24.5.12

El cuarto de baño ~ ¿Cuándo empieza esto?

Empezar ya ha empezado pero todavía no podemos publicar para no desvirtuar el juego.
Este jueves no, es pronto.
Paciencia.
La "autopsia" se está gestando.
En breve empezaremos a ver algo de nuestro "frankenstein".

18.5.12

Locuras literarias II: Preparados para la autopsia

Ayer finalizó el plazo de inscripción para convertirse en Forense Literario y formar parte del equipo encargado de resucitar el Cadáver (Exquisito).

Estamos muy contentos. Yo ya estaba contenta con el plan inicial pero es que ahora el plan tiene cuerpo (tratándose de un cadáver tampoco es tan raro, tiene que haber un cuerpo, ¿no?), hay personas interesadas en seguirnos en esta locura literaria y a mí eso me pone auténticamente espídica y me hace pegar botes como una verdadera gata en trance de alegría. Si algun@ tenéis gatos ya sabéis a qué me refiero. :)))

Se han apuntado ni más ni menos...agarraos los bigotes que ahora viene lo bueno....redoble de tambores...cornetas...trompetas.... ¡¡¡16 FORENSES!!!

Ante todo gracias, MUCHAS GRACIAS A TOD@S por uniros a este juego surrealista que promete ser muy divertido y por dedicar un cachito de vuestro tiempo a desarrollar vuestras dotes escrituriles aunque no os preocupéis, aquí no vamos a ser estrictos, ni valoraremos nada, ni criticaremos nada, solo queremos ver cómo será nuestro Frankenstein particular.

A partir de hoy los participantes recibiréis, en el orden que os corresponda (según os habéis inscrito), el texto que debéis continuar desde la dirección jotacaroz@hotmail.comA él mismo deberéis enviar vuestro trocito de relato para que el juego continúe. 
¡En comunicación directa con el Diablo vais a estar! No temáis pero yo advierto, hay riesgo de morir de un ataque de risa pues ingenio no le falta.

Si todo marcha correctamente y no hay ningún imprevisto que lo impida todos los jueves iremos publicando el avance del relato para que podamos ver cómo va tomando forma nuestro cadáver (y por si los cazatalentos, que nunca se sabe), exhumándolo poco a poco. 

Necesitamos pediros una cosa y es que si alguien decide retirarse (los hados no lo quieran) nos aviséis con antelación para poder reestructurar la lista. Entendemos que los imprevistos significan lo que significan pero si alguien prevé, cuando llegue su momento, que no va a poder participar por favor lo haga saber por correo, al Diablo, preferentemente, o a cualquiera de nosotros (Pelotillo y yo).

Poco más voy a añadir hoy. Simplemente repetir que hoy soy un gata agradecida, requetecontenta de que esto esté ya en marcha y deseando ver cómo será esta criaturita común que haremos entre todos. 

~ El juego comienza ya~


11.5.12

Locuras literarias

Hoy estoy contenta. Muy contenta. Todo lo contenta que una gata puede expresar y en mi caso es mucho más de lo que expresa habitualmente una gata.

Después de un silencio algo más largo de lo normal en In Scriptum por fin puedo anunciar que ¡señoras y señores! he hecho un pacto ¡con el mismísimo Diablo!....Y por si esto no fuera suficiente garantía también  con alguien en contacto directo con el dios de la resurreción, ¡el Escarabajo Pelotillero!.... ¡Y quién mejor que una gata para semejantes asociaciones, teniendo siete vidas para disfrutar tales pactos...! ¡¡Tengo tratos con mitos vivientes!! Esto para una gata modesta como yo es todo un orgullo...aunque agradezco que no estemos en la Edad Media porque ya me estaban chamuscando los bigotes por brujería y malignidad...Bah....¡Ignorantes!
Esto promete ser muy provechoso. Y la mejor demostración de que así es, es nuestro proyecto en común más inminente.

