26.5.11

Devorador@s de historias: Lassie



Hoy Devorador@s viene precedido por un recuerdo infantil. 
El que me hace creer que Lassie fue el primer libro que leí aunque esto no es probable. Tuve que haber practicado en otros antes de leerme un libro entero de forma fluida. 

De lo que sí tengo consciencia es de que fue mi primera novela y mi primera petición de biblioteca (o eso creo).

Supongo que tenía entre 6 y 8 años.
Recuerdo que descubrí la sala de la biblioteca del colegio y me pareció fascinante ver tantos libros atractivos allí juntitos. Estaba acostumbrada a ver la librería de mi casa pero claro, los libros no eran tan susceptibles de que yo los leyera aún. Creo incluso que alguno me daba hasta miedo. La imaginación infantil que se dejaba sugestionar por una portada algo más tétrica de lo normal aunque su contenido fuera simplemente más bien sesudo que tenebroso

Los recuerdos son falibles. Recientes investigaciones confirman que no se puede diferenciar un recuerdo implantado de uno real. Mucha cinematografía lleva tiempo jugando con este tema y en términos de psicología lo demuestra la práctica de la PNL donde se aprovecha la incapacidad del cerebro humano para distinguir imaginación de recuerdo, con notables resultados como tratamiento para la ansiedad, traumas, etc.

Mis recuerdos, tal como los conservo de ese momento, lo forman una sala no muy grande, iluminada por fluorescentes y por la luz del sol que entraba por las grandes ventanas y que estaba organizada con esas mesas octogonales o redondas para más de un niñ@, de color verde claro, tan típico de las aulas infantiles. 

Escogí el libro con la portada del perro. No recuerdo si me resultaba familiar por alguna película, por aparecer un perro o porque sí.
Lo leí. Tampoco recuerdo si lo leí de una sola vez o tuve que ir a la biblioteca varias veces empleando el tiempo del desayuno que tantas veces me saltaba.

Lo que sí recuerdo es que cuando me lo terminé volví a casa con los ojos haciendo chirivitas, fascinada por el cariño de un perro que era capaz de recorrer kilómetros y pasar calamidades solo para volver a estar con sus amigos humanos. Me llegó al alma. 

En una época en la que aquello de asistir a catequesis para hacer la comunión era algo que se daba por supuesto y en la que la iglesia mantenía que los animales no iban al cielo ni al infierno porque no tenían alma, aquella visión fue todo un descubrimiento.

Aquel libro lo considero el libro-símbolo que me inoculó el ansia por leer y que junto con otros tantos me ha convertido en la devoradora de historias que soy.
Fue también la confirmación que necesitaba para que mis sentimientos hacia los animales no entraran en conflicto con lo que supuestamente decían entendidos del alma y lo etéreo. 
Fue sobre todo el impulso que necesité para confiar en mis propios criterios, que aunque por entonces estaban forjándose y los que tenía tambaleaban un poco (el mundo es muy inestable en cuanto a verdades universales del mundo real se refiere; en esas tempranas edades estás constantemente influid@ por muchas personas con criterios muy diversos), me dieron algo de seguridad al saber que había otras posturas y que la incomodidad que sentía con respecto a que los animales no pudieran tener alma podía desaparecer, que siempre lo había sabido: cuando me muriera podría estar rodeada de animales también.

Mis pensamientos con respecto a la religión se han ampliado. Tanto que entiendo que haya tantas religiones y las motivaciones que las inspiran, tanto que a veces no entiendo como se puede llevar algo al extremo haciendo que todo lo maravilloso que tiene el ser humano de superarse a sí mismo con proezas increíbles lo pueda dejar reducido a la mentalidad de un bebé o de una planta.

Cuando todo se tuerce y cuando las personas que de mi alrededor empiezan a hablarme en un lenguaje que no comprendo entonces es cuando me acerco a mis gatos y me tumbo a su lado, sintiendo su calor, su respiración tenue, sosteniendo sus miradas siempre intensas y pienso que menos mal que tenemos a los animales para reaprender lo que se nos olvida con frecuencia.

25.5.11

Quítame el juicio

Ayer fui al dentista. Snif.

Me han extraído una muela del jucio. Snif.

Sí. Lo sé. Poco a poco voy perdiendo el juicio por la boca.

