Madrid sabréis a qué me refiero).

Y aquí empezaron los sutiles cambios. El chico miraba hacia su derecha y de repente se echó a reir de una forma abrupta.
La chica que estaba sentada enfrente de mi le miró y en su rostro ví recelo, el resto de pasajeros intentaban disimular su desconcierto como si nada hubiera pasado -un vagón de metro es el escenario improvisado donde cualquiera podría llevarse un oscar a la mejor interpretación-.

Todavía en ese momento yo tampoco estaba muy segura de la situación ya que es cierto que en el metro a veces vemos individuos de lo más extraño y en una gran ciudad como ésta desconfiar es casi un mecanismo de supervivencia pues somos muchos y no todos tenemos las mismas intenciones y a veces nos vemos obligados a compartir un espacio muy reducido con complet@s desconocid@s que en otras circunstancias nos haría sentir muy incómod@s. Pero por otra parte en este caso era síndrome de down, lo que ya por sí mismo no debería constituir una amenaza para nadie.

Como decía, el recelo que vi en la expresión de la chica de enfrente era en realidad inseguridad y ahí tengo que decir que aunque yo no recelé sí es cierto que sentí también inseguridad -pero no por mi integridad- si no porque no tengo a ninguna persona en mi entorno con estas características y lo desconocido generalmente nos produce rechazo/miedo/desconfianza/inseguridad o como se quiera llamar. Y me pregunté a mi misma si sabría cómo relacionarme con alguien con este síndrome. Probablemente me sentiría ridícula aunque aclaro que por mi, por mi falta de soltura quizás, no por la otra persona.

Durante el transcurso del viaje se levantaron dos personas y este chico se dirigió dudando hacia un asiento libre hasta que apareció a su lado una mujer que supuse sería su madre. Cuando ésta ocupó su asiento él ocupo el otro. Abrió su mochila y le ofreció a su madre inmediatamente y solícito, un libro de pasatiempos que ella rechazó porque leía una revista. El chico se dedicó el resto del viaje a resolver un crucigrama con una concentración muy simpática.

Todo esto me hizo pensar en qué distinta debe de ser la vida para la madre de este chico, en qué distintas deben de ser sus prioridades, en cómo se habría sentido ella al descubrir que su hijo nacía así. Me hubiera gustado saber cómo ve la vida este chico, cómo se sentirá con respecto a los demás, qué pensará de las personas que no tenemos ese síndrome.

Pensé en qué poco sabemos realmente de nada de lo que nos rodea. Estamos cegados por el sentimiento inflado de supremacía de la especie en general y por el individuacentrismo en particular, y el absurdo llega a que ser "normal" no es suficiente, siempre queremos ser admirados, destacar, vestir distinto, ser los más bellos, los más delgados, los más listos, los más atrevidos... ¡y qué poco nos paramos a observar las pequeñas cosas que tenemos alrededor!, los detalles, las vidas de los demás pero no para competir sino para comprender.

Probablemente un gesto de cariño de este chico con síndrome de down sea para las personas que le han educado y ayudado a crecer todo un regalo y muchísimo más grande (que lo es, no es una suposición) que las miradas de admiración de todo un vagón de metro por el cuerpazo que tenemos o por lo el modelazo que llevamos.

Siempre he pensado que menuda ironía sería que los que nos consideramos "normales", "inteligentes", "superdotados" incluso -no hablo de mi-, estuviéramos a años luz de la verdadera inteligencia. 
Siempre he pensado que quizás una buena parte de los verdaderamente inteligentes y capaces de percibir lo que los "normales" no percibimos sean tod@ aquell@s con síndrome de down, autismo, etc, precisamente aquellos a los que no entendemos sin un gran esfuerzo por nuestra parte.

19.10.10

Por fin

¡Después de muchos meses a la venta por fin mi bici ha sido vendida!
¡Trocathlon funciona!



13.10.10

Triste y sola...

...me voy a quedar sin mi bici estática. Bueno, sola sola no, que tengo a Pelotillo y a mis gatos en casita...Pero en cuanto a objeto-de-uso-habitual-que-se-ha convertido-en-imprescindible, sí.

