7.3.14

Aquellos dones que la naturaleza me ha negado

En la entrada anterior hablaba de pasada de que hay actividades que aunque me atraen mucho no creo que pueda hacerlas. Quizás si dispusiera del tiempo suficiente para practicar poco a poco podría ir aumentando la confianza y podría dejar de verlas como imposibles. Pero con esta vida estándar de rata gris de ciudad es difícil.

La cosa empezó porque me gusta mucho el surf. Admiro a la gente que es capaz de mantenerse en pie -y a flote- en esa inmensa cantidad de agua cambiante y poderosa y que además lo hagan con la seguridad y la alegría que parece que lo hacen. Lo de la alegría lo entiendo porque tiene que dar un subidón tremendo. El mío sería para medicarme de la ansiedad. Así que me consuelo mirando las imágenes:

Surf
Más surf
Recomiendo la película Persiguiendo Mavericks para surfear cómodamente desde el salón sin que te salpique una gota.

Otra de las cosas que me atraen mucho es el senderismo extremo. (Creo que todo lo que es extremo, que es el polo donde yo no suelo estar nunca, es la clave.)
Hay un vídeo muy recomendable para sacudirse el amodorramiento y/o la nostalgia, que es El Camino del Rey y que incluyo a continuación:



Puede que a más de un ser humano le deje indiferente pero a mi me entran sudores fríos.

Si el senderismo extremo me da canguelo ¿qué puedo decir del alpinismo? Que probablemente para realizar alguna gesta similar tendrían que subirme inconsciente y en camilla, cosa que está bastante alejada de la esencia de este deporte. 

Yo veo esto y, primero, mis brazos se descolgarían al primer intento y, segundo y en consecuencia, más me valdría escalar con traje de submarinismo que es lo que tendría que hacer después de caer a plomo como un saco de patatas:

alpinismo extremo (10)
Alpinismo extremo
Mucho menos me veo capaz de balancear mis piernas alegremente como el protagonista de la foto. 

En la siguiente imagen se podría decir que ese sería el aspecto que presentaría yo misma segundos antes de saltar para acabar con tanto sufrimiento. Entiéndase que mis dedos estarían clavados en la piedra y mis piernas saldrían como en los dibujos animados cuando los personajes empiezan a correr y no se mueven del sitio. Por efecto del tembleque.

alpinismo extremo (1)
Contemplando las vistas
Si me dicen que al de la foto lo han llevado allí en helicóptero y se lo van a traer de regreso igual no me parece despreciable con el respeto que me provoca que simplemente salga sentado ahí (y no tirándose al vacío de puro pánico).

Con esta foto solo puede entrarme la risa floja:
alpinismo extremo (4)
Alpinismo muy extremo
Realmente así estaría yo pero en la base, antes de ascender el primer metro. 

Y para no saturar, una última imagen que me resulta ligeramente familiar por el encajonamiento que se sufre a veces en el transporte público... Pero creo que no me sirve como entrenamiento para la escalada.
alpinismo extremo (3)
Escalada extrema
En esta pequeña ascensión a las alturas y a la intensidad de las emociones la guinda la ponen todos los deportes aéreos. Sin complicarme mucho menciono dos "clásicos", aunque de ahí para arriba -permítaseme el juego de palabras- yo requiero desfibrilador si estoy consciente.

Estos dos clásicos son el paracaidismo y el parapente.

paracaidismo en australia Hacer paracaidismo en Australia
Foto de aqui
¿Qué alegría, no? Aunque yo ya habría perdido los empastes de tanto gritar.

