26.4.10

Escribir con estilo


El material de papelería, de pintura de brocha fina, de artesanías, en general, tiene algo que siempre me ha atraído desde pequeña.

He crecido y me sigo perdiendo gustosamente entre estanterías de papel para acuarela, maletines de lápices de colores, lienzos en blanco, tubos de óleo inmaculados, henchidos y brillantes; gomas de borrar, pinceles sedosos, lápices de diferentes grosores y durezas,...

A ello he sumado otras aficiones capaces de atraerme como un imán. (Yo me pregunto, ¿y qué es lo que no me gusta? Podrían dibujarme como un mapa repleto de puntos de interés surcado por muchas carreteras que conectaran unos con otros y probablemente obtendrían el mapa dibujado por un loco.)

Este fin de semana un nuevo objeto embellecerá a partir de ahora mi caligrafía (a ver si dejo de tener letra de médico).

Un regalo muy preciado, por la persona que me lo ha regalado y por el objeto en sí.
Una pluma.



Ahora ya podré firmar elegantemente los autógrafos que me pida mi incontable público seguidor de estos blogs...y del nuevo proyecto cuando lo descubran.


Las palabras escritas perduran. 
Los regalos con corazón se vuelven imborrables en la memoria

21.4.10

Liada con unos tipos duros

LLevo bastante tiempo sin visitar mi propio blog porque he estado enfrascada en un proyecto nuevo. ¿Otro proyecto?
Pues sí. La cuestión es que llevo dos semanas sin despegar mi nariz de estos nuevos asuntos que me han tenido tan ocupada (y me siguen teniendo).

Tratando de resolver los problemas que me han ido surgiendo he conocido a unos tipos nuevos. Yo la verdad es que tenía la atención puesta en cuestiones tan sublimes como estéticas sobre aquello que tengo entre manos y de lo que todavía no puedo adelantar nada.

Un buen día les conocí. Habitualmente por mi trabajo tengo trato con muchos pero no suelo hacer caso a los tipos nuevos porque yo ya tengo lo mío. Esta vez fue diferente, fue como un flechazo. Al principio parecían tan agradables...

Todo esto me resulta un poco incómodo de contar pero he de aclarar que fue algo fortuito; en este momento de mi vida no tenía en mente para nada liarme con nadie pero ya se sabe: una cosa llevó a la otra y la carne es débil.

Como decía, al principio todo pintaba muy bien: Eran bien parecidos, atentos y se dejaban hacer. Cogimos algo de confianza y nos vimos unas cuantas veces. Cuando la relación ya parecía más consolidada fue cuando todo empezó a ir a peor.

Eran afables y parecían bien dispuestos pero a la hora de la verdad, cuando los necesitaba, desaparecían.
Últimamente, con tantas cosas que estoy haciendo a la vez, necesito que me lo pongan fácil, si no me empiezo a desorientar y todo se complica.

Ocurrió que me dejaron plantada en tres ocasiones y esto provocó un gran desánimo en mi. Desilusionada volví a mis tareas y de repente aparecieron.
Al final tuve que ponerme seria. Intenté quedar unas cuantas veces más poniendo mis condiciones, saltándome las normas establecidas pero ni por ésas. Volvieron a tomarme el pelo.

Tuve que tragarme mi dignidad y recurrir a...Pelotillo. En una situación así era la última opción que se me ocurriría.
Imagináos, yo diciéndole que me había liado con unos tipos ¡y que encima me sentía engañada!
Tuve que contárselo. No quería trastornarle. Sabía que todo esto iba a dar un vuelco a su vida pero me sentía tan mal que al final se lo conté todo.
Le dije: "Cariño, no es lo que parece. Puedo explicarlo".

Después de informarle de todo con detalle y a pesar de la situación tan difícil que se le presentaba lo encajó bien. ¡Sorprendentemente bien! ¡Estuvo dispuesto incluso a ayudarme! Yo no daba crédito.

Tan buen talante tiene Pelotillo que les ha dedicado una gran parte de su tiempo en los últimos días. Todo era un poco atípico. 
Quedó con ellos y, bueno, yo le facilité algunas pistas sobre cómo tratarlos porque ya los conocía. Pero no hizo mucha falta porque con la pericia, el saber hacer y el carisma de Pelotillo todo ha ido fabulosamente bien.

