25.6.11

Madrid, destino de vacaciones


Así me sentí yo antes de ayer. Como si estuviera de vacaciones en mi propia ciudad.
Debe de ser que los dioses me han escuchado pues llevo tiempo deseando experimentar momentos de relax -aunque sean chiquititos- similares a los que se consiguen cuando te vas de vacaciones a otro destino pero por más que lo intentaba no lo conseguía.

El mundo laboral es exigente y al final solo tienes una o dos oportunidades al año para relajarte del todo y condensado en tan poco tiempo resulta contradictoriamente agobiante. No me extraña nada lo del síndrome post-vacacional. Yo cambiaría el eufemismo y lo llamaría "pánico a despedirte de tu persona".

Anteayer Pelotillo y yo encontramos el lugar. El jardín lineal de Madrid Río. Con el soterramiento de la M-30 el Ayuntamiento de Madrid ha construido una vía peatonal ciclable que conecta muchos puntos de la ciudad y que proporcionan kilómetros de zonas verdes. A pesar de que en otras ocasiones las decisiones tomadas por Gallardón me han parecido bastante desafortunadas ésta la considero brillante y muy necesaria, al menos a mí me hacía falta algo así.

Pelotillo y yo ya habíamos recorrido parte de un tramo a pie y sobre patines. En nuestro barrio cualquier espacio parecido siempre estaba un poquito demasiado lejos, haciendo que moverse, especialmente en verano, fuera complicado por el tema de la relación calor-tiempo, y a la larga monótono.

Hago hincapié en que es una vía peatonal ciclable porque está pensada como zona de paseo pero permite la circulación de animales de dos patas subidos sobre ruedas (ciclistas, patinadores, skaters, etc... aunque a ver quién iba a prohibírselo!). La acogida ha sido tal que cualquier tarde a partir de las 8 puedes ver una gran afluencia de gente disfrutando del aire libre. 
El problema es que muchos ciclistas se lo toman como un carril de entrenamiento y la forma de esquivar y de aparecer de repente de la nada y las velocidades que usan son bastante peligrosas ya que en el recorrido lógicamente hay niños, personas mayores y perros, entre otros. La "solución" que se ha dado es limitar la velocidad de los ciclistas a 6 km/hora, velocidad de carruaje que por otra parte muchos siguen sin respetar. 


A todos esos deportistas entregados yo les recomendaría que o bien madrugaran mucho más o bien montaran en bici mucho más tarde, cuando no haya prácticamente nadie susceptible de ser arrollado.

La otra cara de la historia es que anteayer, Pelotillo y yo, subidos a nuestras bicis pudimos ver el lado oscuro del peatón y del que no lo es. Nosotros, prudentemente, adecuábamos la velocidad a la cantidad de gente que hubiera alrededor, siempre atentos varios metros más allá de nuestra posición para evitar posibles accidentes. De este modo íbamos más rápido cuando teníamos la vía libre o ejercitando el equilibrio cuando la gente nos obligaba a ir más despacio.
Pero lo que no es normal es el comportamiento de "peatón sin cabeza" de algunos transeúntes:  aquel que viendo y sabiendo que circulan ciclistas y patinadores hace ojos ciegos a la realidad y atraviesa la vía sin mirar antes, apareciendo de repente pero moviéndose lenta o erráticamente, o parapetados debajo de una sombrilla para protegerse del sol, como si fuera un escudo antigolpes. O los que son varios y caminan ocupando la totalidad del camino, haciendo una muralla. O los progenitores que no controlan a sus hij@s.  Que es lógico pensar que un niño o una niña puedan dejarse llevar por el entusiasmo del juego e irrumpan de golpe en tu trayectoria, para eso ya debe de estar atento el que va a más velocidad, pero al menos esperas que un  padre y una madre no bloqueen con sendos carritos de bebé más de la mitad de la calzada, máxime cuando al otro lado está el carro del barrendero que está cumpliendo con su trabajo. O los mismos ciclistas más "profesionales" que no tan profesionales son cuando no van a entrenar a un carril bici pero quieren practicar como si estuvieran en uno y que consideran que una autoafirmación del buen nivel de entrenamiento que tienen sea pasar por tu lado "afeitándote" las cejas. 

