3.11.10

El misterio de las magdalenas


Os acordáis de S.A.C.C.O.? Pues este lunes volví a experimentar una situación así.
Nos fuimos a hacer una ruta-mini en un punto de la provincia de Toledo y paramos en un bar de un pueblecito a desayunar.
El bar era pequeñito, más tipo tasca para caña, vinito o café puntual que para desayunar o tapear a lo grande.
El hombre al frente del local era amable pero algo no funcionaba en la comunicación entre los dos lados de la barra, el del cliente y el del dueño.

Le preguntamos si tenía tostadas para acompañar las bebidas calientes y nos dijo que no. Hasta ahí todo bien. Nos dijo que solo nos podía ofrecer magdalenas y que si queríamos bollería mayor había una tienda "saliendo a la izquierda y cruzando la calle, que tiene de todo". Esto no llevó a unos segundos de reflexión que empleamos para concluir que sí, que vale a las magdalenas.

Por otra parte, algunos de los que íbamos también debíamos de tener perfil S.A.C.C.O. esa mañana porque parecía que tampoco hablábamos el mismo idioma entre nosotros. 
Creo que la nada útil pregunta "¿qué vas a tomar tú?" debió de circular un par de veces en el grupo sin rumbo fijo cuando llegó el momento de decirle al dueño del bar lo que queríamos tomar. Añadido el bullicio de fondo de los cinco parroquianos parecía aquello la torre de babel.

Por fin, poniendo el libro gordo de petete del liderazgo sobre la barra con un golpe seco conseguimos transmitirle nuestros deseos al dueño, al menos con respecto a los cafés. Pero llegó el momento más duro de la experiencia: ponernos de acuerdo en cuantas magdalenas íbamos a tomar.

Previamente a este punto tuvimos una conversación esclarecedora con el dueño que aportó información imprescindible para el consumidor sobre la situación de las magdalenas, que detallo a continuación:

-¿Cuántas magdalenas queréis?
-¿Cómo vienen las magdalenas? ¿Empaquetadas o sueltas?
-Sí, empaquetadas. -silencio.
-¿Y cuántas vienen en cada paquete? ¿Dos?
-No, una.

Me hubiera gustado preguntar si habían pasado el control de calidad y si las magdalenas se habían llevado algún premio a lo largo de su existencia en aquel bar pero esta conversación no era mía y no era cuestión de enfollonar más el tema.

-¿Cuántas queréis?
-Para mí dos.
-En total 6. -dije, yo. Mejor simplificando, que al final no salimos de aquí.

Cuando me senté a la mesa había 10 magdalenas.
Eso sí, costó todo baratísimo. Algo tenía que salir bien.

4 comentarios:

  1. Lo de Torre de Babel es porque a pesar de ser Toledo hablaban otro idioma (me abstengo de decir cual). De todas formas también era curioso lo de la cobertura, que no había vamos, eso sí, cuando estabamos en el monte perdidos va y me suena el teléfono... Si es que va a ser cosa del pueblillo...

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  2. Lo de que no haya cobertura ya me gusta más: paz, tranquilidad, sosiego...y magdalenas.

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  3. ¿Seguro que estaba por Toledo? Da la impresión de que hagais "ruta-minis" por otros planetas, de esos que están a tomar por S.A.C.C.O.

    Un saludo ;)

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  4. ...Ahora entiendo el desmayo que sufrí durante el viaje...No era la tensión, eran los efectos del Teletransporte Desmoleculizador Interplanetario... :P

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