4.3.11

Coincidencias

Dos acontecimientos independientes pueden convertirse en una pequeña historia.

La semana pasada, no sé por qué motivo, me pasé de estación en el Metro.
Quizás fue porque me distraje cuando un chico entró en el vagón haciendo un curioso rap con gran parte de los viajeros que íbamos dentro, describiendo lo que llevábamos o lo que hacíamos para componer sus versos.

Quizás fue porque me pareció llamativa la aceptación de todos los viajeros y la sonrisa reflejada en sus rostros en uno de esos momentos en los que tantos individuos aislados y confinados en un espacio que resultaba pequeño por la aglomeración podíamos de repente quedar todos conectados y reconocernos como grupo que puede llegar a estar unido.

Cuando me di cuenta me bajé en la siguiente estación y cogí la línea en dirección contraria para poder hacer el trasbordo del modo más rápido que me llevara a la siguiente línea.

En un momento en que sin saberlo aún iba a ignorar la primera estación en la que debía bajarme me fijé en que una de las pasajeras llevaba una boina de lana en color azul turquesa oscuro, con un diseño nada visto. Ella estaba de espaldas a las puertas de salida del convoy por lo que no pudo darse cuenta de que otra señora iba caminando por el andén con exactamente el mismo accesorio que ella. Idéntico.

Tuve que cerciorarme la primera vez de que no eran la misma persona. Observé a las dos pensando en que quizás se verían, al menos la del vagón, que se giraba un poco y podía ver a la otra en el andén pero no fue así.

Ese día pasó para ellas sin saber que otra persona llevaba una prenda igual que la suya. Esto en sí es una tontería pero me hizo pensar en qué cosas pasan durante el día que podrían interesarnos y de las que no tenemos ni idea. Me refiero a las cosas que nos interesarían al margen de nuestra atención. No a las cosas que pensamos que nos interesan sino a las que no sabemos incluso ni que existen pero que de saberlo nos gustaría ser conscientes.

La siguiente reflexión que me vino a la cabeza es que por un momento yo era el nexo de unión entre esas dos personas -por un detalle sin importancia- sobre un aspecto que tampoco era relevante para mi, y que me proporcionó una sensación extraña, como de intromisión.

Como dije más arriba, corregí mi rumbo dentro del Metro y me fui a casa.

La sorpresa vino ayer, cuando ya sin haberme equivocado, hice el trasbordo a la segunda línea que habitualmente debo coger y por el rabillo del ojo algo llamó mi atención.
Era la boina turquesa, que iba sobre la cabeza de la persona que probablemente caminaba por el andén de la estación en la que yo debí haberme bajado días pasados y que ignoré por completo.
Me fijé en su rostro y debía de ser ella porque no se parecía en nada a la mujer del vagón -en la del andén no me dio tiempo a fijarme en su cara- y a falta de más información la que había encajaba. (Podía haber una tercera boina transitando por la misma línea ¡y entonces mejor será que me fije bien si hay algún puesto ambulante vendiendo en los pasillos y os dejo tranquil@s con mis filosofadas!)

La sensación en estas circunstancias fue como en una película, cuando un elemento aparentemente superficial para la historia se vuelve protagonista porque es un elemento conductor de historias/personajes/acontecimientos que no están unidos entre sí; como yo, hacía unos pocos días atrás.

Me hizo recordar la película  La Lista  de Schindler, rodada en blanco y negro a excepción del gorro rojo de una niña judía.


Momentos metafísicos que tiene una.

4 comentarios:

  1. Buf, sabía que tu cabeza no paraba ni aunque estés leyendo, en términos informáticos digamos que tienes cuatro o cinco cores y cada uno de ellos hace una tarea distinta a la vez (si Intel te conociese te contrataría para desarrollar su siguiente generación de procesadores basados en tu cabeza), pero de ahí a semejante rayada... Te aconsejo que emplees mejor el tiempo y el uso de tus cores por ejemplo buscando la manera de hacer todo en casa tú y que yo pueda ver la tele al mismo tiempo. Hala, ya tienes tarea para la vuelta en metro de hoy (mierda, si hoy te voy a buscar y nos volvemos en coche... cachisss) XDDDDDDDD

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  2. Jas jas jas! Esa posibilidad ya la he contemplado hace muuuucho tiempo pero no es eficaz para mi bienestar así que está desechada.
    Por otra parte lo que un ordenador nunca podrá hacer es usar los sentimientos y emociones en combinación con los pensamientos de forma tan refinada y única como los seres humanos podemos hacer, por muchos cores que tengan...Hasta que no tengan cuores no tienen nada que hacer con tanto core pero gracias por el piropo :P
    [Entiendo que rayada para ti sea cualquier razonamiento no informático que te obligue a pensar más de 30 segundos seguidos pero de momento para eso no hay chip que te puedan poner...] };-)

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  3. "qué cosas pasan durante el día que podrían interesarnos y de las que no tenemos ni idea"

    Desde luego da para novelón y para películón y seguro que atractivo para todos los públicos porque las historias de casualidades encadenadas tienen un puntillo incluso mágico, ¿no crees?

    Anda que leyendoos por aquí me parecéis dos androides debatiendo hasta qué punto estáis humanizados. Piit, core fundido XDD

    Un saludo

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  4. Sí, la verdad es que cambiando el punto de vista sobre un mismo hecho las cosas pueden parecer totalmente distintas. Sí que es mágico y a mí me hace pensar muy a menudo sobre ello. ;)

    Lo de los androides, jaja, pues sí, es que a este chico deberían nombrarle un día de estos Acólito del Diablo, con su permiso de usted, porque mira que le gusta pinchar.... :)

    Otro saludo para ti.

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