6.5.10

Amoníaco en ayunas


Mi sabia y candorosa gata está en proceso de recuperación de su infección de orina y tiene en su interior, ella, que es muy recogida, arenilla que debe eliminar con la nueva alimentación, cuidados, calorcito y agua, sustancia ésta que no bebe asiduamente como debiera.

La mañana de ayer descubrí que las piedrecitas en las que había orinado pulcramente estaban algo rositas y claro, le queda más de medio mes para terminar el tratamiento con el alimento nuevo y no parecía muy normal que volviera a las andadas.

Pelotillo se acercó al veterinario y la conclusión es que por lo visto, en este momento del proceso es normal. Como medida de control y para descartar infecciones reincidentes es recomendable hacer el análisis de orina. Al gato también para cerciorarnos de que todo está en orden.

Inciso: En estos momentos es cuando me alegro de que haya triunfado la prudencia y no haber acogido a los chiquicientos gatos y gatas abandonadas que me he ido encontrando por ahí. Hacer chiquicientos análisis cuando solo uno está malo hubiera sido terrible para llegar a fin de mes. Ni hablar entonces de las ecos...


Por todo esto, esta mañana tenía preparado todo el instrumental esperando el "acontecimiento".
Gracias a la experiencia adquirida anteriormente -aunque mejor no haberla necesitado- el tema es tan sencillo como sigue:

Suena el despertador a las 5:45 aprox.
Habitualmente tu gata sale disparada como si fuera ella la que debe ir a trabajar. Últimamente se hace más la remolona, actitud que me tiene mosca porque así se ha comportado durante lo peor de la infección, es decir, cuando no sabíamos que la tenía y sufría en silencio, la pobre.
Te diriges al cuarto de baño.
Colocas sobre el cajón de arena de los gatos otro cajón limpio y vacío, casi del mismo tamaño.
Doña Croqueta, es decir, la minina, se acerca.
Introduce delicadamente una pata -todo lo hace así, como si llevara las 24h del día la manicura recién hecha- y el suelo cruje, pero ¡oh, sorpresa! no hay arena.
Olfatea el cajón vacío. El caso es que le huele a sitio donde hacer los pises y cacotas pero no es igual que todos los días.
Se baja del cajón.
Husmea entre los dos cajones.
Comprueba que allí hay arena.
Mete una pata -delicadamente como habíamos dicho-.
Arrastra un poco de arena como si recreando el ritual previo de voy a soltar un pis fuera a hacer que mágicamente la arena saltara al cajón vacio y todo estuviera otra vez en su sitio.
Así varias veces.

Por fin, rendida, porque se considera más lista que todos nosotros, Doña Croqueta levanta su cabeza y con sus ojos dorados llenos de preguntas y confusión me mira como diciendo: "¿Qué hago? Ven a solucionarlo que yo sola no puedo" y es que mi gata confía mucho en mi y sabe que siempre que ha estado en apuros ahí he estado yo para ayudarla lo que por otra parte a mi me encanta hacer.

Finalmente, ha sucumbido y ha hecho el pis tan ansiado por mi.
A partir de ahí ha sido un correr de desprecinta jeringuilla-succiona el pis-abre el frasco esterilizado-rellénalo con el pis-cierra el frasco-tira la jeringuilla-lava corriendo el cajón vacío para el siguiente turno, el del pis del Señorito...aaaarf!

Al Señorito le puse su comida que ya le tocaba, y Doña Croqueta se acercó sinuosa a sabiendas de que conmigo delante no debía hacer ningún intento devorador como en tantas ocasiones.

Oigo que el Señorito aún en el baño rasca como si hubiese hecho pis y efectivamente estaba tratando de taparlo en el cajón vacío.
Él no tiene problema, de hecho está acostumbrado a marcar alegremente cualquier rincón de la casa, tiene el pito flojo debido a las hormonas y a la llamada del sexo libre -mi gato es muy hippie- y no se anda con remilgos. Lo que es una suerte o no, es que este gato no marca con unas gotitas sino que suelta la vejiga y ahí queda el charco, claramente identificable.

El Señorito, después de ser expulsado suavemente del cajón por mi, se fue a comer y yo me dispuse a extraer el pis con nueva jeringuilla-nuevo frasco esterilizado para la orina, repitiendo el proceso anterior. Pero me acordé de que había dejado a Doña Croqueta La Devoradora de Comida No Apta para Su Infección a solas con el inocente Señorito.

Otra vez a correr. Aún jeringa en mano, corre hasta la cocina, empuja despacito a tu gata para llevártela al baño y que se esté contigo tranquilita mientras intentas rellenar el frasco para la orina del gato, controlándola por el rabillo del ojo para que no se fugue en el último momento, no salpiques nada con la jeringa...

Después de ver lo mal que iba de tiempo, el cajón vacío acabó con un alcachofazo de agua fría de la ducha,  y puesto boca abajo para que lo limpiara Pelotillo cuando se levantara.

Con todo este ajetreo mañanil pensé que debía haberme levantado antes y no era de extrañar que cuando llegó el momento de mi desayuno ya estuviera por aromatizármelo con unas gotitas del líquido amarillo.

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