Cuando me la compré hace unos 3 años no pensé que la iba a usar siempre con tanto entusiasmo como lo he hecho. Sí sabía que la iba a usar pues para eso me la compré después de pensármelo bien pero todo el mundo decía: "bueeeno, al final se queda aparcada sirviendo de galán de noche". Como veían que yo estaba decidida a ser consecuente algunos también decían: "bueeeno, al principio la usas con ganas y tal pero como es tan aburrido al final pasas de ella".

Pues no en mi caso. La he usado regularmente y salvo que estuviera enferma o de vacaciones o algún imprevisto impepinable he acudido a mi cita cuando tocaba. No ha sido el colmo de la diversión subirse a pedalear sin que el paisaje se volviese un poquito borroso -no cuenta subirse contento de alcohol- pero tampoco es para tanto. Siempre la he usado enfrente de la tele, o con los auriculares en las orejas escuchando música o cuando necesitaba aclarar mis ideas, en silencio; las menos. Me he hecho adicta a mis sesiones de ejercicio. Ya no puedo vivir sin hacer algo de deporte.

Me fascinaba ver que en París caminábamos casi 7 horas diarias recorriendo la ciudad y en Madrid puedo pasarme las mismas horas en la oficina, a las que hay que sumar las del transporte, las esperas, el trabajo en casa delante del ordenador. Creo que mi cuerpo está diseñado para moverse y la bici ha sido una bendición cuando el resto de obligaciones te van robando el tiempo sin que te des cuenta.

La razón de que mi fantástica bici salga de casa es porque necesito subir de nivel. He descubierto la maravilla de conjugar el poco tiempo libre con hacer ejercicio en casa y la verdad es que es una fórmula estupenda para mi. 
Ahora quiero más. Mucho más. 
Quiero una bicicleta elíptica. Se acabó el hacer ejercicio sentada. Bienvenido el movimento total. Supongo que sufriré los achaques del cambio de ejercicio pues una ya tiene sus ais de vez en cuando pero creo que la sensación va a ser muy positiva. Estoy convencida de que no defraudará aunque primero tiene que venderse mi fiel bici. Este viernes se va a Trocathlon
La despediré con algo de pena, con la alegría por el resultado obtenido y muy agradecida por el bien que ha hecho por mi.


7.10.10

Yo también me voy de vacaciones



Ella siempre tan sutil...



[Esta foto no es reciente. Es de los preparativos del viaje a París de este verano]

6.10.10

Un grato descubrimiento

Hoy, por casualidad, me he encontrado en internet el trabajo de una ilustradora que me ha encantado. Es una autora de Reino Unido y mejor dejaré que hablen algunas muestras de su trabajo por sí solas.









Estas tres son las más significativas pero podéis ver más aquí, aquí, y aquí. Su nombre es Andrea Joseph.

En el último enlace hay una ilustración con calcetines que dan ganas de ponérselos en los días más fríos de invierno.

Da gusto ver el trabajo bien hecho.

29.9.10

La jardinería no relaja tanto como dicen

 
 
Ayer sucedió una de esas situaciones absurdas en las que terminas preguntándote "¿cómo he llegado hasta aquí?"
Lo más desesperante es que esta situación-tipo últimamente se repite con cierta frecuencia y tiene tan poco sentido que pasado un tiempo sigo sin encontrarle la gracia, el quid, la explicación, el sentido cósmico, con lo que finalmente lo dejo archivado en la carpeta S.A.C.C.O. (=Situaciones Absurdas Con Congéneres Obtusos)

No tengo muy buena mano para las plantas. Afortunadamente para mis gatos, con los animales, sí (los animales humanos tampoco se me dan tan mal aunque ésta es una de esas excepciones). Pero soy obstinada cuando algo se me resiste así que de vez en cuando me olvido de mi condición de "mejor mantenerse alejada de las plantas" y me hago con unas cuantas inocentes que acojo con alegría en casa.
Las últimas han sido una de hierbabuena, una damasquina y una de lavanda.

Hemos empezado mal con la hierbabuena; primero la vi apagada y algo mustia y pensé que era exceso de sol porque todavía por esas fechas teníamos temperaturas altas así que la regué generosamente y la trasladé a la otra parte de la casa que es menos soleada, junto con la damasquina.
No es fácil ubicar las plantas en casa porque las ventanas disponibles tienen zonas muy diferentes y además es necesario tenerlas alejadas de Doña Croqueta y El Señorito, a los que les encanta aderezar sus paladares con sabores nuevos.

