26.8.11

En un lugar llamado Rinlo

Ya he dicho muchas veces que a mi me tira el norte para las vacaciones de verano. Cuanto más al norte mejor y si por mí fuera eso abarcaría cualquier lugar hasta Islandia. No puedo porque mis emolumentos no tienen superpoderes y no se pueden estirar más de lo que ya se estiran -que no es poco- pero por mí que me iba tan ricamente incluso a pasar frío frío de verdad cuando en Madrid se empieza a pasar calor. Tranquilamente me montaba yo mi propia hibernación del verano y me quedaba más fresca que un palito de surimi en el congelador.

Es por ello que Pelotillo, desde que estamos juntos, ha sucumbido a los encantos de Galicia y Asturias como destino de vacaciones ("¿dígame?") y aunque a veces nos planteamos otros lugares como ¡el sur! (en pleno agosto, ¡qué osados!*) al final la cabra tira al monte y en este caso al monte gallego principalmente, y dos cabras en vez de una.
Darse un baño en vivificantes aguas cuya temperatura la desearía un pingüino para sí y disfrutar en otro momento del día de un paseo entre verdes montes y roquedos, un baño en un río o un paseo por una aldea rústica es algo que no tiene parangón. 

El respeto vaya por delante pero el plan: playa por la mañana-comida-playa por la tarde-cena-paseo al lado de la playa durante quince días (¡y tan solo una semana...!) me mata. Un mar en calma, más precedible que los campos de Castilla, en el que avanzas, avanzas y ya no ves ni la ciudad en la que te alojas y el agua sigue dándote por las rodillas es algo de lo que me acuerdo puntualmente cuando doy los primeros pasos en el Cantábrico pero que al segundo día me provocaría intentos de suicidio tirándome de cabeza en tan pocos metros cúbicos.

Donde esté ese agua fría, con su riesgo de enfriamiento -riesgo y resultado como me paso con el segundo baño aunque este año fueron en el Atlántico que yo creo que el agua está más fría que en el Cantábrico-, generalmente movido o incluso agitado, calentándote el cuerpo a golpe de mar, no tiene precio.

Uno de nuestros primeros destinos juntos fue Ribadeo. En nuestros corazones ya es nuestro sitio. Nos enamoró todo de allí y de entre muchas cosas se puede destacar la variedad de sitios distintos a los que puedes ir y la de cosas distintas que puedes hacer. Hmmmm....Sí, para una géminis un plan fijo es algo muy parecido a una cadena perpetua y la verdad, las vacaciones están para hacer todo aquello que el resto del año no te ha dejado hacer -bueno, o todo lo que te dé tiempo a hacer-.

Sin entretenerme en más detalles que de explicarlos aquí harían que el concepto de "entradas" del blog quedara totalmente inservible una de las maravillas de Ribadeo -perdonadme que no sea objetiva- es su Ruta de las Playas. En ellas puedes recorrer todas las playas que conforman el litoral ribadense. Nosotros la hemos hecho a pie y en coche. Si quieres disfrutar de un buen baño en alguna de ellas es mejor que vayas en coche porque para hacerla andando es muy larga. 

La ruta empieza en Rinlo. Es una localidad de tradición pesquera que cuenta con un pequeño puerto que en su día fue ballenero (esto ya me gusta menos pero afortunadamente ya no se dedican a su captura).

La zona de Ribadeo tengo muchas ganas de conocerla en otoño o invierno, con mal tiempo. Siempre la he visto con sol y despejada pero tiene que ser alucinante ver el mar picado y gris, el cielo plomizo, sentir el viento marítimo y pasear por las playas abrigadita. Rinlo en particular es un sitio al que le pegan muy bien los días de mal tiempo. Es un sitio donde no me importaría tener una casita, aunque no es el tipo de sitio sobre el que suelo pensar estas cosas. Pero sería genial tener en ella una habitación -o mirador- con vistas al mar aunque sea de lejos, y ver cómo el mar se sacude, cómo las nubes engordan de lluvia y leer un libro o hacer alguna actividad sabiendo que estás calentito y resguardado del mal tiempo con toda la perspectiva por delante de pasar una tranquila tarde de café, bollos caseros y en la mejor compañía.

Vista parcial del puerto de Rinlo

Volviendo a la realidad el pueblecito es pequeño pero está lleno de encanto. He de reconocer que no hemos paseado mucho dentro de él porque siempre al final nos hemos quedado en la zona del puerto y de los bares o nos hemos ido a hacer la Ruta de las Playas.