Ahora se llevan genial e incluso se ven sin que yo esté delante. Nuestra relación, la de los tipos y yo, ha mejorado mucho. Ahora cuando nos vemos no hay desencuentros, nadie se esconde; ya no hay motivo, Pelotillo sabe de ellos y ellos de él.

Todos estamos felices y cada uno en su sitio...

...Yo y Pelotillo, llevando nuestras vidas y los tipos, antes tan duros, siendo los tipos de letra que siempre debieron ser.

(Este articulo tan extravagante se entenderá cuando se desvele el misterio del nuevo proyecto).



14.4.10

Espirometría atípica


Reviso mis entradas anteriores (no las de las sienes, sino las de In Scriptum) y veo que últimamente solo hablo de médicos y de estudios.

Pues bien, aunque tenga poca vida social tengo alguna y muy intensa. Sin ir más lejos este fin de semana he podido conjugar una faringitis coleante con una comida de amigos y una cena de familia con futbol televisado. Todo en el mismo día, salpicado por unas décimas de fiebre que a primera hora del sábado aderezaron muy bien la jornada laboral. Sí, sí, he dicho bien: laboral.

Mención especial de ese día tan completo se merece el ahora famoso café con sal que a punto estuvimos de tomarnos ese mismo sábado entre la comida y la cena. Pero esta anécdota es digna de una entrada propia.

Ayer, sin embargo volví al centro médico. Esta vez la culpa fue de una espirometría que mi médico de cabecera (esta expresión me hace pensar que tengo al doctor sentado en mi mesilla) se empeñó en prescribirme a raíz de la última consulta.

Si alguien no ha hecho la prueba y tiene curiosidad por saber en qué consiste explicaré que se trata de sentarte en una silla en una salita donde tienen un aparato que recuerda a un secador de viaje, unido a otro artilugio con una pantalla muy grande y con botones en su parte inferior para que los/las expertos/as puedan configurar lo que necesitan.

En la parte que corresponde al paciente su cometido consiste en coger mucho mucho aire y soplar a través del secador de viaje en el que antes han colocado una boquilla de cartón, individual y posterioremente desechable por aquello de la higiene. Hay que soltar todo el aire de golpe y seguir expulsándolo hasta que te den permiso para dejar de ponerte azul.

Lo que no te dicen es que dura 6 segundos la tortura y que el personal técnico que controla la prueba está entrenada en las facciones más duras de las fuerzas militares especiales de la Europa del Este contando, entre sus tácticas principales, con el ninguneo de tus capacidades para coger aire y para soltarlo.

Se pasan todo el rato diciendo "seguro que puedes coger más aire", "tienes que aguantar más soltándolo", y un sin fin de comentarios orientados a que tú te esfuerces más y la verdad, o yo llevo una vida anaeróbica o allí ningún paciente hace la prueba bien.

La primera parte de la prueba la constituyen tres intentos "a pelo", es decir, tu coges aire, soplas; coges aire, soplas; coges aire-que-parece-que-te-vas-a-tragar-la-habitación, soplas.

Lo bueno viene en la segunda parte. Aquí es cuando te dan Minichutín para abrir los bronquios, igual que cuando te da un ataque de asma.

Internamente traté de mantenerme neutral con respecto a las previsiones que me estaba haciendo sobre lo que le iba a pasar después a mi cuerpo ya que al principio de la temporada de alergias el Minichutín parece Maxichutín por el subidón de adrenalina que me da, hasta que me habitúo a su uso. Ya sabía que a continuación vendría una sesión de taquicardias galopantes y temblores internos pero en fin, la prueba era la prueba.

Debí de olvidar que yo a veces soy un poco inocente porque no me dieron un chute, ¡me dieron cuatro!.

Después de la sobredosis tuve que salir a la sala de espera de nuevo para que el medicamento me hiciera efecto... ¡pero si con la segunda toma ya estaba como un caballo de carreras después del pistoletazo de salida!

Pelotillo, que me esperaba tranquilamente sentado leyendo un interesante manual, me vio y supongo que no vio nada raro. Sin embargo yo estaba como el vibrador de mi móvil en mitad de una llamada.