Por si todo esto fuera poco aún puede estar superado por ese skater ( ¿o "monopatinador"?) que intenta una virguería y tras ser propulsado hacia adelante se desentiende de su monopatín y deja que éste ruede en sentido contrario a él, en mitad de la vía y en un túnel a oscuras, para más señas el monopatín era negro. Que si no llego a estar atenta a los dos -monopatinador y monopatín- hoy estaba escribiendo la entrada con la nariz.
Esto en cuanto al poco civismo de la gente y sobre todo, poco sentido común. Será que me estoy haciendo mayor pero de todos modos yo no recuerdo haber sido tan estúpida cuando mi cuerpo me permitía hacer locuras parecidas.

El motivo que da título a la entrada de hoy es que todas las demás sensaciones fueron muy buenas: los olores, la sensación de la brisa en el cuerpo a pesar del calor, el pedaleo y el movimiento -para alguien que recurre habitualmente a una bicicleta de spining por falta de tiempo montar en una al aire libre es como tomar cava y de vez en cuando probar el champange-, esforzarte en superar los numerosos retos del camino (que no eran pocos) y conseguirlo con éxito, desarrollar la fuerza y mejorar el equilibrio, abandonarte a las sensaciones y al ejercicio.

Y vuelvo a los olores. Ya dicen que la memoría más eficaz es la olfativa. Pues bien, muy cerquita de casa con este Madrid Río -al que yo me empeño en llamar Calle 30, nombre más apropiado que al que de verdad se refiere- he descubierto un sitio cuyos olores me traen recuerdos y sensaciones del pasado muy gratas y me miman mientras me esfuerzo en subir una cuesta o me dejo llevar por una cuesta abajo.

Pedaleando pedaleando llegamos a San Antonio de la Florida, cerca de la pradera de San Isidro y decidimos premiar nuestro esfuerzo tomándonos una cervecita en Casa Mingo. A mí que me gustaría moverme más a menudo por la ciudad en bici o andando, me pareció casi increíble poder estar allí habiendo llegado subida a la bicicleta y disfrutando tanto.
Ahora ya sé que si me quedo sin vacaciones, de las de irme a otro destino, no de las de descansar de los madrugones, puedo hacer de mi ciudad algo bastante parecido a un lugar de descanso y disfrute.


4 comentarios:

  1. Pues te felicito por haber descubierto este lugar porque me ha parecido perfecto para gozarlo tal y como lo hicísteis. Sí es cierto que la falta de civismo no lo hace del todo idílico, pero si le buscáis el lado divertido es como si fuera un juego: Consigue completar el recorrido sorteando todos los contratiempos.xDD

    La última vez que estuve en Valencia comprobé que en la zona del río (que desviaron hace años) han hecho algo parecido y la gente acude en masa porque da gusto pasear por allí. Que aumenten las zonas verdes es sin duda la mejor inversión.
    Un saludo

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  2. Eso es lo que intento: aprovechar los "asaltos" en el asfalto para ganar en equilibrio y reflejos. Me voy a convertir en la más rápida de la pista bajo el sol, jejeje. :P

    Zonas así son muy agradecidas. Si hubiera más estarían menos congestionadas. De momento lo que hacemos es intentar usarlo en horas no punta y algo se nota.

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  3. A mí lo que más me motiva es llegar a Casa Mingo. Por un lado hay unos cuantos kilometrillos de paisaje casi idílico y por otro ¡¡¡¡CERVECITAAAA!!!! ¡Qué facilón soy! ;-)

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  4. Menos mal que Casa Mingo no está al principio del recorrido... :O

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