No me dolía. No me molestaba.

Me la he quitado por recomendación del dentista.

Se me hace muy raro desprenderme de algo tan mío que en principio está sano.

Es como si me lo hubieran arrancado. (Y así ha sido).

El cirujano tardó lo mismo en extraerla que en anestesiarla.

Increíble.

La tarde de ayer no pude saborearla como pensaba.

Podría haber suplantado a Edward Norton en una escena de El Club de la Lucha.

Brillos metálicos al salir de la sala a la tarde veraniega.

Lo mejor fue el helado que me trajo Pelotillo.

Me recordó cuando de pequeña me quitaron las amígdalas.

Eso sí fue una verdadera masacre.

Aunque me hacían daño, las pobres. Menuda venganza.

Lo mejor de entonces eran tres cosas: la inconsciencia infantil sobre las dolencias, el no poder hablar y el momento en que llegaba mi padre de trabajar con el consabido helado.

Me voy a poner nostálgica.

Lo de no poder hablar tenía algo de angustioso aunque cuando eres pequeñ@ basta con confiar en el criterio de los adultos que todo lo saben y esperar. Cero responsabilidad ni obligación de actuar.

Me quedan unos días de empastillamiento. He reinterpretado la receta y me distribuyo el antibiótico más espaciadamente sino me quedaré para el arrastre. Tomar decisiones variando el criterio de alguien que puede que sepa más que tú. Esperar a haber acertado.

Entiendo la magia de la fe. La religiones tranquilizan. Puedes confiar en que todo seguirá su camino, cerrar los ojos y dejarte llevar.

Mi sonrisa conserva aparentemente todas las teclas.

21.5.11

Concentración 15-M


La entrada de hoy puede ser un poco espinosa. Hay tres cosas sobre las que es mejor no hablar porque irremediablemente acabarán en discusión si las posturas son opuestas: religión, política y fútbol.

Personalmente no me gusta demasiado la política aunque en algunos casos la veo necesaria y me interesan más otros aspectos relativos a ella que la política en sí; podría decir que me interesa más "el cómo se hizo" que lo que los partidos políticos ofrecen.

En consecuencia tampoco es que esté muy versada en este tema pero tengo una opinión (como ejem,...eso,... que todo el mundo tiene uno). De un tiempo a esta parte mi opinión es que hace falta planteamientos nuevos, prácticos, basados en el sentido común y no conformarse con reproducir una y otra vez los mismos esquemas porque sea lo único conocido. A veces es necesario imaginarse otros puntos de vista para dejar de ver los que siempre utilizamos desde nuestras vidas, y descubrir que hay otras posibilidades eficaces que ni nos habíamos planteado que pudieran existir.


Por eso ayer Pelotillo y yo nos acercamos por la tarde a la Puerta del Sol. Entiendo que a Pelotillo le mueven inquietudes parecidas pero sobre sí mismo debería pronunciarse él.


Desde que llevo viendo estas movilizaciones hay puntos que me parecen muy interesantes. De partida el planteamiento inicial: un grupo de personas con inquietudes parecidas y disconformes con seguir sin hacer nada se reúnen para mejorar una situación que parece que solo puede empeorar, organizándose para dejar constancia pacíficamente de su descontento. 


A este grupo de personas se han ido uniendo libremente personas de todas las edades y situaciones, impulsados por la misma necesidad de tratar de empezar algo nuevo que pueda ser beneficioso para todos, aún sin que parezca que todavía esté muy bien definido.

Tienen hasta una guardería donde entretienen a los niños y he visto muchos carteles pidiendo que por favor nadie haga fotos a los mismos.
Se han organizado por grupos de trabajo y cuentan incluso con una enfermería indicando todo esto que cuando el ser humano se lo propone puede encontrar buenas soluciones en las situaciones más difíciles.



Las reinvidicaciones se hacen desde todos los sectores de población porque a pesar de los discursos parciales de muchas entidades y personas públicas esta situación es internacional y las soluciones que a este nivel se están proporcionando están solo orientadas a mantener un sistema en el que quien está en un posición favorecida se mantenga igual a costa de la precariedad de muchos.