Hemos decidido ponernos la bata, la mascarilla, encender los focos, desinfectar la mesa de acero inoxidable y mirar al cielo esperando una noche de tormenta y aparato eléctrico para...resucitar al cadáver.
No es un cadáver cualquiera, es un cadáver exquisito.
A modo de doctores frankensteins literarios emularemos a los surrealistas André Bretón y Paul Éluard y construiremos el cadáver más exquisito con vuestra ayuda.
Para aquellos que no sepan qué es, consiste, bien de forma gráfica o escrita, en confeccionar entre varias personas un dibujo o un relato, formato éste último el que ocupará nuestras meninges. La gracia está en que cada uno continúa en el punto en donde lo dejó la persona anterior y el resultado será siempre interesante y sorprendente.
Para ello hemos redactado una primera parte que incluiré en la entrada posterior no sea que os empiecen a girar los ojos en las cuencas de ver una entrada tan larga.

Pero vamos por partes, como merece una buena disección. Si eres un poco cuentista y te gusta escribir querrás saber primero cómo jugar.

~ BASES ~

1. Necesitamos que envíes un correo, indicando tu deseo de participar, al correo electrónico del blog (maewom@gmail.com) con el asunto "Forenses literarios" porque lo primero es meterse en el papel. Por supuesto puedes participar indistintamente a través de los otros dos blogs de los colegas del Averno (arriba indicados).
Tu dirección de correo electrónico permanecerá en el más estricto anonimato. 
Más confidencial que un expediente clasificado. Es decir, que si un cazatalentos te descubriera a través del "cadáver" y nos pidiera tu dirección para premiarte con un sueldo para toda la vida pero tú no nos autorizases antes tendrías que seguir con tus quehaceres diarios y decir adiós a las mieles del éxito...Pero no te preocupes, en ese caso nosotros nos pondríamos en contacto contigo para decírtelo. Somos infernales pero no tanto.
Las direcciones de los correos electrónicos serán confidenciales y únicamente las usaremos los organizadores del juego para su desarrollo (enviar a los participantes el texto que les corresponda continuar, dar ánimos, secar el sudor, pasar el bisturí....)

2Plazo de inscripción: Desde hoy viernes 11 de mayo hasta el jueves 17 de mayo a las 19h.

3. A la finalización del plazo de inscripción publicaremos el número total de participantes. Una vez comenzado el juego y a cada participante de forma individual se le hará saber cuál es su posición en la lista, de cara a que sepa cómo orientar la historia porque no es lo mismo ser el segundo que el último.

4. El orden de llegada de los correos establecerá el orden de participación.

5El límite de extensión es una cara de A4 en un tamaño de letra de 10 a 12 puntos.

6El plazo de entrega del texto nuevo por parte de los participantes es de 3 días máximo. Tendrás que enviar tu texto al mismo correo del cual recibiste el anterior.

7. El comienzo del relato mostrado en el blog es el punto de partida del juego y también para el primer participante. A los posteriores jugadores solo se les enviará la parte elaborada por el participante justamente anterior. 


Cualquier duda o consulta la podéis dejar reflejada en los comentarios de esta entrada y serán resueltas a la mayor prontitud.

Esto es todo así que dejad volar vuestra imaginación y ¡dadle caña al teclado!

Sin más dilación os dejo con el texto de partida, es decir en la entrada que viene a continuación. Espero que os animéis a escribir con nosotros y hagamos algo grande...¡al menos en extensión!

~ EL CUARTO DE BAÑO ~


Estoy sentada a la mesita de un pequeño Starbucks del centro de la ciudad. La gran cristalera deja que la luz gris de una tarde que ha sido lluviosa me acaricie con sus dedos. Pone un velo de luz sobre el libro que leo mientras tomo pausadamente un café descafeinado para apaciguar la espera. 

Miro mi reloj de pulsera. Las manecillas plateadas del reloj siguen deslizándose por el rectángulo negro, indiferentes a los acontecimientos que debieron suceder hace ya diez minutos. Mi cita llega tarde y a mí me queda ya poco café en la taza. Mi cuerpo reclama sus rutinas vitales. Intento ganar algo del tiempo que ya está perdido, me levanto, dejo el libro sobre la mesa y me dirijo al cuarto de baño, así luego no habrá interrupciones. 

