24.8.11

Snorkeleando


Una de las cosas que he hecho estas vacaciones ha sido snorkel (o esnórquel). Nada a nivel serio. Pelotillo y yo nos compramos las gafas, el tubo y unas zapatillas para tener algo más de agarre en las piedras de los ríos donde íbamos a usarlas y para no tocar demasiado el lodo, que da un poco de repelús.

Al principio la sensación fue rara. Supongo que la habitual: que no te entra suficiente aire. Recuerdo perfectamente que pensé fascinada "estoy respirando debajo del agua" y que también me parecía poca cantidad de oxígeno el que entraba a mis pulmones.
A la vez pensé que así sería utilizar las branquialgas que Harry Potter usó en el torneo de El Cáliz de Fuego -yo puedo ser friki hasta debajo del agua-.

Como en mis épocas de alergia el asma me deja sin aliento la primera impresión fue angustiosa así que saqué la cabeza y lo volví a intentar varias veces aunque durante la primera tarde que utilicé el tubo no me sentía del todo cómoda. Los días siguientes me reía de mí misma al recordar ese primer día; más que respirar por el tubo parecía que estaba succionando un mejunje de bar hawaiano a través de una de esas pajitas kilométricas.

Cuando le cogí el punto la verdad es que me resultó muy relajante. Ahí se activaron las sesiones de yoga y disfruté de la respiración pausada y controlada. Añadirle que debajo del agua todo es más tranquilo y el mundo exterior queda amortiguado lo convirtieron en una experiencia de lo más satisfactoria. Me encontraba más feliz que una anchoa, viendo los peces pasar por debajo de mí tranquilamente, besuqueando una piedra aquí y otra allí, terriblemente grandes por efecto del agua, con la sensación ilusoria de que los podías tocar.

Al final de las vacaciones lo conseguí pero con el pie. Les rozabas la aleta de la cola (aleta caudal, que nunca me acuerdo del nombre) con la punta del pie y la sacudían un poco, como un gato cuando duerme y le tocas, advirtiéndote que saben quién les está tocando pero que no les merece la pena moverse. Después de ese pequeño movimiento los peces seguían a sus quehaceres de peces. 
No sé de qué especie eran porque no estoy yo muy puesta pero me sorprendió lo acostumbrados que están a los bañistas, con lo torpes y aparatosos que somos en un medio que no es el nuestro. Lo que ya tiene que ser infártico es nadar al lado de ballenas, delfines, tortugas, pingüinos o cualquier otro animal que sea mayor que una trucha. Con tiburones mejor sumergirse con el desfibrilador conectado para ahorrar tiempo.

Después de esta experiencia en agua dulce teníamos intención de probar en el mar pero al final no hizo el tiempo adecuado ni las playas a las que fuimos eran muy apropiadas si no querías acabar protagonizando la segunda parte de Náufrago.

Este año me ha dado por los deportes acuáticos. Me he quedado con ganas de probar con el surf. La verdad es que antes debería perfeccionar mi natación pero me atrae muchísimo. Parece bastante difícil eso de mantenerse de pie sobre una tabla que se mueve como una pastilla de jabón a merced de la ola por pequeña que ésta sea. 
Pelotillo tiene carnet de submarinista y después de varios años proponiéndome hacer una bautismo este año también me he animado así que a ver si antes de las próximas vacaciones de verano me he estrenado como anchoa con botella. 
Si es que siempre se dice que las vacaciones se quedan cortas pero es por algo...

6 comentarios:

  1. Me encanta sumergirme bajo el agua, pero en el mar no puedo evitar que las sombras y esos movimientos que adviertes justo al límite de visión de las gafas, me den escalofríos...

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  2. Qué bien lo has contado, Mae.
    Yo no soy muy de deportes acuáticos. El agua rodeándome por todos lados me impone bastante, pero sí fui capaz de hacer snorkel en mi viaje de novios en México, en la cueva submarina más grande del mundo, con dos monitores acompañándonos, y fue una experencia inolvidable. Parecía un sueño.

    También lo hicimos en la playa, junto a unos arrecifes pero el vaivén de las olas me mareó. Lo dicho, un ser de fuego no casa bien con el agua :P

    (Un placer leerte de nuevo)

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  3. :(
    Creo que te entiendo. Era en un río y me mosqueaba más...

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  4. JuanRa Diablo
    Yo en general soy caguetillas y le tengo un gran respeto a las fuerzas de la naturaleza. Debe de ser que el descanso ha despertado la aventurera que hay en mí y me apetece. Luego a lo mejor es un error, que me encuentro allí en medio del agua y soy incapaz pero en fin, hay que intentarlo.

    A tí ya te veo yo, metiéndote en el agua y abriéndose a tu paso, cual Moisés, pero en tu caso por evaporación. ;)

    (Un placer enorme ver tus comentarios)

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  5. Tengo ganas de que hagas el bautismo. No tiene nada que ver el nadar por la superficie a bajar unos cuantos metros (creo que con el bautismo como mucho bajas 10 metros). El silencio es puro, no se oye nada de nada. Hay muuuuucha más fauna acuática y realmente es una pasada. Además, implica un fin de semana en la playita ;-)

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  6. ¡¡¡¿¿¿10 metros???!!! Joer, ¿puedo intentarlo en varias veces?...Tengo la solución: a metro por día=a 10 días de playita. :)

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