30.6.11

Estampida

Ya me gustaría a mí levantarme así por las mañanas:

 

Con semejante entusiasmo quién necesita cafeína.
Me encanta cómo se paran y disimulan cuando vuelven y se encuentran con el perro de frente.

29.6.11

Las caras del delito en los años 20

Hoy he descubierto una serie de fotografías expuestas por el Museo de Justicia y Policía de Sidney. Forman parte de una exposición más extensa y retratan los rostros y cuerpos de delincuentes de los años 20.

El artículo a través del cual he llegado a estas fotos rescataba el lado Sartorialist de las mismas, (la representación máxima del streetstyle, algo que inexplicablemente hace furor en internet y que yo creo que se debe a que todos podemos ser modelos de revista y especialistas en moda) explicando que eran un buen reflejo del vestir de la calle en la época, en un momento de la historia del ser humano en el que internet era menos posible que el exilir de la eterna juventud ahora.

Yo me quedo con la parte fantasiosa. Mirando las caras una casi puede imaginarse las vidas, los temperamentos que se esconden detrás de esas instantáneas fugaces, probablemente de forma equivocada pero la imaginación es lo que tiene, que es libre.

Con una gran cultura cinematográfica como actualmente tenemos no es difícil imaginar a algunos de estos personajes protagonizando situaciones arriesgadas, huyendo de la justicia, incluso defiendo nobles ideales, identificándonos con sus vidas y deseando su salvación (o su no captura).

La realidad es menos bonita. Entre ellos se encuentran ladrones, traficantes, delicuentes de sangre, incluso un violador de niñas -al menos lo intentó-. Nada admirable ni heróico.  Lo más extravagante: una mujer que se ha hecho pasar por hombre y cuya esposa desapareció misteriosamente.

Lo único que puedo concluir es que por entonces hasta los delicuentes iban bien vestidos -no todos-; que actualmente ya no se puede reconocer de forma fiable a nadie como maleante por su cara o su aspecto  -antes los malotes tenían cara de ídem-. Ahora el delincuente parece que pueda serlo cualquiera que nos parezca normal, más o menos casi todos tenemos expresiones uniformes. (Por otra parte lo mismo debían de percibir los ciudadanos de aquellas épocas si no los delitos no habrían llegado nunca a realizarse). 

La fuerza de las miradas y las expresiones de estas personas en las fotos es tal que me cuesta despegar los ojos de ellas. Me llama la atención que parecían muy tranquilos y muy profesionales posando para una foto policial. El concepto de foto policial también era muy artístico, más cercano al book que a la simple identificación.

Por último os propongo que adivinéis quién es la mujer camuflada como hombre. ¿Alguien se anima?

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28.6.11

La rebelión de la colada

Siempre lo mismo.
Tengo tanta ropa acumulada para planchar que cada vez que me acerco al cesto sucede esto:



El día menos pensado voy a acabar así:


25.6.11

Madrid, destino de vacaciones


Así me sentí yo antes de ayer. Como si estuviera de vacaciones en mi propia ciudad.
Debe de ser que los dioses me han escuchado pues llevo tiempo deseando experimentar momentos de relax -aunque sean chiquititos- similares a los que se consiguen cuando te vas de vacaciones a otro destino pero por más que lo intentaba no lo conseguía.

El mundo laboral es exigente y al final solo tienes una o dos oportunidades al año para relajarte del todo y condensado en tan poco tiempo resulta contradictoriamente agobiante. No me extraña nada lo del síndrome post-vacacional. Yo cambiaría el eufemismo y lo llamaría "pánico a despedirte de tu persona".

Anteayer Pelotillo y yo encontramos el lugar. El jardín lineal de Madrid Río. Con el soterramiento de la M-30 el Ayuntamiento de Madrid ha construido una vía peatonal ciclable que conecta muchos puntos de la ciudad y que proporcionan kilómetros de zonas verdes. A pesar de que en otras ocasiones las decisiones tomadas por Gallardón me han parecido bastante desafortunadas ésta la considero brillante y muy necesaria, al menos a mí me hacía falta algo así.

