20.10.11

Devorador@s de historias: Memorias de África

¿Quién no recuerda a Robert Redford apuestamente vestido de Coronel Tapioca, seduciendo y encandilando con su planta y garbo a una Meryl Streep soberbia (soberbios los dos), de aire entre cándido y despistado tan apropiado para un personaje como el de ella?

Pues nada que ver con el libro original. Oí hace poco hablar de la película y me entraron ganas de volver a verla. Todavía no lo he hecho pero busqué el libro y empecé a leerlo.

"Yo tenía una granja en África, al pie de la colinas Ngong..." son las primera palabras y a partir de ahí empiezas a sumergirte en un mundo distinto, un libro distinto al que me esperaba.

He de decir que al principio la lectura se me hizo lenta y a veces el ánimo no está para esos ritmos así que dejé en suspenso la historia y me dediqué a regalarme la oreja con el mp3.
Pero no me gusta dejar un libro a medias. 


Creo que en mi vida he dejado a medias una decena de libros: El padrino, de Mario Puzo (prometo que lo he intentado varias veces y siempre lo dejo en el mismo punto); La Caverna, de Saramago (un libro sin capítulos es como un calendario sin meses, no sabes en qué momento estás); Mundodisco, de Terry Pratchett (no pasé del primero; sí, lo sé, aquí es cuando me matan: es buenísimo, divertidísimo, ingeniosísimo y yo no le quito ningún "ísimo" pero me aburre muchísimo, no de bostezar y eso, si no de empezar a pensar en poner la lavadora cuando llegue a casa, calcular si hoy por fin me dará tiempo a hacer yoga, o en darle cuerpo a la próxima entrada que voy a subir). Me dejo en la memoria otros pero no los recuerdo, quizás porque son como pequeñas manchas en mi expediente lector...

Retomé Memorias de África y poco a poco fui apartando de mi mente la ropa tendida, las posturas imposibles y las palabras desordenadas y me dejé seducir por el relato. 
La protagonista, la baronesa Blixen-Finecke, habla de sus vivencias en el continente africano. Danesa de origen se ha trasladado allí junto con su marido, del que poco se sabe durante toda la historia, y han montado una granja cuya principal finalidad es ser plantación de café.
A lo largo de sus años de estancia allí nos describe cómo son las diferentes tribus, sus costumbres, el choque cultural entre ella que es nórdica y la forma de vivir y pensar de los masai, los kikuyu, los somalíes...

La historia nos cuenta las visicitudes con las que se encuentra la autora en su quehacer diario, en medio de una población que es colonia británica, y desde la posición acomodada de baronesa aunque en su caso no es sinónimo de ociosa.
Es una mujer muy humana y atípica, divertida, de mente abierta, reflexiva y generosa la que nos va introduciendo en el país como una perfecta anfitriona, atenta a los detalles, haciendo que nos sintamos cómodos, relajados y comprendamos muy bien el cariño y la nostalgia que se traslucen en su discurso. 
Tal es el entusiasmo y el cariño que transmite que antes de finalizar el libro sientes que has estado allí, que has vivido con ella esas experiencias y que llevas un poquito de África en el corazón. Es una historia llena de sensibilidad, de ternura y sencillez, donde en más de un pasaje he tenido que contener las lágrimas de pura emoción. 

Suena cursi en la entrada (no soy tan buena escritora como la autora) pero para nada hay sensiblería fácil en la historia.

Hasta la mitad del libro yo buscaba esa historia de amor arrebatadora y apasionada que me trastornaría y me haría perder el juicio por la desesperación del lector/espectador (los que habéis visto la película más o menos me entenderéis) pero lo que encontré fue una historia sencilla, sobre gente sencilla y sobre acontecimientos sencillos que me ha enamorado totalmente pero de una forma tranquila y serena, como una conquista lograda poquito a poco, sin darte cuenta, sin aspavientos. 
La historia de amor está esbozada, pero tan sutilmente que casi pasa desapercibida y he tenido que leer información adicional sobre el libro para ver la conexión.


La película está inspirada en varios libros y entre ellos, dos son de la autora y protagonista, Karen Blixen. Es fácil reconocer qué elementos han sido escogidos de éste para la película, incluso el personaje que interpreta Robert Redford, y no me extraña en absoluto que los hayan aprovechado. 

Tengo un recuerdo ligado a esta película desde hace muchos años (cuando termine la entrada voy a ser la abuela de Matusalén). En uno de mis muchos viajes a Orense me fui una vez en tren, sola, en horario nocturno. Me apetecía vivir la experiencia (con el tiempo tengo claro que lo mejor de la vida es experimentar las cosas, es la constatación de que estás viv@).
Iba en asiento, no en litera, y no por nada creo que no volví a hacer semejante viaje nunca más. 