La planta de hierbabuena empezó a estirar sus tallos pero no se la veía frondosa y sí algo más débil así que viendo que donde estaba la iluminación era insuficiente y que el sol había aflojado en la otra parte de la casa volví a trasladarla junto a la damasquina (otra vez).

En el traslado aprecié una "simpática" araña de color blanco con unas manchitas negras en el lomo, que se comportaba como si hubiera entrado a robar en su casa, vigilando sin parar todas las "salidas" y "entradas." 
La invitamos amablemente a abandonar la planta ocupada y dejé a la hierbabuena y a la damasquina disfrutando de un sol algo menos agresivo.
Cuál ha sido mi sorpresa cuando al ir a regarlas un par de días después me he encontrado la damasquina forrada de telaraña. Parecía el típico atracador con la media en la cabeza así que Pelotillo y yo salimos a la calle a abordar la primera floristería disponible para volver armados de acaricida hasta los dientes.

Llegamos a la floristería y le conté la situación al floristero.

-Hola, tengo una damasquina que creo que tiene araña blanca.
-¿Pero lo que tienes es araña roja? -léase con entonación a medio camino entre la pregunta y la afirmación. Esta iba a ser la entonación del floristero para toda la conversación. Aquí ya empecé a sospechar-.
-La planta está cubierta de telaraña y tiene puntitos blancos -mejor se lo explico y lo dejo en manos del entendido que por experiencia profesional sé que los equívocos llegan por los matices-.
-Entonces es araña roja -También son ganas de fastidiar por parte de las arañas-.
-Y lo que tienes son claveles chinos, ¿no?
-Pues no lo sé, supongo. Usted lo sabrá mejor que yo.
-No, no, bueno, yo no lo sé. La damasquina se llama así aquí, en Cáceres se puede llamar de otra manera, tiene muchos nombres. Yo sin el nombre científico no sé qué planta es.
-Claro...yo es que del nombre científico no me acuerdo. -...porque no soy botánica entre otras cosas, solo he venido a pedir asesoramiento...-.
-Entonces, tagetes -que es el nombre científico; al final parecía que el señor floristero sí sabía cuál era.- Yo te aconsejo que si está muy avanzada es mejor eliminar la planta porque para lo que le queda de temporada por los fríos de otoño no te merece la pena y es muy dificil de erradicar.
-Ajáaa....pero tengo una lavanda y voy a plantar tulipanes y me gustaría estar preparada por si se contagian.
-La araña roja es muy caprichosa y solo se va a otra planta si le gusta más y cuando termina con ella salta a otra. Pero su temporada termina en breve. La época de floración de los tulipanes no coincide con la de la araña roja así que te da igual
-[...!...] Vale, pero es que no quiero que se contagie la lavanda.
-No las pongas cerca de la damasquina. Mira, yo estoy aquí para vender y tengo el acaricida, que son 6.50, pero es que no te merece la pena porque la planta no se puede recuperar. La lavanda puede enfermar también pero solo si le gusta más a la araña. Pero yo no te aconsejo que te lo lleves. Yo tengo el acaricida pero para qué lo quieres.
-[Brrrrr...¿Qué me recomienda entonces, una entrevista con la araña?]

Miro a Pelotillo implorando ayuda porque ya no sé cómo manejar esta situación. Quiero el p*t* acaricida de los c*j*n*es para que en cuanto vea la más mínima mota, si es que la veo, fumigar a Pelotillo, los gatos y la casa entera si hace falta y no hay manera de comprarlo. Lo quiero porque precisamente no se me da muy bien esto de interpretar a las plantas, ¡j*d*r!
-[Inspiro profunda y disimuladamente] Vale, de todas formas me lo quiero llevar para tenerlo a mano.
-¿Pero para qué te lo vas a llevar? Mira, yo estoy aquí para vender y el acaricida son 6.50, pero mejor estás pendiente y en cuanto veas un puntito vienes y te lo llevas. Claaaaro.

Lo que no tengo muy claro es si este hombre tenía pocos clientes y quería recibir visitas o quería venderme sus plantas, que a lo mejor cuestan más que los 6.50 del acaricida.

En realidad creo que este tipo es uno de esos extraterrestres-araña de MIB, disfrazado de floristero y está infiltrado para invadir el mundo con su especie.

