17.11.10

La lluvia no tiene el mismo sonido

Desde nuestras vacaciones en París este verano me he dado cuenta de que mi relación con la lluvia es distinta. Por supuesto no es nada agradable que madrugues para ir al trabajo y de repente necesites convertirte en pulpo para manejar el bolso, el paraguas, el abrigo que debes quitarte al entrar al metro si no quieres fenecer por un subidón de temperatura, la bufanda, los guantes y el gorro/sombrero si el día es muy frío, por el mismo motivo que el abrigo.

En mi caso la lluvia implica que el pelo se me riza más y esto no es un problema en sí salvo por la parte que concierne a que no siempre lo puedo dominar como quiero y necesito entonces emplear más del escaso tiempo de que dispongo por la mañana. 
La ventaja es que llevo un detector de lluvia conmigo a todas partes hasta tal punto que cuando me levanto y veo los rizos rabiosos por toda mi cabeza ya sé que va a llover aunque no lo hayan anunciado antes.

En París, como estábamos de vacaciones, asumimos la lluvia con resignación, al principio. Era un fastidio menor ir con el chubasquero a todas partes, entrar al metro y quitarte el chubasquero, salir del metro y ponerte el chubasquero, entrar al Arco de Triunfo y quitar, salir y poner, gestos que iban siempre acompañados de la mochila, cámara de fotos y más. Pero como no había horarios no había prisas y no había agobios.

Los últimos días de las vacaciones, aquellos en que ya rendidos teníamos que volver al hotel a las 7 de la tarde a desplomarnos sobre las camas de puro agotamiento de caminar y caminar fueron días de bastante sol.
Y oh! sorprendentemente aquello sí que nos fastidió.
París es espectacular, una ciudad que me ha enamorao hasta las trancas y gran parte de su encanto es su luz tamizada por las nubes y la lluvia. A pleno sol está bien, es bonita, sigue siendo un lugar donde me gustaría pasar una larga temporada pero pierde gran parte del romanticismo.

Esta mañana al salir de casa pertrechada con mi paraguas, prevenida por la información meteorológica, he visto brillar las aceras a través de los cristales del portal y me he sentido extrañamente a gusto.
Después en la calle, caminando acompañada por el golpeteo de las gotas sobre el paraguas me he sentido feliz y era por la lluvia.

Mil imágenes han acudido a mi cabeza: los interminables Jardines de Versalles, la domaine de María Antonieta tan de película, las calles de los barrios menos finos abarrotadas de turistas y de la gente de allí, las Galerías Lafayette con todo su lujo y esas vidrieras fantásticas que no deben envidiar nada a ninguna catedral, la comida en el parque bajo el paraguas alimentando a una gorriona descarada que probablemente estaba criando y no dudaba en hacer uso de todos sus recursos, el recorrido por la Avenida de los Campos Elíseos con la tripa revuelta, la sensación de que las piernas y los pies duelen pero siguen caminando hasta el punto de que si me hubieran obligado a tumbarme habrían seguido moviéndose...

Hasta ahora muchas veces la lluvia en Madrid era algo molesto pero ahora incluso la ciudad me parece mucho más bonita bañada por ella. La lluvia ahora suena mejor.

[foto cortesía de http://todonotebook.blogspot.com/2009/12/compradiccion_29.html y de http://store.artlebedev.com/apparel/accessories/heart-umbrella/]

2 comentarios:

  1. ¿Qué te voy a decir yo que tú no sepas? Que han sido las mejores vacaciones de mi vida a pesar de la lluvia y... del esguince de tobillo que me hice el segundo día volviendo de la Torre Eiffel, del resto de recorridos parisinos con el tobillo como una pelota de tenis y del increíble poder del cuerpo que hizo que no me doliese nada y pudiese caminar (vale y de los 3 ibuprofenos diarios).

    A mí particularmente me gustan los días grises y lluviosos pero en invierno, cuando esto te pasa en pleno agosto pues... pues tuvo su encanto. Vivimos todo tipo de tiempo en París, entre otras cosas que harán que nunca jamás nos olvidemos de esa ciudad y de su Torre más emblemática. De la cena en el primer piso de la torre, de Jean Pierre, del "verdadero" champagne (si antes me gustaba poco el cava ahora ya no lo pienso probar), de la subida al Sacre Coeur con todos sus escalones y todos sus "timadores" de turistas, del barrio de Pigalle, cómo no, donde los locales alternaban entre locales de alterne, valga la redundancia, y locales de venta de instrumentos musicales...

    Podría seguir indefinidamente pero para eso mejor hago un post en mi blog que lo tengo abandonadillo...

    Je suis désolé, je suis... ;-)

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  2. Jejeje: "...très désolé"
    Aiiiiissss....! (suspiro de nostalgia) ;)

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