Un apacible mediodía de domingo de agosto estábamos en la cocina de la casita del pueblo
El Hombre de la Semana (
EHDLS),
La Mujer del Hombre de la Semana (
LMDHDLS o también
Shuriken),
Pelotillo y yo preparando la comida. Habíamos recurrido a una opción que es muy socorrida cuando el día anterior acabas de aterrizar en las vacaciones y apenas has surtido la despensa de viandas: carne con patatas fritas.
EHDLS había tomado el mando de la sartén y terminaba de freir la última ración de patatas con un "ya no frío más", harto el pobre de echar a la sartén porciones adecuadas para que saliesen crujientes y uniformemente doraditas.
Es todo un maestro de cocina pero no solo porque fría bien las patatas. Es como el
Midas de los Fogones: todo lo que toca lo convierte en oro para el paladar, si eso es posible. Es el
Arguiñano de la casa; incluso hubo un tiempo que tenían cierto parecido físico y todo.
La mesa ya la teníamos preparada en el salón y solo faltaba llevar los manjares hasta allí para empezar con el condumio así que yo toda voluntariosa agarro la inmensa fuente de patatas con tan mala suerte que al pasar por el marco de la puerta calculé mal al girar para que la fuente entrase (a lo largo y no a lo ancho) y me golpeé el hombro. Como la fuente estaba caliente no la tenía sujeta con las manos extendidas por debajo sino cogida firmemente por los bordes pero solo con los dedos. Esto no hubiera supuesto ningún problema de no ser porque la fuente estaba resbalizada por el aceite salpicado de la sartén, algo que no noté cuando la cogí.
La conclusión fue que, ante mi espanto y con un insistente pensamiento interior de "no va a pasar", "no va a pasar", la bandeja se me escapó de los dedos y cayó al suelo en lo que a mi me pareció a cámara lenta. No me dio tiempo a intentar recuperarla en el aire, ni a decir en voz alta "ay" pero sí la ví mentalmente hecha añicos contra el suelo incluso antes de que sonara el golpe.
Pues no, la bandeja no se rompió pero las patatas se extendieron por el suelo del salón al modo que lo hicieron las croquetas del pienso de mi gato
este día.
[Esta circunstancia debería hacerme establecer alguna conexión oculta:
¿Tienen las patatas y el pienso para gatos las mismas cualidades moleculares que hacen que se comporten igual cuando son arrojadas desde una altura considerable?
En relación con esto, ¿deberíamos por tanto acompañar los humanos la carne con croquetas para gatos en vez de con patatas ya que se trata de un alimento balanceado y no hay que someterlo a aceite de altas temperaturas, dadas sus características coincidentes?
¿Tengo los brazos demasiado largos para mis proporciones cual descendiente muy directo del orangután y por ello voy tirando lo que está en un perímetro de 50 cm?
¿Adquieren las cosas vida propia a mi paso y resulta que tengo un don que desconozco, similar a la telequinesis?
¿Todo esto no me estará evidenciando y estaréis descubriendo a la torpe ocasional que hay en mi?]
Mi gran preocupación después de ver que no íbamos a comernos las patatas aderezadas con porcelana era que apareciera
Rufo como un rayo y se pusiera a hacer una carrera conmigo a ver quién cogía primero las patatas...En el caso de él, quién las hacía desaparecer del suelo primero...y definitivamente. Os aseguro que si
esta situación hubiera sido con Rufo no me hubiera dado tiempo a hacer la foto porque es un aspirador para la comida.
Felizmente ni se asomó, no sé si porque le dio asco, por llevar la contraria o porque si hubiera sido la carne la que estuviera en el suelo otro gallo nos cantaría.
No tengo documento gráfico del segundo suelo en
Braille, como dice
El Diablo, así que en sustitución os incluyo una foto de Rufito, el vilipendiado sin motivo a ver si así le compenso por la difamación injustificada.