Le enseñé la mano temblona y pensé que en ese momento sería delicado trabajar manipulando la vajilla de la Casa Real.

Pasó el tiempo requerido y volví a entrar a la sala a coger aire y soplar.

El resultado fue peor que el anterior. La primera prueba de la primera parte era la válida, es decir, sin la ayuda del broncodilatador.
La segunda tanda se me hizo mucho más difícil respirar (no digamos coordinar mis pulmones para coger-aire-soltarlo-de-golpe-mantenerlo-seis-segundos) debido al exceso de medicamento porque mis propios latidos no me dejaban ni decir una frase del tirón.

Ahora cuando mi médico vea los resultados me la va montar buena con el Minichutín.

-¿Ves? No lo necesitas -dirá con su jocosidad habitual.

Y lo le diré: "¿Entiendes cómo me ponía el Megachutín(*)? Los datos los tienes delante."

Ea!

(*)Megachutín es el broncodilatador que me tomaba antes y que me provocaba con una toma lo que el Minichutín con cuatro.

10.4.10

¿Nos hacemos un Frurrelax?

Frurrelax
          1. Infurelax(1) Dícese de la infusión que aúna diferentes plantas con propiedades medicinales y que debe prepararse con agua caliente, dejándola reposar para que, una vez ingerida, propicie un agradable estado de relajación.
Nota de la autora: Claro, por eso se pronuncia "Frurrelax", porque antes de tomártela estás nervioso.
(1): Marca mencionada sin ánimo de hacer publicidad pero es que si no no se entiende la "originalidad" del término. 


8.4.10

Palito sonda


La vuelta a la rutina no le ha sentado bien a mi cuerpo.
Lo sé porque nos conocemos desde hace tiempo y a veces me hace estas cosas.
Así que tuve que volver a hacer una visita al médico.
Como en esta ocasión me dio una calurosa bienvenida doña Fiebre no hubo tiempo de pedir citas por internet así que fui al de guardia.

La espera no fue muy larga y una vez dentro la médica que asumía el turno me hizo las preguntas necesarias y tuvo lugar la consabida inspección faríngea.

-A ver...abre la boca...Muy bien.

En este momento fue cuando experimenté un dejà vu, un flashback, un retorno momentáneo a la infancia. De repente me hice medio metro más pequeña al notar el sabor a madera lisa, pulida y sin tratar del "palito de mirar la garganta".

-Dí "aaaaaah". -dijo la médica.

Imposible.

Todo lo que pude articular fue "ggggggghh" mientras intentaba sujetar el desayuno en el estómago.


Hacía muchos años que nadie me lo metía por la garganta tan atrás.


El palito del médico.


El palito de madera que usan los médicos para mirar gargantas.


(Por si las confusiones)

5.4.10

Vuelta a la rutina

La rutina tiene su encanto: es como reencontrarte con viejos amigos a los que no has visto una temporada.

Atrás quedaron, este año, los días de descanso de lluvia interminable, las horas plenas cerca de la chimenea del salón, la comida relajada, levantarse sin horario, acostarse sin preguntarse qué hora es, ver las películas que ponen en la tele porque no hay reproductor, conversar, reir y bromear.
En las vacaciones hemos sido, y a la vuelta, la cotidianeidad nos recuerda quiénes éramos y quiénes queríamos ser antes de jugar a ser nosotros mismos.

Hoy nos enfundamos el traje de "lunes de vuelta de semana santa" y retomamos las tareas como si nunca las hubiéramos abandonado aunque secretamente sabemos que no todo sigue igual. Nos delata una sonrisa melancólica o un brillo del descanso merecido aleteando en la mirada.

Trataremos de que nos dure esta sensación, esta calma para hacer las cosas y esta tranquilidad de espíritu. Una especie de indiferencia consentida, como una anestesia en la agitación diaria. 
No nos engañemos. 
Volveremos a caer en la trampa de la ansiedad y de la fugacidad de las horas del día, que siempre están por llegar.

Pero cuando queramos volver a dominar el tiempo, la prisa y el agobio solo tenemos que volver mentalmente a esa chimenea, a ese salón, a las gotas de lluvia repiqueteando en la ropa,  y recordar que podemos pararlo todo cuando queramos, incluso cuando la inercia nos indique que no podemos.