El caso es que conocí a una chica más o menos de mi edad, unos años mayor, que iba escuchando la banda sonora de la película. Se la ponía una y otra vez toda la noche y me contó que había tenido una relación con su jefe y que su jefe la había dejado y que no podía dejar de escuchar la banda sonora. Por lo poco que me contó deduje que su jefe debía de ser mayor que ella y que estaba casado, o simplemente recurrí en mi mente al tópico pero había algo contenido en la forma en que ella lo contaba que era del modo en que uno no cuenta algo que se sabe que no suena bien. 

Fue una situación extraña pues ella deseaba desahogarse y a la vez tampoco quería entrar en detalles, yo era una desconocida; por lo mismo yo tampoco insistí y la dejé contar lo que quisiera pero se veía que lo estaba pasando mal y me daba pena. Había algo de entrañable en que se pusiera la música de la película una y otra vez, como si quisiera retener en su memoria una existencia que había perdido y no volvería a recuperar. Como en el libro. 


6 comentarios:

  1. Qué bueno lo del Coronel Tapioca.

    En su momento vi la peli y me entusiasmó, ahora creo que me subiría demasiado el azúcar.

    A R. Redford no le he visto yo soberbio en mi vida, de hecho desde esta peli, empezó a hacer siempre el mismo papel de hombre que mira al horizonte con cara de "yo he vivido mucho", mientras le dice a una mujer (siempre mucho más joven), que puede tirarsela una temporadita, pero que él es demasiado espíritu libre o no sé qué y no puede comprometerse y le da la patada, pero en plan tío guay.

    El libro parece interesante.

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  2. Recuerdo que la peli me dejó un regusto inquietante pero si se basaron en el libro que me he leído yo no me extraña que la relación tuviera muchos puntos suspensivos.

    Yo sí recuerdo a Robert Redford soberbio en esta peli, hace mucho que la vi y mi conocimiento del mundo estaba más en mi cabeza que fuera.

    Probablemente ayudaba que en la película la relación parecía más emocionante por lo que no te contaban y debía de suceder que por lo que se veía y al tener ese aire interesante y de misterio pues perfecto para estar mirando al horizonte.
    Además África es muy grande, tendría mucho donde expandir la vista.
    O quizás estaba preocupado por distinguir si se acercaba una leona hambrienta (no Meryl Streep, que a fin de cuentas era un papel) :P

    Aunque también estoy de acuerdo con lo que dices. Puede que fuera un galán de otra época, tipos duros y seguros de sí mismos.
    Es parecido a lo que me pasa con Richard Gere, que además creo que siempre se ríe a destiempo, da igual la escena, como si encima estuviera encantado consigo mismo.

    El libro...es otra cosa. ;)

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  3. a.- Apunto el libro en la lista de los que debo leer. Eso de "nos describe cómo son las diferentes tribus, sus costumbres, el choque cultural" me atrae mucho.

    b.- Me desconcierta eso de "y no por nada creo que no volví a hacer semejante viaje nunca más."

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  4. a.- Anímate a leerlo y contrastamos impresiones.

    b.- Porque me pasé toda la noche cabeceando (nunca mejor dicho) contra los soportes del respaldo del asiento. "Ahora me duermo, ahora no me duermo". Creo que fue el momento de mi vida en el que más cerca he estado de dormir despierta. :)

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  5. Hola, abuela de Matusalén xDD

    Me parece que si Karen Blixen hubiera tenido oportunidad de ver la peli habría exclamado:
    -¿Pero qué batiburrillo me habéis hecho aquí? xD

    El libro de Memorias de África me lo robaron en la mili. Aún me acuerdo del coraje que me dio que me dejaran sin nada que leer. Curiosamente no lo volví a comprar y se me quedó a medias.
    Y hablando de Memorias, y ya que citas libros que no pudiste acabar yo no pude con Memorias de Adriano, que habré empezado unas cuatro veces. Me sabe mal porque fue un regalo y me dijeron que era muy bueno, pero es superior a mi, me aburre mortalmente.

    La película me encanta. Los paisajes y la banda sonora casan de maravilla y Meryl es mucha Meryl siempre. Escuchar ese acento además, es que me relaja.

    Y bueno, seguro que de la historia de la chica del tren saldría otra peli romántica.
    Ay, el amor, dulce amargura...

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  6. Pues ese "daño" hay que repararlo cuanto antes :P (el del libro perdido).

    Mmmm...ya sabía yo que se me olvidaban algunos. Con ése yo tampoco he podido aunque reconozco que he insistido poco.

    Antes era más cabezota para terminarme libros que no me gustaban, ahora simplifico; si la distracción se extiende a capítulos y el esfuerzo es mayor que el disfrute lo dejo en la lista de los libros perdidos... :P

    Es verdad, el acento y la cadencia con la que habla relajan. Es el mismo ritmo que el del libro, por eso "engatusa" tanto. ;)

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