Abro la puerta encabezada por el cartel con los monigotes masculino y femenino y accedo a un cuarto minúsculo dotado de un lavabo, un espejo sin marco, un dispensador de jabón, una papelera y un secador de aire caliente. Es tan pequeño que para poder entrar y abrir la otra puerta que está enfrente debo primero cerrar la que queda detrás de mí. 

La puerta que debe conducirme al aseo está cerrada. Doy unos golpecitos con los nudillos para comprobar que no hay nadie antes de abrir. No me gustaría encontrarme con algo que no quiero ver. Silencio. Lentamente acciono el picaporte y abro despacio la puerta. Los azulejos blancos de perfecto corte cuadrado y simétrica disposición reflejan una luz intensa que parece aumentar a medida que abro la puerta. Espero encontrarme el retrete blanco habitual pero, como si el habitáculo fuera estirándose mágicamente, no aparece y solo veo más azulejos blancos que se expanden hacia la derecha. 

Bastante extrañada por la situación sigo abriendo la puerta en un momento que se me antoja infinito y cuál es mi sorpresa cuando asomándome por ella, a mi derecha un amplio pasillo más largo que ancho se extiende ante mis ojos. Saco tímidamente la cabeza y veo al fondo una cocina de restaurante. Creía que una cafetería pequeña  tendría una cocina acorde con su tamaño pero estaba equivocada.
Yo buscaba un cuarto de baño pero siento curiosidad y me acerco sigilosamente. Total, seguro que ya me han visto.
Avanzo pero nadie repara en mí. Lo primero que me encuentro es a un cocinero de rasgos orientales que hace volar las verduras en juliana a golpes certeros de cuchillo. Por la destreza y economía de movimientos cualquiera podría decir que es un domador de vegetales. Temo interrumpirle no vaya a ser que se distraiga y acabe cortándose un dedo sobre la superficie de acero inoxidable así que continúo con mi expedición. 
Al fondo a la izquierda un hombre de corta estatura y espeso pelo negro se afana en fregar unas copas a mano que deposita con cuidado en una plataforma en forma de rejilla para que se escurran. Sus movimientos enérgicos, esponja en mano, contrastan con la delicadeza con que apoya las copas cuando las ha enjuagado. 
A su izquierda, a varios metros del señor bajito, un hombre corpulento, más gordo y alto que fornido, se concentra en los fogones, controlando el contenido de las diferentes ollas y cacerolas que tiene sobre ellos. De vez en cuando se vuelve a sus otros compañeros para gritar una petición o una orden a nadie en particular. "¡¡Necesito albahaca!!" o "¿¿Cómo van esas verduras??"" mientras agita una cuchara de madera que en su mano regordeta parece una batuta. 

Están todos muy ocupados y yo sigo necesitando encontrar un cuarto de baño así que me escabullo. A la derecha de la cocina, al final de un espacio vacío que hace de recibidor, veo una puerta en una zona de sombras, casi camuflada con la pared. Cuando mi mano toca el picaporte la puerta se abre de golpe golpeándome la cara y tirándome al suelo donde caigo de espaldas. Un dolor intenso me sube desde la pierna por la espalda y a la vez puedo predecir que voy a lucir un bonito moratón desde la parte frontal de la mandíbula que unirá barbilla, comisura y nariz. No sé por cuál de los dos dolores llorar así que me aguanto las lágrimas expectante ante lo que está a punto de suceder a través de la puerta maltratadora. Despatarrada en el suelo como estoy estiro el cuello y veo a cinco hombres asiáticos, vestidos con traje de chaqueta negro y gafas negras, que han irrumpido en la cocina dando saltos acrobáticos, profiriendo gritos en un idioma que no entiendo y armados con pistolas y metralletas. Al cocinero de las verduras se le ha quedado la juliana congelada en el aire, la batuta del cocinero de los fogones parece una varita mágica suspendida unos segundos y un racimo de pompas de jabón flotan desde el fregadero y se mueven aleatoriamente, como si todo aquello no fuera con ellas. 