Pelotillo y yo ya habíamos recorrido parte de un tramo a pie y sobre patines. En nuestro barrio cualquier espacio parecido siempre estaba un poquito demasiado lejos, haciendo que moverse, especialmente en verano, fuera complicado por el tema de la relación calor-tiempo, y a la larga monótono.

Hago hincapié en que es una vía peatonal ciclable porque está pensada como zona de paseo pero permite la circulación de animales de dos patas subidos sobre ruedas (ciclistas, patinadores, skaters, etc... aunque a ver quién iba a prohibírselo!). La acogida ha sido tal que cualquier tarde a partir de las 8 puedes ver una gran afluencia de gente disfrutando del aire libre. 
El problema es que muchos ciclistas se lo toman como un carril de entrenamiento y la forma de esquivar y de aparecer de repente de la nada y las velocidades que usan son bastante peligrosas ya que en el recorrido lógicamente hay niños, personas mayores y perros, entre otros. La "solución" que se ha dado es limitar la velocidad de los ciclistas a 6 km/hora, velocidad de carruaje que por otra parte muchos siguen sin respetar. 


A todos esos deportistas entregados yo les recomendaría que o bien madrugaran mucho más o bien montaran en bici mucho más tarde, cuando no haya prácticamente nadie susceptible de ser arrollado.

La otra cara de la historia es que anteayer, Pelotillo y yo, subidos a nuestras bicis pudimos ver el lado oscuro del peatón y del que no lo es. Nosotros, prudentemente, adecuábamos la velocidad a la cantidad de gente que hubiera alrededor, siempre atentos varios metros más allá de nuestra posición para evitar posibles accidentes. De este modo íbamos más rápido cuando teníamos la vía libre o ejercitando el equilibrio cuando la gente nos obligaba a ir más despacio.
Pero lo que no es normal es el comportamiento de "peatón sin cabeza" de algunos transeúntes:  aquel que viendo y sabiendo que circulan ciclistas y patinadores hace ojos ciegos a la realidad y atraviesa la vía sin mirar antes, apareciendo de repente pero moviéndose lenta o erráticamente, o parapetados debajo de una sombrilla para protegerse del sol, como si fuera un escudo antigolpes. O los que son varios y caminan ocupando la totalidad del camino, haciendo una muralla. O los progenitores que no controlan a sus hij@s.  Que es lógico pensar que un niño o una niña puedan dejarse llevar por el entusiasmo del juego e irrumpan de golpe en tu trayectoria, para eso ya debe de estar atento el que va a más velocidad, pero al menos esperas que un  padre y una madre no bloqueen con sendos carritos de bebé más de la mitad de la calzada, máxime cuando al otro lado está el carro del barrendero que está cumpliendo con su trabajo. O los mismos ciclistas más "profesionales" que no tan profesionales son cuando no van a entrenar a un carril bici pero quieren practicar como si estuvieran en uno y que consideran que una autoafirmación del buen nivel de entrenamiento que tienen sea pasar por tu lado "afeitándote" las cejas. 

Por si todo esto fuera poco aún puede estar superado por ese skater ( ¿o "monopatinador"?) que intenta una virguería y tras ser propulsado hacia adelante se desentiende de su monopatín y deja que éste ruede en sentido contrario a él, en mitad de la vía y en un túnel a oscuras, para más señas el monopatín era negro. Que si no llego a estar atenta a los dos -monopatinador y monopatín- hoy estaba escribiendo la entrada con la nariz.
Esto en cuanto al poco civismo de la gente y sobre todo, poco sentido común. Será que me estoy haciendo mayor pero de todos modos yo no recuerdo haber sido tan estúpida cuando mi cuerpo me permitía hacer locuras parecidas.

El motivo que da título a la entrada de hoy es que todas las demás sensaciones fueron muy buenas: los olores, la sensación de la brisa en el cuerpo a pesar del calor, el pedaleo y el movimiento -para alguien que recurre habitualmente a una bicicleta de spining por falta de tiempo montar en una al aire libre es como tomar cava y de vez en cuando probar el champange-, esforzarte en superar los numerosos retos del camino (que no eran pocos) y conseguirlo con éxito, desarrollar la fuerza y mejorar el equilibrio, abandonarte a las sensaciones y al ejercicio.