22.9.10

Re-forma


Eso es lo que va a tener nuestro piso: una forma nueva. Bueno, hasta donde lo permitan sus muros de carga.
Y todo ello será posible a la inestimable colaboración de los bancos. O a su falta de ella.
Claro, porque resulta que tú solo* vas a pedir una hipoteca y, después del soponcio que se han llevado los bancos con la crisis, que han perdido toda su autoestima y confianza en el mundo mundial, pobrecillos, resulta que solo te conceden el 80% del valor de venta o de tasación, si éste es más bajo que el de venta.

Normal, yo es que tengo un calcetín tamaño Demis Roussos (con todo el respeto para él) en el que llevo metiendo mensualmente desde que nací, unos fajos de billetes que me permiten ahora casi pagar la mitad del dinero que necesito -porque no lo tengo, si no no lo pediría voluntariamente al banco para que me lo cobrara mucho más caro**- de un piso que encima no supone un salto cualitativo con respecto al actual pero que me permitirá vivir un poco más desahogadamente en cuanto al espacio.

Llegados a este punto uno puede pensar: "Bien, pero siempre ha habido que tener unos ahorros previos para comprar un piso"
Pues esto es cierto pero existen circunstancias en las vidas de las personas que truncan esas previsiones. 

A veces a un@ le pasan cosas que interrumpen el fluir esperado de los acontecimientos. Un@ ya iba encaminado a cumplir esas expectativas, de hecho había llegado a culminar etapas en las que se tiene una vida montada, ya había aportado los ahorros previos para conseguir iniciar una vida independiente y se encuentra con que tiene que empezar de cero y no es fácil.

Los gastos se suceden y en esta etapa inesperada nada tienen que ver con mejorar tu calidad de vida tal y como se entiende la expresión, aunque a la larga lo estés haciendo. Surgen situaciones vitales con las que no contabas y para las que el mundo actual supuestamente civilizado no está preparado ni para contemplar. La vida sigue y los años pasan y tienes que seguir atendiendo tus responsabilidades y tratando de no perder tu hueco en la vida porque no hacerlo así es quedarse marginado de toda posibilidad de rehacerla.

Después de mucho esfuerzo moral y económico recuperas la estabilidad y, has tenido suerte, la felicidad; que ahora encima es mayor que la primera vez (no vamos a ahondar en las causas). En este punto es cuando consideras que quieres llegar un paso más lejos y eso requiere otro esfuerzo económico que estás dispuesto a asumir a pesar de que en cuestiones de préstamos un@ no es el que se lleva los beneficios.

Te vas animando, vas adentrándote en el mercado inmobiliario, te vas desanimando, vas acotando los sueños y elevando a ilusión lo que antes considerabas decepción pues ya sabemos que el ser humano es sobre todo adaptable.



Visitas pisos y te vas asomando tímidamente, primero, al proceloso mundo de los bancos por internet y allí puedes hasta experimentar milagros y que te den el 100% de la hipoteca con gastos incluidos. A fin de cuentas lo contemplas porque tu sueldo lo permitiría y ya que no has podido re-ahorrar para diez años, te resignas.

Te envalentonas y te decides a ir a los bancos a contrastar/ampliar la información y ahí se te cae todo al suelo. Al suelo hipotecario que es muy alto. Con esto de la crisis es que ha subido hasta el suelo mientras el techo se nos cae a pedazos. Aquí volvemos al punto de inicio de esta entrada.

Después de decirte que solo se concede el 80% sobre el valor más bajo ya sea el de venta o el de tasación, al personal del banco (ellos solo cumplen con su trabajo, ¿no?) les cambia la expresión, se ponen la máscara y la chistera y la agitan para ¡puf! sacarse unos pisos embargados o a punto de embargar con los que sí se puede conceder el 100% del préstamo.

La situación es grotesca ya que en realidad están sacando cadáveres de la chistera. Algunos todavía están calientes porque si no te importa no verlos antes puedes comprarlos para evitar que otro comprador desesperado se adelante. Lo peor de esta última circunstancia es que si lo piensas un poco estás comprando el piso de embargo con el antiguo propietario dentro. Es puro canibalismo inmobiliario.

El último cartucho es que recurras a una financiera especializada en hipotecas donde la información que mantienen en internet es como la de los bancos: inútil y descatalogada (a mi esto me recuerda a un término que tiene mucho que ver con no decir la verdad pero no voy a profundizar en estos conceptos pues no me dedico a la lingüística).