Todo el mundo puede hablar, participar, colaborar, se escucha a la gente y se organizan asambleas para poner en común la decisión de aprobar o rechazar puntos del día , buscando el consenso de la mayoría. No hay grupos cerrados, sino organizados.
Nosotros estuvimos asistiendo a una asamblea en la que se trataron puntos como decidir si el excedente de comida que les han ido dado empresas y particulares a las personas allí acampadas se entregaba a una organización que se había ofrecido a repartir esos alimentos entre personas necesitadas.  La respuesta general fue afirmativa.

También se habló del protocolo en caso de actuaciones agresivas de personas interesadas en convertir la concentración de estos días en una ocasión para fomentar comportamientos violentos. Incluso en caso de que la policía desalojara a los que llevan acampados pacíficamente varios días en la Puerta del Sol.

La respuesta debe ser la pasividad, mantener la calma y cuidar hasta el lenguaje corporal para que se transmita el deseo de manifestarse pacíficamente y desde luego excluir el alcohol de un evento como éste pues no se trata de ir a pasar el rato sino de reinvindicar con seriedad y buena voluntad la búsqueda de alternativas más favorables para la sociedad en general.

Por la noche vi un debate en la televisión ya empezado sobre el tema, y desde luego hay posturas con las que no estoy de acuerdo. Obviando ya las similitudes que se han tratado de establecer a lo largo de la semana entre esta concentración y las revueltas de Egipto, oí opiniones que me parecían algo absurdas y poco serias para un tema como éste viniendo de profesionales con una edad y una trayectoria dilatada.

Una forma de dar la aprobación de una decisión en las asambleas es la de agitar las manos como se hace en el lenguaje de signos, alzando las manos y moviéndonas en el aire (girando las muñecas repetidamente). Es una forma de no propiciar que se arme alboroto y de un golpe de vista ver si hay mayoría en un acuerdo o no. Cuando alguien toma la palabra y alarga excesivamente su exposición los asistentes pueden indicarle que se está desviando del tema o no está aportando nada esencial moviendo las manos en un círculo como si se "pedaleara" con ellas. En fin, una serie de consignas distintivas y prácticas.


Alguien del debate dijo que era absurdo porque era como hacer el gesto de "los cinco lobitos" para los niños.


Desafortunadamente el mismo participante del debate televisado no hacía más que referencias a su juventud y a sus protestas ejercidas entonces para mejorar las cosas en una situación de represión -o de salida de la misma- en la historia de España,  invalidando ahora estos movimientos reinvindicativos.

La sensación que daba al final es que parece que desde la instauración de la democracia en nuestro país no hay nada más que hacer. Es como si hubiera un temor latente a que cualquier intento de cambio, aunque sea para mejorar algo, signifique despertar a una bestia negra que nos devuelva a tiempos pasados y perdamos todo lo bueno conseguido. Es como si hubiera una conciencia de que lo que hay es malo pero podría ser peor y mejor no tocarlo aunque no funcione.

El efecto que producía era de prepotencia porque también transmitía la idea de que los cambios verdaderamente importantes los hubieran hecho en su día todas estas personas que lucharon por la libertad en un momento tan difícil. Siempre se ha oído hablar de lo terrible y significativo que es haber vivido una guerra, una postguerra, la represión, incluso el miedo, de lo fácil que lo tienen las generaciones posteriores, que lo han encontrado todo hecho.
Sin embargo cuando estas generaciones por fin se mueven para empezar algo constructivo les critican. Más bien parece que se sienten dolidos en su orgullo por no ser los protagonistas eternos de una actuación decisiva que ha aportado muchísimas mejoras en nuestro país desde entonces que de verdadero cuestionamiento de los actos que se están realizando.

En mi opinión creo que muchas personas se siguen aferrando a su esquema mental de las cosas, de cómo son las cosas y cómo han sido hasta ahora, probablemente muchas sin quererlo, simplemente por inercia; y una y otra vez tratan de que lo que está sucediendo encaje en su esquema, intentando identificarlo para bien o para mal con algo ya conocido.