Y vuelvo a los olores. Ya dicen que la memoría más eficaz es la olfativa. Pues bien, muy cerquita de casa con este Madrid Río -al que yo me empeño en llamar Calle 30, nombre más apropiado que al que de verdad se refiere- he descubierto un sitio cuyos olores me traen recuerdos y sensaciones del pasado muy gratas y me miman mientras me esfuerzo en subir una cuesta o me dejo llevar por una cuesta abajo.

Pedaleando pedaleando llegamos a San Antonio de la Florida, cerca de la pradera de San Isidro y decidimos premiar nuestro esfuerzo tomándonos una cervecita en Casa Mingo. A mí que me gustaría moverme más a menudo por la ciudad en bici o andando, me pareció casi increíble poder estar allí habiendo llegado subida a la bicicleta y disfrutando tanto.
Ahora ya sé que si me quedo sin vacaciones, de las de irme a otro destino, no de las de descansar de los madrugones, puedo hacer de mi ciudad algo bastante parecido a un lugar de descanso y disfrute.


24.6.11

Devorador@s se viste de tiempo

Ayer fue jueves y en In Scriptum no hubo Devorador@s...
No es porque en Madrid haya sido festivo y yo no haya querido hablar de una historia nueva sino que aprovechando que fue fiesta le he echado valor y he decidido introducir un cambio de ritmo.

El motivo no es nada espectacular ni tiene que ver con ningún acontecimiento que haya cambiado mi vida radicalmente; no me he hecho rica de la noche a la mañana, ni me ha contratado una superempresa para ponerme en un cargo directivo megaimportante (la verdad que lo del cargo directivo tampoco es que sea mi sueño, salvo tristemente por lo que ello podría indicar como mejor sueldo, etc....)

Simplemente se debe a que de un tiempo a esta parte cada vez tengo más trabajo en el trabajo -las peores maquinaciones las he perpetrado en los tiempos muertos de la oficina pero éstos ya cada vez son menos-.
Y en casa...bueno, en casa hace mucho tiempo que el tiempo libre es un bien escaso. Si de ello dependiera creo que todavía estaría pensando el título del blog.

A parte de estas razones cuantificables con un reloj, he dejado atrás una etapa interna extraña en la que no tenía la presencia de ánimo para escribir con la chispa que hacía falta o con la que quería transmitir en las entradas.
O simplemente no ha pasado nada que me llamara la atención.
O puede ser que durante este tiempo no haya tenido yo capacidad para ver algo extraordinario en lo común, desechando varias ideas antes incluso de darles forma, debido precisamente a ese estado de ánimo.

Todo esto relacionado con la sección de Devorador@s ha podido provocar que a In Scriptum le falte poco para prácticamente convertirse en un blog de comentario de libros y ese tampoco era el propósito. 
La idea era sumar no restar, concepto éste que está totalmente alejado del objetivo de enriquecer algo que empezó por el mero gusto de escribir.

In Scriptum
para mí es una especie de resort que me permite olvidarme de las obligaciones y rutinas diarias, una isla desierta a la que me puedo ir, evadiéndome de las imposiciones de la necesidad de hacer esto o lo otro mucho antes que aquello que me guste más. Un lugar donde reinventarme siempre, donde dar salida a esta mente de ardilla que no para.

Estaba perdiendo el espíritu de libertad, de improvisar, de estar atenta a las pequeñas cosas, de hacerme reflexionar y darle forma con palabras.

No me gusta faltar a mi palabra dada pero desde hace semanas le he estado dando vueltas. 
Ya desde el lunes y debido a la falta de tiempo y de ánimo me estaba centrando en elegir una historia y contarla para que puntualmente los jueves estuviera disponible y al final esto se había convertido en una prioridad por encima de la espontaneidad.

Lamentablemente no me puedo dedicar por entero a mis blogs; no estaría mal tener una fortuna o un mecenas que me permitiera cultivar las nobles artes de las artes pero no es el caso.