Una de las primeras veces que estuvimos allí se celebraba La Fiesta del Percebe así que nos apuntamos. Después de un buen rato al sol esperando turno entre un buen número de personas, nos llevamos una ración generosa de percebes para dos, absolutamente limpios y recién hechos, y una botella de albariño por 12€ si no recuerdo mal. 
Nos fuimos a apoyarnos en el muro del puerto y con la ración y la botella sobre él nos comimos de pie y a pleno sol los percebes que estaban increíbles. Como comida era un poco escasa así que nos fuimos a la plaza donde están los bares y restaurantes y cogimos unas raciones de empanada para que los percebes tuvieran donde agarrarse. 
Rematamos la comida con un café en el bar que habitualmente tiene cuatro parroquianos. Ese día se habían quedado sin tazas limpias para servir cafés por lo que tuvimos que esperar pero con gusto, que fueron muy majos.
Y si algún percebe se había quedado agarrado por el camino en su viaje al estómago dejó de estarlo cuando nos pusimos a bailar con la música de la banda que tocaba en la plaza que por pequeña no permitía ni que hubiera escenario. Fue un día que recordamos siempre con cariño y donde nos lo pasamos genial. 

Este año quisimos que el resto de la familia que estaba con nosotros lo conocieran y lo disfrutaran así que allá fuimos. Fue un poco una locura porque desde el pueblo donde solemos pasar las vacaciones a Ribadeo hay tres horas y pico de viaje en coche aunque en kilómetros no debería ser para tanto pero había que hacer el viaje de ida y el de vuelta porque dormíamos en casa de nuevo. 
Fue cansado pero emocionante y muy divertido. Como es habitual la primera parada tenía que ser allí, en Rinlo y sea la hora que sea siempre es bueno coger fuerzas para lo que venga después por lo que pedimos algo para picar en el bar que el día de la fiesta del percebe se quedó sin tazas para servir el café. Pequeño pero encantador.

Choricillo a la sidra
A partir de aquí comenzamos nuestra ruta y a lo largo del día recorrimos más lugares pero tengo que dejar algo para otras entradas. De momento termino la de hoy recordando ese sabor a mar de los percebes recién hechos y tan frescos.

(* El sur me gusta más para la primavera o el otoño.)

4 comentarios:

  1. Aaaaiiiissss, siempre que veo algo de Ribadeo, Rinlo, As Catedrais, Mondoñedo... no puedo evitarlo, me entra una morriña galleguiña. ¡Cómo me puede gustar tanto Lugo! De acuerdo que me gusta toda Galicia, que tengo la suerte de conocer todas sus provincias tanto sus capitales como los pueblecitos y aldeas más perdidas y que me tienen enamorado pero es que esa zona de Lugo es espectacular.

    El viaje de un día ida y vuelta mereció la pena y a pesar de ser muy cansado (sobre todo por el tiempo de conducción) lo volvería a hacer. Mis pelotillas (mis hijas para los no iniciados en el mundo pelotillil) se quedaron absolutamente fascinadas con As Catedrais y a pesar de pasar un día recorriendo y viendo sitios que podría ser aburrido para cualquier niño, se lo pasaron muy bien. El Hombre de la Semana y Suriken (los padres de Mae en el argot pelotillil-MaeWomil) disfrutaron como niños. Tu y yo disfrutando del entorno y de enseñar nuestros lugares preferidos a nuestra familia. Repetiría sin dudarlo, incluso repetiría la salida nocturna del jabalí a la carretera en el viaje de vuelta, a eso de las 12:30 de la madrugada y en una carretera sin luz y que a pesar del cansancio acumulado esquivé dada mi maestría al volante mientras el resto del personal dormitaba alegremente.

    Lo dicho, contigo siempre genial.

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  2. Mándame unos percebes, malandrina!!

    A mí me gusta el plan ese de playa-playa, y el de turisteo, y el de sentarme leyendo debajo de un pino. Y el del choricillo, no te digo nada.

    Si es que a mí me gusta (casi) todo, muchacha.

    Lo que no me va es hacer colas. Y sí, reconozco que el verano en el sur, como que hace demasiado calor y también demasiada gente, no?

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  3. Pelotillo
    Sí, fue emocionante compartir los dos juntos lugares tan especiales con ellos. Yo creo que eso compensó el cansancio con creces...Por descontado, tu ya famosa pericia al volante allende los mares facilitó precisamente que fuéramos durmiendo casi todos, hasta el jabalí de la cuneta que te vio venir. ;)

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  4. loquemeahorro
    Te los mandaría si pudiera porque eso hay que probarlo pero no quedó ni uno. Este año nos hubiera gustado hacer coincidir la visita con la fiesta pero no pudo ser. Es que me relamo los bigotes de pensarlo, jeje.

    A mí el turisteo también, eh, y el relax, no todo va a ser coronar ochomiles :P pero con demasiado calor yo me aletargo y como al sol me pongo como un langostino hervido si no me unto del 50 no me hace mucho tilín y eso que el mar me encanta. Creo que en otra vida debí de ser sirena ;)

    Yo también huyo de las colas y de las aglomeraciones como de la peste pero ya sabes: vacaciones, "no sé cuándo volveré aquí" y percebes autóctonos... La mejor cola que he tenido que sufrir en mi vida.

    Lo bueno de esa zona es que no hay tanta gente en agosto aunque para ir a ciertas playas mejor no ir en fin de semana si no quieres acabar nadando subida a la espalda de alguien.

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