4.2.13

Utopías [Las vidas que no he vivido] ~ Encuentro en París

Me bajo en la estación del TGV y mi pequeña maleta de ruedas repiquetea en el andén  recortando suavemente la luz que lo inunda mientras consulto mi smartphone para chequear las últimas notificaciones recibidas. Al mismo tiempo intento localizar un plano para ver qué salida de la estación es la que me interesa utilizar. Voy bien de tiempo pero estoy nerviosa. Es la primera vez que viajo fuera de España porque alguien se ha interesado por mi trabajo. 

Aún recuerdo los años de incertidumbre...Bueno, la incertidumbre y yo nos hemos hecho inseparables, parece que es irremediable que me acompañe así que ya me voy acostumbrando a ella. Pero recuerdo los años de tener la sensación de trabajar y trabajar para nada, de intentar hacer algo con aquellas ideas locas y que nada pareciera cuajar. 
Hasta que sin ser consciente de ello el trabajo empezó a crecer y a crecer por sí solo, los pedidos a aumentar y las horas de sueño fueron sustituidas por horas de luz artificial, aguja, telas, hilos, dibujos, diseños, fotos, sonrisas quebradizas producto del cansancio, mucho tesón y mucha ilusión. 
Lo que más me asombra es la naturalidad con la que asumí la nueva situación. Quizás es que lo deseé tanto que me pareció lo lógico y en seguida me hice cargo de la nueva presión, de los desajustes de horario y de observar mis emociones desde el cristal de la lógica, que las mantiene a raya al otro lado. Creo que aún no he tenido tiempo para reaccionar ni para pensarlo en su magnitud pero quizás también sea por miedo a que la ensoñación se esfume.

Ésa parece la salida....Ah, sí, veo una parada de taxis. Es agradable escuchar la melodía del idioma francés alrededor. Es como una suave banda sonora de la ciudad que me empuja a flotar con ella. ¡No se nota que me gusta París!

Me desprendo con cierta reticencia de mi maleta para que el conductor la meta en el maletero. Ahí va una gran muestra de mi trabajo y parte importante de lo que se decidirá en las próximas horas. Ya dentro del automóvil le doy la dirección al taxista y me acomodo en el asiento arrebujándome en mi abrigo de paño rosa palo mientras miro sin ver mis tacones de charol negro. 
Intento no pensar en nada, la reunión es inminente. Mi dominio de la lengua francesa no es tan grande pero debo estar tranquila, hemos hablado por teléfono, ya se habrán hecho una idea de que nos podemos entender sin que sea capaz de recitarles La Chanson de Roland. He recorrido un largo camino hasta aquí y esto, pase lo que pase no será un final, será un cambio de rumbo. 

Respiro hondo y me concentro en mirar por la ventanilla, impregnándome de la luz única de la ciudad gala. Intento apropiarme de esa combinación tan saludable que se vive aquí de quitar dramatismo a las cosas serias y a la vez de responsabilidad mientras el taxi devora los kilómetros que me conducen a una etapa que antes no era ni capaz de imaginar. 

Me doy cuenta de que aferro mi móvil con fuerza y una liviana sonrisa se dibuja en mi rostro.

6 comentarios:

  1. Esto de "Utopías" y "relatos imposibles" me hace pensar que lo que cuentas no ha pasado de verdad. O que ha pasado y ni tú misma te lo crees.
    De todas formas, no podría sentirme más identificada con tus reflexiones sobre el trabajo, las esperas, las ilusiones, los cambios de rumbo...
    Si lo que cuentas es de verdad, enhorabuena. Y si es un sueño, no desistas, que tarde o temprano tendrás tu recompensa.
    Saluditos.

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    1. No ha pasado, no, aunque no estaría mal que sucediera. :)
      Muchas gracias, Ángeles, pues lo mismo te deseo yo, que se cumplan tus sueños o por lo menos los más importantes. De momento ¡resistiremos! ;).

      Un besote

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  2. La utopía podría haber incluído el dominio del francés...

    [Me gusta mucho ese idioma. Según el orientador vocacional de mis años de estudiante, yo no servía para otra cosa que para hablar francés... 0_o )

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    1. Es que estoy en prácticas de utopías también...como no tengo costumbre... ;P
      Suena muy muy bien :))))

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  3. Un buen relato, da subidón! Entran ganas de hacer algo artístico y lanzarse a la aventura de intentar hacerse famosa en París.
    Sólo una duda : ¿Es una historia real?
    Besitos.

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    1. No, Montse, ojalá!! Es una...utopía ;) No precisamente la de hacerse famosa :D pero que el fruto de tu trabajo traspase fronteras al menos como experiencia no estaría mal, ¿no?

      Besos miles!!

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