¿Quiere esto decir que le digo adiós a Devorador@s? Noooo. Ni pensarlo.
Devorador@s de historias seguirá apareciendo los jueves, de la misma manera que yo seguiré devorando historias compulsivamente  -una adicción es una adicción- y seguiré hablando de libros. Pero lo haré de una forma más relajada, sin que esto quite la posibilidad a otras entradas de ser escritas y publicadas, disfrutándolo.

La única diferencia es que no será todas las semanas aunque si se da la circunstancia lo dejaré estar, tampoco lo voy a forzar.

Devorador@s aparecerá los jueves como siempre, -un jueves es un jueves- pero sin previo aviso. De este modo el cambio añadirá algo positivo recuperando de nuevo en la no previsibilidad la espontaneidad perdida.

Espero que este cambio sirva para su intención inicial que es enriquecer este espacio y hacer que su lectura resulte agradable en vez de predecible.

16.6.11

Devorador@s de historias: Canción de hielo y fuego: Juego de tronos

Saquemos nuestro mejores ropajes, luzcamos las joyas más opulentas, brindemos con nuestras copas de plata llenas de vino fuerte y cantemos hasta el amanecer.

Es tiempo de reyes, de princesas, de bufones, de enanos, de clanes, de príncipes destronados, de reyes tribales, de bastardos, de guardianes del Muro, de dioses, de codicia, de compasión, de excesos, de intrigas, de justas, de torneos, de batallas, de supervivencia, de muerte, de amor, de sentimientos, de honor y de horror.

Es tiempo de Juego de Tronos.

Si os habéis leído Los Pilares de la Tierra recordaréis el principio tan sorpresivo, cuando Tom, Agnes, Martha y Alfred caminan por la noche y Agnes se pone de parto. Pues esa sensación de vértigo, de vacío en la boca del estómago vuelve a sentirse con esta historia.

Juego de Tronos es el primero de los actuales seis libros en total -algunos se dividen en dos volúmenes- escritos por George R. R. Martin, y digo actuales porque habrá más.
En este libro se presenta a las diferentes casas aristocráticas de un mundo imaginado basado ligeramente en la época medieval. Pronto se nos hace partícipes de las costumbres, los valores y la cotidianeidad de un espacio y un tiempo del que no se nos transmite una crónica de una época de forma fidedigna sino que a través de datos reales y de términos inventados en muchas ocasiones, se nos recrea un ambiente medieval en el que es fácil sumergirse.
Pronto los acontecimientos se suceden y dan paso a las tensiones de los diferentes reinos -siete para ser exactos- donde se despliegan estrategias de alianza, conspiración y traición en un tiempo interno en el que tanto los personajes como l@s lector@s se ven arrastrados sin apenas poder hacer otra cosa que reaccionar.
Servidora se enfrentó a la novela con el bagaje de la mencionada Los Pilares de la Tierra y El Señor de los Anillos (y algunas otras historias parecidas pero estas dos son las más presentes, quizás sobre todo porque además tienen su versión televisiva y cinematográfica, respectivamente). Esperas una estructura similar, unas líneas de lógica interna de la historia parecidas a las otras dos, una lucha entre el bien y el mal, etc, pero lo primero es que sorprende y lo segundo que engancha.

¿Las claves para que enganche tanto? Personalmente creo que la ausencia de un narrador omnisciente ayuda a que no nos podamos anticipar; la narración de la historia de cada personaje principal de forma separada por capítulos, siendo abruptamente interrumpida en el momento más emocionante para hablar del siguiente protagonista; que no haya buenos buenos ni malos malos, sino personajes que se adaptan a sus circunstancias, a las situaciones que viven y que se ven obligados a tomar decisiones en algunos casos opuestas a sus propios valores morales; que tramposamente los malos resulten entrañables -no todos, algunos son odiosos- y que los buenos no sean perfectos: todo esto los hace más humanos y es más fácil identificarse con ellos y, por último, que la magia existe.