No ven que esto es el comienzo de algo, que se está dando forma todavía de modo titubeante, a un proceso que vendrá, con unos pasos que seguramente en algún momento habrá que corregir y retomar por otro rumbo, definiendo y precisando los objetivos concretos. Pero a día de hoy no se puede pedir que toda esta gente tenga claro exactamente a dónde va y cómo conseguirlo inmediatamente.
Como alguien dijo acertadamente en el debate de ayer no se les puede exigir una precisión y una firmeza que hasta ahora ningún partido político ha podido dar en toda una actuación de años.
Yo lo interpreto como una llamada de atención a una realidad a pie de calle, de todas y cada una de las personas que conforman la sociedad, donde todos somos importantes y a quienes se supone que van dirigidas todas esas acciones y decisiones que toman aquellos que nos representan. Esto deja constancia de que no somos un número, una estadística, un grupo informe y difuso sino seres reales que piden que los que actualmente nos representan o los que lo hagan en el futuro empleen sus recursos para dirigirnos en el verdadero bienestar y que éste no es única ni precisamente el que da el consumo ni el que supuestamente hemos estado viviendo hasta ahora aunque en cuestiones pequeñas pueda parecerlo.

Tengo un amigo que viene hablándome de todo esto desde hace tiempo, que ha retomado su actividad en la tarea de un futuro mejor cuando sus circunstancias se lo han permitido, y al que le dedico esta foto.

19.5.11

Devorador@s de historias: Aurora boreal y Sangre derramada

Después del drama vivido al saber que Stieg Larsson no iba a escribir más sobre Millennium pensé que podría seguir profundizando en la literatura sueca actual a modo de vano consuelo.
Dispuesta a no perder el hilo decidí continuar con el género de novela negra y tomé la primera que encontré disponible. Casualidad o sugestión, su autora se apellida igual que el escritor que espero que en un futuro muy muy lejano me haga de Virgilio en el otro mundo: Asa Larsson.

El primero de los dos es Aurora Boreal. En ella se cuenta la trama que ha llevado a que el predicador más famoso de Suecia haya aparecido mutilado en una iglesia perdida de una población sueca cerca del Círculo Polar Ártico, tan al norte de la Tierra que ni el sol puede esconderse totalmente durante unos cuantos días al año.

La idea es buena, el ambiente promete, especialmente para lectores y lectoras españoles más bien acostumbrados a una previsible rutina solar y nocturna y a unas buenas dosis de rayos de sol casi a diario. Los personajes parecen interesantes y algunos lo son y la trama está jugando al gato y al ratón a medida que avanzas en las páginas...pero algo falla para mi gusto.

Quizás lo dé el caracter sueco, tanto frío o tanto ritmo circadiano a merced de los astros pero ha resultado una lectura pesada.

Yo lo achaco en parte a mi ("el burro delante para que no se espante"). Reconozco que cuando una lectura no me mantiene interesada o al menos no me plantea alguna incógnita por resolver, sea del tipo que sea, enseguida me distraigo. 
Tengo esa capacidad dentro y fuera de los libros. En cuanto mi cerebro percibe que la información que me llega es accesoria y extensa y que lo fundamental ya se ha dicho algo hace "clic" y paso a otra cosa. 
No es que sea muy agradable porque en algunas circunstancias tengo que estar obligándome a volver a la Tierra...y al momento he vuelto a volar. En más de una ocasión me he encontrado pensando "¿qué me ha dicho?", si me encuentro en una conversación-monólogo del interlocutor, o releyendo varias veces el párrafo anterior para no seguir perdida, si se trata de leer.

La otra parte corresponde a la forma de escribir de la autora. Sí, ya sé que Aurora Boreal ha sido un éxito de ventas pero no entiendo que la novela negra tenga que ser opaca. A mi forma de ver, saltar de una escena a otra con personajes distintos, con tiempos distintos y con narradores distintos si no hay nada que te dé una pista de que existe ese cambio es visualmente contundente pero para una película no para un libro.

La lectura es un proceso lineal, no simultáneo como en el cine, y es necesario ir armando el puzzle en la cabeza para que lo lees tenga sentido. Tampoco es cuestión de que haya acotaciones como en el teatro pero un término medio ayudaría. En las historias sobre las que hablo hoy a veces una situación aparece después de otra sin especificar que ya está hablando de otros personajes y de otra escena y el resultado es que un poco después descubres que algo no te encaja y para entonces ya te has desorientado.