Es cierto que se empieza con un instructor, que poco a poco vas acostumbrándote y soltándote pero honestamente yo creo que, de llegar ya tan lejos, dudo que pudiera pasar de esa fase. Si quisiera continuar haciendo saltos cuando llegara el momento de saltar sola tendría que ir cambiando de escuela, una y otra vez, recorrérmelas todas, y hacer que empiezo de cero. 
Lo bueno que tiene esta actividad es que dura muy poco aunque da la impresión de que se percibe como mucho más larga. pero aún así nunca podría quitarme de la cabeza "¿y si esta vez no se despliega el paracaídas?"
Y digo todo esto pero es que subirme a un helicóptero o un avioncillo ligero ya me supondría a mí un entrenamiento intensivo previo con drogas duras en el programa; no hablemos de abrir la puerta y asomarme al vacío. Mejor que me tiren en la camilla y con los tranquilizantes que usaron para subirme en la escalada. 

Con el parapente me suceden dos cosas. Por un lado da un poco de miedo (¿he dicho un poco?) eso de ir flotando por el aire y que la tortura experiencia sea más larga que saltar en paracaídas, amén de que pilles una mala corriente de aire y acabes en lo alto de un risco o de un pino, a la deriva ¡y encima tengas que descender! O todavía peor, que entres en barrena y quedes como un sello de colección que ha pasado por muchas manos. 
Por otro lado, visto desde el suelo parece una actividad más relajante y hecha para el disfrute; la posición es sentada que ya indica algo más de sosiego. Verdadera envidia me da de las vistas que se deben disfrutar ahí arriba. Además tiene la ventaja de que la actividad en sí no es la de evitar estrellarte poniendo un freno si no que está más orientada a llegar lo más alto posible/deseable e ir descendiendo poco a poco y de forma controlada, para aterrizar de pie. 

Foto de aqui
Sin perderle un ápice de respeto al paracaidismo, en el parapente hay que saber controlar mucho las corrientes aéreas, evitar las nubes tormentosas y manejar bien los tipos de vuelos que se pueden desarrollar. De hecho el curso de piloto de parapente está orientado a controlar principalmente las posibles incidencias en el aire y a saber usar el paracaídas de emergencia, además de ejecutar algunas maniobras orientadas al control seguro del vuelo.

He de reconocer que tengo debilidad por el parapente al atardecer, obviamente como observadora.

Foto de aquí

De todos modos creo que para mi naturaleza de tener los pies sobre la tierra sería más apropiado el kitesurf, donde se utiliza una cometa de tracción para hacer piruetas, saltos, maniobras a la vez que se desliza una sobre el mar. Lo de las vistas del parapente, me conformo con que me enseñen las fotos. Es agradable ver flotar los parapentes a lo lejos como aves erráticas que no se sabe muy bien si aprovechan los últimos rayos de luz del día para desafiar su propia mortalidad o van en busca de paraísos prometidos aún por descubrir. 

Y de las alturas a las profundidades. Algo que no creo que pudiera hacer nunca pero que además no querría hacer es espeleología.

Foto de aquí

Foto de aquí

Foto de aquí
Foto de NG
Foto NG
Espectaculares, ¿verdad?
Pero a mí no me compensa por esto:

Foto de aquí

Foto de aquí

Foto de aquí

Agentes de la Guardia Civil de Cangas de Onís rescatan a cuatro espeleólogos ingleses tras quedar anoche atrapados a unos cien metros de profundidad en una sima de los Picos de Europa que empezó a inundarse por las fuertes lluvias caídas ayer en el Principado.
Foto de aquí
Mi imaginación es muy fructífera y mi memoria muy oportuna lo que produce una combinación nada apropiada para mantener la calma en semejantes situaciones de estrechez. Me acordaría de todas las películas catastrofistas donde alegres, confiados, y lo peor, experimentados espeleológos se aventuran a descender por grutas de belleza espectacular y todo se tuerce. No he visto muchas pero sí material más que suficiente para que me asalte en un momento crítico.

Como sé que en el fondo os da morbillo esto de sufrir sin riesgo, termino con un video de Jimmy Chin sobre la escalada libre extrema de Alex Honnold, precisamente el tipo de la segunda foto de escalada (el que representaría mis momentos previos de salto al vacío).



(Disculpas porque no hay subtítulos)