Desde luego la tensión está garantizada. Pero no voy a engañar a nadie.
Por muchas ansias que tengas de saber qué va a pasar en el momento siguiente hay que tratar de hacer una lectura pausada porque son muchos los personajes irrelevantes o no que intervienen en la historia (teniendo en cuenta que de momento son seis libros hay que tener cuidado de no olvidarse de demasiados porque pueden aparecer después).
Las descripciones son abundantes y las familias nobles se suceden cada una con su escudo y su blasón, a veces se menciona su vinculación de parentesco con otros personajes aún desconocidos...Que de haber podido yo habría tomado alguna nota para no perderme.
Por otra parte el éxito de la historia es tal que hay numerosas referencias en internet y al final del primer libro existe un anexo explicando quién es quién.
Aunque fuera un poco repetitivo no estaría mal que el autor hubiera hecho una pequeña referencia a los personajes cuando los vuelve a mencionar para facilitar la conexión y no quemar nuestros fusibles pero tal es la magnitud de la historia que se le podría perdonar incluso que lo hecho fuera así por gusto.

No todo es suspense, intriga y tics nerviosos con este libro. También hay momentos para el sosiego e incluso a veces diría que para un exceso de sosiego pero nada que llegue a mantenerse durante mucho tiempo ni en intensidad. Por otra parte estos momentos de calma potencian el vértigo de las otras partes.

Desde luego yo estoy saboreándolo y disfrutándolo con calma porque con 5 libros más por delante, a la espera aún de más, para una lectora compulsiva como yo es todo un festín.


9.6.11

Devorador@s de historias: El otoño en Pekín

Amadís Dudu se levanta una mañana para ir a la oficina. Y pierde el autobús.
Consigue subirse a uno y descubre que no se puede bajar.
Se queda dormido y cuando el vehículo para, el autobús le deja en Exopotamia.
Allí hay un proyecto para construir una vía de ferrocarril, en pleno desierto. Un desierto poblado de personajes pintorescos y extravagantes, como el profesor Mascamangas, Petitjean,...


Con estos nombres y situación de partida no podemos esperar otra cosa que una historia absurda.
Pero absurda en el buen sentido de la palabra. Absurda porque bebe del movimiento surrealista. Más concretamente de la patafísica.


Su autor, Boris Vian,  fue un hombre verdaderamente versátil. Su corta vida fue muy intensa ya que en 39 años fue ingeniero metalúrgico, burócrata, novelista, dramaturgo, poeta, músico y crítico de jazz (faceta de gran importancia para él), cantante de cabaret, compositor, productor, traductor y organizador de grandes fiestas. 


No solo escribió El otoño en Pekín, le dio tiempo a escribir 19 historias más entre obras de teatro y novelas firmadas con pseudónimo y con nombre verdadero.
Su primera publicación fue polémica. Firmada bajo pseudónimo donde su verdadero nombre aparecía como traductor, fue censurada por sus contenidos de sexo y violencia. Provocó tal escándalo que esto le supuso dos años de juicios hasta que reconoció su verdadera autoría, momento a partir del cual fue duramente criticado. Mientras tanto ya había publicado cuatro novelas en total bajo el mismo nombre falso.

El sexo, la violencia, el amor, la muerte y la vida son elementos constantes en sus obras. En ellas los personajes parecen ser regidos por el libre albredrío pero en la aparente confusión de situaciones absurdas e impensables existe una reflexión profunda sobre el ser humano y la vida, un existencialismo a través del cual los personajes parecen ir propulsados hacia el momento posterior, en una carrera imparable y atolondrada; o a un ritmo agónico donde el presente se hace insoportable como es el caso de La espuma de los días, dependiendo del tono de la obra.

Boris Vian muestra a pesar de todo una gran sensibilidad, una gran versatilidad y una gran inteligencia de la que nos privó un día de finales de junio de 1959 cuando un ataque al corazón le sobrevino mientras visionaba una adaptación cinematrográfica de La espuma de los días, provocado por sus tempranos problemas de salud.

A destacar en El otoño en Pekín un momento impagable en la escena del autobús al que por fin Amadís Dudu consigue subir.
Y por cierto, la historia nada tiene que ver con el otoño o con Pekín.

En el vídeo podéis ver algo de sus dotes musicales acompañado de su guitarra-lira.