Mientras se produce semejante alboroto el chino que se ha quedado custodiando la puerta responsable de mis chichones repara en mí y me hace un gesto con la ametralladora. Tiemblo bajo su mirada oblicua e inexcrutable y la metralleta, así vista de cerca y con la posibilidad de que pueda estar centrada en mi persona, me parece mucho más grande que el hombre que la maneja. Si me apuntara con un elefante en ese momento no notaría la diferencia de tamaño. 

El sicario insiste e intuyo -será el instinto de supervivencia- que lo que quiere es que me levante. Rápidamente aparece otro individuo de la nada y entre los dos me llevan en volandas. Oigo pasos precipitados y por el rabillo del ojo, mientras vuelo hacia la luz del exterior, veo que los hombres de negro se dirigen en estampida con nosotros para atravesar la puerta golpeadora. Una luz inmensa me ciega y me obliga a cerrar los ojos. 

Tanto los hombres que me sujetan como los que nos siguen, parecen entrenados concienzúdamente para no perder ni un segundo de tiempo. Atravesamos a toda velocidad una estancia muy luminosa y apenas he recibido en la cara unos instantes del fresco aire del exterior cuando ya me han introducido en la parte trasera de un coche y éste se pone en marcha de inmediato.
Me duele la mandíbula y estoy tan confusa que no consigo poner en orden el tropel de pensamientos que me asalta.

- Están en un error - logro decir por fin.

Pero el copiloto se vuelve como un resorte para gritarme en su lengua con agresividad. Empiezo a estar muy asustada pero opto por callarme y observar todo lo que me rodea, por si me sirviera más adelante para mi denuncia.
Miro por el rabillo del ojo. A derecha e izquierda me escoltan dos hombres perfectamente trajeados que miran al frente a través de sus gafas oscuras. Me recuesto un poco en el asiento para observar con disimulo sus rostros. Efectivamente son todos asiáticos y diría que parecen clones unos de otros.

El sonido de fondo que me pareció el de la radio del coche me trae frases que sí comprendo.
"¡Otra de verduras asadas!" "¡No me dejéis sin albahaca!" "¿Quién está atendiendo la mesa 5?"
Busco intigada el origen de esas voces y descubro que en el salpicadero del coche hay tres pequeñas pantallas con imágenes de un color gris azulado. En una de ellas aparece el movimiento de los cocineros y camareros de la cocina por la que acabo de pasar, en otra creo ver un lavabo, quizás el del cuarto de baño al que jamás debí dirigirme. En la última reconozco el restaurante.
Por qué controlan desde el coche ese lugar es algo que no alcanzo a comprender. Mis raptores no parecen hacer caso alguno a lo que muestran esas pantallas. Solo la que capta el restaurante parece estar en movimiento, mostrando lentamente todo el perímetro del local.
Sigo hipnotizada ante esas imágenes  cuando el coche enfila la salida a la autovía y el conductor comenta algo con el malhumorado que da las órdenes.
La cámara del restaurante muestra por fin el lugar en el que yo me encontraba sentada. Alcanzo a ver el libro sobre la mesa.
De repente algo me hiela la sangre. Una chica se acerca a esa mesa y se sienta. Coge el libro y lo abre entre sus manos. No soy yo, obviamente, pero me parezco muchísimo. Hasta la ropa parece la misma desde mi distancia y esto me llena de incertidumbre.

- Pero... ¿quién..., qué está ocurriendo aquí?
- ¡No haga preguntas, señorita! - me dice el copiloto, sin chillarme y por fin en mi idoma.

-Quiero una explicación ahora mismo. ¿Quién es esa chica que se parece tanto a mí? Obviamente no soy yo porque yo me encuentro aquí y no puedo…-un golpe sordo me hizo dormir durante un buen rato poniendo fin a mi incontenible verborrea producida por el pánico.

Cuando desperté el coche avanzaba a velocidad moderada, respetando los límites de la autovía. Nada hacía sospechar que dentro se estaba cometiendo, al menos, un secuestro. El conductor apagó las pantallas del salpicadero y apretó un botón que provocó que éstas girasen sobre sí mismas, ocultándose y dejando el salpicadero limpio de tecnología puntera, como el de cualquier coche normal. Me debí de desmayar varias veces porque recuerdo imágenes sueltas, incoherentes.