También entiendo que no es necesario contar todo de los personajes pero a veces, a pesar de utilizar un narrador omnisciente, el hermetismo de algunos caracteres es tal que incluso te preguntas sí ellos mismos se conocen. Esto me sucede sobre todo con la protagonista en el segundo libro, Sangre derramada, que por cierto es la misma que en Aurora boreal.

Por último algunas reflexiones quedan en suspenso. Hay pensamientos que los personajes parece que quieren transmitir pero es como si quedaran inacabados. Teniendo en cuenta que una reflexión implica un conclusión, con la que puedes coincidir o no, el resultado es desconcertante.

Leyendo Sangre derramada he tenido que hacer un esfuerzo para superar la primera parte. Se ha ido poniendo interesante superado el escollo del principio y es que me parecía que la presentación del nuevo caso de Rebecka Martinsson es un calco del primero planteado en Aurora.... Da la sensación de que "fórmula que funciona, fórmula que repito". Desde luego no defraudará a aquellos que esperen encontrar más de lo mismo. Además el ritmo es lento y esto puede convenir para reforzar sensaciones que la autora quiere transmitir pero creo que también afecta a la agilidad de la lectura.

En lo positivo, las narraciones de Patas doradas, algunas imágenes concretas y que en ambos libros los habitantes como grupo constituyen un personaje más, lo que a veces me recuerda a esa especie de conciencia colectiva que utiliza Stephen King en algunas de sus obras.

Creo que son libros que funcionan si no quieres complicarte la vida demasiado, si te apetece que alguien se ensañe con los estamentos religiosos suecos o si creías que Stieg Larsson era demasiado duro en su crítica a la sociedad sueca y buscas que te sorprendan.
Es una lectura ligera, borrosa, de esa que una vez leída no recuerdas a menos que la releeas o alguien te hable de ella.

Lo que no puede negarse es que es una forma de acercar literatura no anglosajona a otras latitudes y eso siempre es enriquecedor.




Las aventuras continúan y de momento son cinco libros los que ha escrito Asa Larsson.

También hay película de Aurora Boreal

12.5.11

Devorador@s de historias: Millennium

Tengo un sueño-deseo post mortem. Y es que cuando me muera me encuentre en una biblioteca-cafetería, rodeada de estanterías llenas de libros, sentada en una mesa redonda donde las tazas de café y chocolate caliente desprenden aromas que ascienden en volutas perfumando el ambiente y se enroscan en las lámparas de techo. Estoy rodeada de mis seres queridos, los que a día de hoy se han ido ya y los que sea que tengan que irse cuando yo me vaya (aunque les deseo a todos una larga vida y a mí también, que estas cosas nunca se sabe). No necesariamente tienen que estar ahí conmigo, con saber que están cerca me bastaría.
Como decía, estoy sentada alrededor de esa mesa con otras personas y está hablando Stieg Larsson el autor de Millennium. Nos está contando cómo tenía pensado continuar la vida literaria de Lisbeth Salander, nos explica los intríngulis de su obra, los porqués y las motivaciones, el futuro de Millennium.

Millennium es la trilogía del autor, divida en Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire.

Mi primer contacto con esta obra fue en la Fnac (otra vez!) pero con el segundo libro, con La chica que soñaba con una cerilla un bidón de gasolina. No sé porqué me llamó la atención un título tan incendiario. Quizás porque internamente, muy internamente, yo estaba en una etapa un poco belicosa.
 A veces las personas se tropiezan, te empujan y mientras tú te haces una brecha en la cabeza y te quedas mareada pensando todavía qué es lo que ha pasado, los mismos aprovechan para pegarte unas cuantas pataditas apenas disimuladas, un empujón malintencionado o te echan la bronca por no haber tenido ojos en la nuca. Pero yo no soy el tema. Simplemente lo explico para no tener que presentaros a mi psiquiatra para que os tranquilice, que el hombre es tímido y esto de salir en medios "públicos" no lo lleva bien.