8.6.11

Dejémoslo todo y larguémonos


Este es el sentimiento que tengo por estas fechas.
Será la primavera que la sangre altera pero allá por mayo empiezo yo a notar un rebullir en mi interior que me hace pensar en viajes, irme a vivir a otro país una temporadita, cambiar mi apariencia (bueno se suele limitar a un corte de pelo, ropa, esas cosas sencillas...Lady Gaga no será mi segundo nombre por este motivo), abandonar todo lo antiguo, lo negativo, las preocupaciones...
Es probable que la alergia tenga bastante que ver en este cambio y que realmente tengo algo agitado por dentro pero es cierto que los síntomas no me molestan demasiado.
Es como si al desaparecer el invierno mi Mae interior saliera de su letargo y estuviera pletórica para emprender cosas nuevas. Con la primavera sale la guerrera interior repuesta después de su descanso.

Es en estos momentos del año cuando empiezo a pensar en verano, sol, mar, aire libre, acción y movimiento, y no precisamente en los meses de julio y agosto que es cuando menos apetece moverse de día.

Quizás tenga que ver con que en mayo renuevo fecha de expedición y claro, a la fuerza me entran estas ganas de invadir Polonia

Seguiré con mi rutina a la espera de que el calor del verano desinfle estas ansias de aventura.



2.6.11

Devorador@s de historias: Ciclo Pendragón

A casi todos nos gustan las leyendas y si tienen una base histórica mucho más porque el mero hecho de que contengan algo de verdad hace que interpretemos de algún modo que la fantasía es posible.

Por eso será que hay escritores que se dedican a recuperar viejos mitos y a reescribirlos de modo que tales leyendas son reinventadas una y otra vez, manteniéndose fieles en lo básico a la historia más o menos original pero visitiéndola de diferentes ropajes.

Por eso será que hay lector@s a los que les guste dejarse engañar un poquito y prestar atención a las historias que otros imaginan a partir de mitos que en el fondo (aunque sea muy en el fondo) siempre contienen algo de verdad.

Perpetuando una tradición oral que se ha transformado en escrita quise leer el Ciclo Pendragon.

Esta pentalogía concebida inicialmente para ser una trilogía es una ficción histórica basada en la leyenda de Arturo.  Los títulos que la componen son Taliesin, Merlín, Arturo, Pendragon y Grial.

Cuando empecé Taliesin me frotaba las manos cual mosca excitada ante un montón de azúcar esparcido por la mesa pensando en el festín literario que me iba a dar.
La historia prometía: orígenes y aventuras, explicaciones y detalles posibles en torno a la mítica figura de Arturo.  Fabulada, sí pero una puerta abierta a la especulación sobre misterios atlántidos y personajes como Merlín. Una fabulación sobre los posibles personajes de carne y hueso. Morbo histórico puro y duro.

He de decir que he aprendido algunas cosillas útiles y que la historia tenía buena base pero para mi gusto la trilogía inicial podría haberse mantenido.

Con un ritmo lento y un concepto de la descripción de escenarios, escenas y personajes e incluso actitudes sobrevalorado, la cadencia de la historia hace que ésta pierda fuelle.

Leyendo los libros puedes ver cuánto ha disfrutado el escritor, Stephen R. Lawhead, recreándose en una época y ambientes que desde luego le gustan. Se habrá documentado bien, no lo niego pero creo que incluso los momentos de acción parecen pasados a cámara lenta. Existen unas expectativas que no se cumplen.
A pesar de todo me los leí. Los cinco. Cabezota que es una y que me gusta darle una oportunidad  a todas las historias pero no sé si le daría otra.

La persona que me lo recomendó saboreó los cinco libros y precisamente por su entusiasmo me animé a enfrascarme en su lectura. Quizás hoy debería escribir esta entrada él, le sacaría mucho más jugo a la historia. Puede que por mi visión global del ciclo esté obviando aspectos interesantes pero desde mi punto de vista diré que son solo eso, detalles, y que a mí no me compensarían los momentos de esfuerzo de concentración en una segunda lectura.

En cualquier caso recomiendo que lo intentéis una primera vez.















[Haciendo clic en las imágenes accederéis al argumento de cada libro. Para los cuatro primeros he encontrado un lector verdaderamente entusiasta.]