7.4.11

Devorador@s de historias: La caída de los gigantes

El último libro que me he leído es éste de Ken Follet. Forma parte de una trilogía bélica -La Trilogía del Siglo- y el que abordo hoy corresponde a la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa.
En esta novela Ken Follet presenta la vida de diferentes familias en diferentes países y como es habitual en él se enlazarán a veces sin que ellos mismos lleguen a conocerse.

Habla de las intrigas diplomáticas y de los acontecimientos históricos que dieron lugar a la Primera Gran Guerra, de la lucha en las trincheras, de las desigualdades sociales y de cómo fue una época de muchos cambios, no solo en cuanto a la guerra en sí misma. Empezaron las reivindicaciones para conseguir el voto femenino y algunos logros más, las costumbres sociales comenzaron a cambiar inclinándose la balanza algo más favorablemente para las mujeres (no mucho pero algo es algo) y para las clases trabajadoras.

Hay un claro contraste entre la vida de opulencia para la aristrocracia antes de la guerra y después, donde siguen teniendo privilegios pero se les considera de un modo más cercano, incluso más próximos a la burguesía que a la aristocracia. La clase trabajadora ha pasado de la miseria más absoluta a tener posibilidades de mejorar su vida, a acceder a puestos de trabajos antes impensables y con leves mejoras en la condiciones laborales.

En esta historia Follet cuenta cómo Alemania pasa de ser una potencia dominante a ser una potencia castigada por los aliados. Es el gérmen de la situación que desembocará en la II Guerra Mundial, la aversión a los judíos, en unas circunstancias sociales y económicas a las que los ciudadanos alemanes se ven sometidos y obligados a pagar un deuda altísima por haber perdido la guerra.

Por supuesto no todo es historia con mayúsculas, el gancho está en las historias personales, en el devenir de las vidas a merced de las situaciones políticas de cada momento, y en el amor.

A veces la parte referida a los intríngulis políticos o propiamente bélicos puede resultar un poco ardua pero es necesaria para tener la información que le da contexto a la época. Llega incluso a tener momentos cómicos, los menos, y por descontado muchos dramáticos.

Es una historia larga, de esas que cuando terminas de leerla tienes cierta sensación de añoranza porque los personajes han pasado a ser como viejos amigos de los que debes despedirte. Creo que la añoranza durará lo que tarde el autor en publicar la segunda parte ya que va a utilizar varias generaciones de los personajes para la trilogía.

De la forma en que expone los hechos una de las conclusiones a las que puedes llegar es que la guerra es igual de dramática y de inútil para todos, estén en el bando en que estén. Que iguala a todos en la desgracia y que solo los que toman las decisiones pero no participan son los beneficiados, que es un negocio redondo. Viendo los avances militares actuales y las guerras acaecidas desde entonces piensas que esas guerras eran más honestas. Al ser menos sofisticadas había alguna posibilidad de ganar o perder en función de capacidades como la estrategia, la fuerza, la astucia y, siempre, la suerte. Actualmente depende prácticamente del dinero que te dé más tecnología o no, básicamente. Las víctimas son puntos en una pantalla, se ha deshumanizado hasta la guerra.

Si debo hacer alguna crítica es que el autor, para mi gusto, tiende a ser benevolente en sus historias y parece que evite hacer sufrir excesivamente al lector, lo que llama más la atención en una historia de tinte bélico como ésta. Por otra parte tiene momentos de alta tensión que hace que quieras seguir leyendo y es totalmente admirable la labor de documentación que hay detrás. Al final de libro veréis una especie de epílogo donde explica algo que probablemente todos nos hemos preguntado leyendo novelas históricas: cuánto hay de verdad y cuánto de ficción.

Yo lo considero un libro muy recomendable pese a que el principio me costó continuar. Empieza con la situación de los mineros galeses y he de decir que no me enganchaba pero os aconsejo que no os desaniméis porque después sí se pone emocionante.


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