A pesar de esa atracción inmediata tardé unos meses en leerlo. Yo es que para estas cosas siempre llego tarde, tarde con respecto a lo que está en vox populi, que para mi no es tarde si puedo disfrutarlo igualmente. 
Me encantó. Empecé y no los solté hasta que me acabé el último. Por primera vez leía novela negra fuera de tópicos masculinos de tipo duro, parco en palabras, irónico, listo y encriptado.
Para colmo de mi satisfacción la protagonista es una chica y una chica de características extremas en situación extrema y con un pasado extremo. Habitualmente echo en falta que también haya mujeres protagonistas con las que realmente te puedas identificar. Desde luego no me veo reflejada en una chica de aspecto despampanante que con 45 kilos de peso es capaz de tumbar a un regimiento de individuos "carne de gimnasio", sin un jadeo, sin sudar, sin romperse una uña ni un tacón y con menos músculo que una hormiga (y sin artes marciales); mujer que fuera de sus habilidades extraordinarias sigue encajando perfectamente en el tópico machista de la compañera perfecta, madre perfecta, y ama de casa perfecta. Tampoco simpatizo con una mujer que por quitarle aditivos femeninos parece un tío con las piernas depiladas.

Lisbeth lo consiguió. Tiene ese algo de desamparada que te provoca ganas de ayudarla pero a la vez es inteligente (mucho), independiente y con criterio propio, al margen de los convencionalismos sociales. La moral es la opción en la que todos salen ganando siempre considerando las circunstancias de cada momento. O si las cosas se ponen difíciles, la menos mala cuando no hay alternativas mejores.

Stieg Larrson, de nacionalidad sueca, fue dos sorpresas en una. Me gustan los países nórdicos, me despiertan curiosidad y tengo en mente viajar a alguno de ellos. Literatura sueca y novela negra diferente fue todo un descubrimiento. Alimentó mis ansias de devorar historias y nada menos que tenía otras dos más por delante.

Pero Millennium no es solo una historia de novela negra. Es también una historia de denuncia social y política de la sociedad sueca. El autor, periodista de profesión, siempre se implicó en temas de lucha contra el racismo y la ultraderecha y jugó un papel importante en este sentido.
Os recomiendo que leáis algo de su biografía para que yo no me olvide de aspectos importantes contando aquí algunos detalles.

Entre tanta sorpresa agradable la peor para mi fue descubrir que La reina en el palacio de las corrientes de aire fue su última novela. Falleció de un ataque al corazón y no llegó a ver el éxito de su trabajo con Millennium. Tenía previsto escribir hasta 10 libros de la saga pero Lisbeth, Mikel Blomkvist y el resto de personajes se quedarán para siempre entre los tres libros ya escritos y finalizados.

La inspiración para los personajes principales es una sorpresa más que añadir a estos libros. Lisbeth Salander y Mikel Blomkvist están inspirados en personajes de la escritora sueca Astrid Lindgren. De hecho Lisbeth es la fabulación de cómo sería de mayor Pippi Calzaslargas en el mundo de hoy. Si habéis leido los libros o si los leéis entenderéis el porqué de la sorpresa en este tema.

Algunos autores le critican el énfasis en los elementos negativos de la sociedad sueca pero yo diría que también es necesario compensar la, a veces, ficticia felicidad mostrada por los medios de comunicación incluso en tiempos de crisis y, otras, la directa ocultación de otras realidades que también están ahí, y no quedarse solo con el sensacionalismo de la desgracia inmediata.

De estos tres libros hay películas y son bastante fieles a los libros. Tanto que yo en algunos momentos me sabía de memoria lo que venía después y eso que no las había visto hasta entonces. Las tres son suecas.

Los libros


Las películas






[Nota: Pinchando en la imagen del libro Los hombres que no amaban a las mujeres recomiendo leer hasta Introducción incluida y parar ahí para que antes de leer el libro no descubras todo lo esencial.]

5.5.11

Devorador@s de historias: El ángel perdido

Javier Sierra es periodista de profesión y de formación, además de escritor. La publicación de sus libros ha estado principalmente orientada hacia el ensayo aunque también ha desarrollado su vertiente narrativa.
En este último género la ficción se puede encontrar en los personajes y en algunos acontecimientos necesarios para el desarrollo de la trama pero en lo referente a datos históricos o científicos éstos son siempre contrastables.

Así es El ángel perdido, una historia de ficción, novelada, que gira en torno al mito del arca de Noé y de los ángeles y sobre todo de la posible comunicación a lo largo de la historia entre seres humanos y seres "divinos", en el sentido más amplio de la palabra. 
La protagonista es Julia, una mujer de cualidades especiales que se encarga de restaurar la catedral de Santiago de Compostela y a la que le sucederán hechos insólitos que desembocarán en acontecimientos todavía más asombrosos.