La propuesta más viable para conseguir un símil de "hipoteca 100%+parte de gastos" es que hipoteques la vivienda que quieres habitar y otra vivienda de algún familiar (con el que ya te puedes llevar muy muy muy bien) que esté libre de cargas y así ¡tachán! te den permiso para comprar una casa nueva.
Es como un aval pero por el que además pagas. 

Yo me pregunto: si existe algún familiar tan tan tan tan generoso que va a dejar que otra persona hipoteque su casa ya pagada teniendo también que pagar la hipoteca-objetivo que sería la vivienda recién adquirida, con el riesgo de que en caso de impago este familiar también se quede en la calle ¿para qué quieres un préstamo? Mejor sería que el familiar pidiera una hipoteca-mini para su casa y así dejarte el dinero que te hace falta adelantar para pedir una miserable hipoteca, ¿no? O que este familiar pida un crédito más o menos pequeño que tú le devolverás. En cualquier caso este sufrido familiar siempre se jugaría menos que dejar hipotecar su casa en manos de otro.


Nuestra solución va a ser dedicar ese dinero que para los bancos no parece ser suficiente en contribuir a la vida laboral de profesionales cualificados que hagan magia blanca convirtiendo nuestro piso en un espacio más habitable, más espacioso, acogedor y que encima parezca todo esto para continuar con el desarrollo de nuestras vidas.

Con razón el mercado del ladrillo se ha reciclado al de la llana y la maceta.


*solo entendido como unidad individual personal, no como: "buenas, yo pasaba por aquí y ya que voy a sacar 300€ de la cuenta para esta quincena  se me ha ocurrido que si me pueden conceder una hipoteca de nada"

**reflexión motivada por una conversación con Pelotillo a través de otra conversación que mantuvieron él y Mafioso hace algunos años

P.D.: Cuánta razón tiene Aslan.


[fotos cortesía de 
www.lujoymoda.com
www.decorailumina.com
www.pintomicasa.com]

14.9.10

Momentos Felices

Hay unos cuantos momentos en la vida en los que una toma conciencia del lugar donde está, quién es, quién ha sido y en los que haber llegado a ser quién eres parece la única consecuencia lógica en el transcurso de tu vida.

Son pequeños momentos, insignificantes, que en realidad poco tienen que ver con tanta trascendencia y están motivados por un sonido, una sensación o una imagen o por la mezcla de los tres, o de dos.

Son momentos en los que de repente te haces plenamente consciente de los objetos y del espacio que te rodean, incluso aunque estén fuera del alcande de tus sentidos, y te devuelven al centro de ti misma, dejándote la sensación por un breve instante de que todo está como debe estar .

No sé qué nombre tendrá esto o si yo estoy de atar pero al margen de la talla de mi posible camisa de fuerza son momentos que en mi caso se producen cuando:

-tu familia, amigos, seres queridos están charlando animadamente en el salón y tu estás en otra habitación para hacer algo que te tiene entretenida unos buenos cuantos minutos (no se produce el momento feliz si entras y sales rápidamente)
-estás muy cansada y te echas en la cama y oyes a tu pareja "cacharrear" en la cocina, en el salón o en otra parte de la casa
-estás muy cansada y aunque a ti te corresponde hacer una determinada tarea tu pareja amablemente se ofrece para sustituirte
-el sonido de la calefacción funcionando en una tarde de invierno
-te tumbas en la cama una tarde de invierno dejando una luz indirecta encendida, fuera de la habitación
-te despiertas una mañana del fin de semana y tu pareja y tú habláis largo y tendido en la cama
-te duermes en el sofá viendo una película que no te importa perderte
-te das una ducha caliente cuando el frío se te ha metido en los huesos durante horas
-llegas al coche al final de una excursión especialmente dura (se aplica para todas las estaciones del año excepto verano)
-recibes un "te quiero", un beso, un abrazo inesperado
-recibes un regalo sorpresa y sin venir a cuento, aunque sea algo insignificante
-te dedicas en cuerpo y alma a conseguir algo con tu trabajo y el resultado es como te lo imaginabas...o mejor (no tiene por qué ser el trabajo oficial, puede ser...montando una maqueta por ejemplo)
-descubres una fotografía, un cuadro, un diseño, un edificio, un libro que te deja con la boca abierta de un autor/autora que desconocías
-tu fisioterapeuta deja de apretar esa contractura tan dolorosa (ése es un mini-momento feliz, ¡pero qué momento!)
-lees en el sofá un libro gordo que te tiene atrapada y todo está en silencio; solo estáis tú y los personajes
-de repente oyes un ronroneo muy fuerte cerca de tu oreja y notas el cosquilleo de los bigotes de tus gatos que te buscan para un mimo
-tus gatos se arriman a ti buscando calorcito
-has preparado una receta y te ha salido tan buena que en el primer bocado ves las caras de sorpresa-satisfacción pero es demasiado pronto para que hablen
-te han preparado una receta genial y estás en ese primer momento
-descubres el doble significado, la pista, la trama oculta de una película o una novela
-estudias o trabajas en un proyecto propio en casa cuando ya todo el mundo está durmiendo
-preparas felicitaciones o regalos la noche de Nochebuena, cuando ya no queda nadie despierto (también vale que alguien se haya quedado dormido en el sofá) y solo te acompaña la tele con la reposición de alguna peli (sí, a veces he mandado tan tarde las felicitaciones de Navidad, pero el primer paso es reconocerlo, ¿no?)
-es madrugada y no sabes cómo se ha hecho tan tarde pero sigues jugando a la consola con tu pareja (en invierno, en verano no vale)
-estás de vacaciones y solo oyes el sonido del viento entre las hojas de los árboles (solo vale en verano o primavera)
-te quedas con tu pareja viendo subir y bajar la marea con olas, en silencio (preferiblemente en el Cantábrico o Atlántico)
-madrugas para hacer una excursión bonita
-te tumbas en el suelo, al aire libre, con todo el tiempo por delante para perderlo, y ves cómo se van moviendo las nubes (también solo vale en verano)
-te toca el sol de finales de invierno al aire libre
-terminas una excursión y llegas a un punto civilizado a tomarte algo y comentar el día con los compañer@s de la excursión
-en una excursión todo el mundo empieza a decir las ocurrencias más divertidas
-el repiqueteo de la lluvia en el chubasquero cuando caminas por el campo y en realidad te da igual que te mojes
-llegas tarde a casa después de salir y surge una conversación de lo más interesante alrededor a la mesa de la cocina y acabas animándote a preparar algo ligero y seguir charlando
-piensas en las personas que has conocido a través de tus/sus blogs y que ya forman parte de tu mundo

No sé si queréis hacer vuestra propia lista de Momentos Felices y encima publicarla. Yo, a la vista de los resultados debo de ser muy feliz porque la mía es una lista enorme, más larga de lo que pensaba que iba a salir.

8.9.10

Lo tuyo es puro teatro

Como ya comenté ayer, Pelotillo cumplía años.

Una gran sorpresa que me tenía reservaba vino por la tarde.
-¿Sorpresa? ¿A mi? Pero si hoy es cumpleaños.
-Tsssé...Ya sabes cómo soy, nena.

Así que nos dirigimos al metro y del metro a la calle y en la calle, hale, a caminar.

Yo le había preguntado en casa: "¿Vamos a caminar mucho?". A lo que él contestó: "Nooo..." y yo me puse unos zapatos con tacón. Si, vale, no mucho tacón que una no suele ir por ahí como los Ángeles de Charlie, corriendo con taconazos imposibles; qué menudos tobillos debían de tener las tías para no hacerse ni una simple torcedura, no hablemos ya de esguinces. Vamos, que por ir, una no va en tacón alto casi ni a trabajar, que son muy fatigosos.

De este modo, como decía, salimos del metro y camina que te camina y yo, un poco mosqueada porque ya me conozco a Pelotillo, le digo: "Oye, ¿no decías que no había que caminar mucho?" Ahí le pillé. Emocionado con el momento se había olvidado de nuestra conversación y me tuvo un ratillo despistándome (yo más bien diría, destrozándome los pies).

Finalmente llegamos al teatro Alcázar y la sorpresa era: La Venganza de don Mendo. Una adaptación del clásico de Pedro Muñoz Seca hecha por Tricicle y muy divertida, en la que todos los actores están muy bien y donde descubrí el talento (el talentazo) como actor de teatro de Javier Veiga, el protagonista.

[Foto extraída de www.tricicle.com]

Ha sido un cumpleaños muy especial y eso que no era el mío.

Gracias, Pelotillo.