Un par de horas después, o eso creo, abro los ojos en una habitación sin ventanas, tumbada en una cama bastante vieja cuyo somier chirría al menor movimiento. Consigo incorporarme después de sentir cómo mi cabeza explota ocho o nueve veces seguidas en intervalos de un segundo. Está oscuro, por debajo de la puerta entra un rayito de luz y mis ojos se acostumbran en seguida a la penumbra. Consigo ver un lavabo. Abro el grifo pero no sale agua. Al lado hay un inodoro sin tapa, en seguida vienen a mi cabeza imágenes de películas de cárceles en las que los presos tienen que hacer sus necesidades unos delante de los otros. ¡Qué vergüenza!, pienso durante un momento, y en seguida continúo con la exploración de mi celda. Una puerta con una mirilla que se abre desde fuera. Por un momento pienso que si lo intento la puerta se abrirá y de hecho llevo mi mano hacia el tirador pero lo único que cojo es el aire. No hay pomo en mi lado de la puerta. Paso la mano por la pared y está áspera, áspera y húmeda. O estamos cerca de una gran cantidad de agua o el lugar está tan viejo y ruinoso que las tuberías han cedido al paso de los años y ya no conducen el agua por dónde deben. Intento recordar más películas de presos y secuestros. ¿Qué hacían los protagonistas para escapar? Y lo que es más importante ¿qué hacían para que la puerta se abriese y dos minutos después estuviesen muertos? Tenía que evitar esto último como fuese. Piensa, piensa, me repito. Me siento en la cama a esperar y entonces toco lo que parece ropa perfectamente doblada. En la camiseta hay un logotipo que no alcanzo a ver bien. Tiene unas letras, una A, una B y una… El chirrido de la puerta al abrirse de par en par y la luz que me golpea me sacan de mi ensimismamiento. …Y una C.

-Vístase y síganos. –dice uno de los tres tipos que han entrado
-¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hago aquí?
-Nada de preguntas… por ahora. Vístase, ¡rápido! Ya llevamos una hora de retraso.
-¿Retraso para qué? –una sombra oscurece de golpe la habitación. Llega un cuarto individuo, viste como yo, lleva un peinado como el mío, tiene la nariz en punta como la mía…- ¡¿Qué?! –exclamo antes de quedarme sin palabras.

10.5.12

Howard Carter


Howard Carter

Ayer fue el aniversario del nacimiento de Howard Carter, egiptólogo y arqueólogo británico que debido a sus  tempranas dotes como dibujante se trasladó con 17 años a Egipto. Su experiencia allí le enseñó a excavar y restaurar monumentos y formó su perfil como arqueólogo.
Su reconocimiento se produjo con el descubrimiento de la tumba del rey Tutankamón (me encanta como suenan estos nombres cuando alguien con idea los pronuncia, yo me limito a dejarlos por escrito, que también me gusta: Tut-Anj-Amón).

Recuerdo cuando trajeron la exposición itinerante a Madrid. Había una proyección sobre el rey egipcio y en la sala justamente anterior estuvimos viendo, entre otras cosas, una fotos en blanco y negro donde salía Howard Carter en las excavaciones y en diferentes momentos de sus trabajos.
Aparte de la fascinación que me produce siempre la fotografía si encima es antigua y documentan momentos reales hacen volar mi imaginación.
Así que ahí me veis con la nariz pegada al cartón casi desgranando los puntos de impresión del papel, tratando de hacer un viaje mental en el tiempo, imaginando los olores, intentando notar el calor abrasador del sol del desierto, la sensación que debe producir haber nacido en un país europeo en una época con unos valores distintos a los actuales en muchos sentidos y que tu devenir vital te haya llevado fortuitamente a un continente distinto, explorando los misterios de un pasado muy lejano y que eso se haya convertido en el eje central de tu vida.


¿Qué sentiría al tocar un sarcófago recién descubierto? ¿Los elementos de la cámara? ¿El suelo, las paredes? ¿Los olores encerrados durante siglos, que no creo que sean especialmente agradables? Tiene algo electrizante. Debe de ser grande hacer historia ayudando a revelar la historia antigua.




H.C en la entrada de la tumba de Tutankamón