De Javier Sierra he leído algunos de sus ensayos y he de decir que me gusta su trabajo porque a diferencia de otros periodistas también orientados a prestar atención a fenómenos aparentemente inexplicables desde la ciencia, le considero serio. Creo que le interesa más llegar a la razón última de estos fenómenos, siempre con un enfoque histórico, alejándose de la espectacularidad del hecho en sí. En el polo opuesto para mí estaría Iker Jiménez, a quien considero demasiado teatral en el planteamiento de las incógnitas lo que le quita credibilidad.

Por otra parte Javier Sierra es una persona que siempre se documenta, que experimenta, que viaja y comprueba por sí mismo aquello que estudia, asesorándose por especialistas en las ramas científicas que puedan ser útiles para conocer más del hecho que investiga y lo que más me gusta de todo y hace que luego repita con él (a través de los libros nuevos que escribe) es que siempre siempre deja en manos del lector/espectador decidir qué quiere creer o no. Él plantea el fenómeno, expone la información que puede explicarlo con todas las alternativas posibles pero nunca se posiciona ni trata de convencer a nadie de que lo que cuenta es verdad o mentira.
Me parece un tipo carismático, objetivo y muy sensato.

En cuanto a sus cualidades como escritor he de decir que en narrativa siempre le he considerado un poco flojo. Ha habido una evolución desde las primeras obras pero creo que donde mejor se maneja es en los ensayos.
A diferencia de historias anteriores, en El Ángel Perdido ha arriesgado un poco más. La acción no se hace esperar desde el comienzo de la historia y hay momentos duros impensables en libros suyos anteriores. Después el ritmo se ralentiza un poco y aparece el ensayista que hay en él cada vez que aporta datos concretos y verificables.

A medida que lo iba leyendo le decía yo a Pelotillo: "creo que se ha dado cuenta de que la gente lee menos los ensayos y visto el éxito que han tenido libros como los de Dan Brown, ha decidido hacer novela para poder hablar de lo que realmente le interesa y llegar a más gente" (en vez de utilizar las investigaciones para elaborar una historia con una idea original). Mi satisfacción por haber "leído" entre líneas al autor ha sido total al terminar de leer la historia y encontrarme con el epílogo.

Como conclusión subjetiva y personal sobre este libro diré que cuando lo cerré pensé que quizás estamos todos equivocados, los que creen en un dios y los que no creen. 
Quizás en la historia del ser humano, bastante corta por cierto, lo único que ha sucedido es que civilizaciones  más evolucionadas (llamadlo "X") se han ido poniendo en contacto con nosotros para mostrarnos lo que nosotros vemos como avances, en un acto de comprensión por su parte de unos seres más primitivos, con los que se han podido ver reflejados en un pasado muy lejano. Puede que hayan ido compartiendo con nosotros conocimientos destinados a ampliar nuestras capacidades físicas limitadas, viendo un potencial que nos hace capaces de superarnos para nuestro propio asombro; saliendo a nuestro paso de una forma totalmente aleatoria y casual en el transcurrir de los siglos, sin ningún fin, ni sublime, ni amenazador, ni de "a partir de ahora vamos a ser amigos", de la misma forma que cuando vemos a un niño coger mal una cuchara le enseñamos cómo hacerlo correctamente.

Quizá la muerte no sea más que el fin de lo que tenemos más a mano que es la materia, el cuerpo. Desde nuestras perspectivas terrenales es el fin absoluto pero igual que no somos capaces de imaginar el tamaño del universo puede que no sepamos imaginar otro estado distinto y por esa misma razón nos hemos construido una vida celestial después de la muerte, un alma, un dios, un ser poderoso, único que todo lo sabe y gobierna nuestras vidas.

¿Quién dice que el universo ha de ser igual de lineal que nuestras mentes? Después de todo, con 500 millones de planetas en nuestra galaxia se reafirma la famosa frase de Carl Sagan: "demasiado espacio desaprovechado".

Javier Sierra siempre consigue este efecto en mí: hacerme pensar con una perspectiva distinta sobre cuestiones que incluso ya me había planteado antes.

[clic para ver el argumento]