7.7.11

El "o sea" por el -azo

Las costumbres y los usos cambian.
Allá por los 80 se puso de moda Snoopy, el jersey de pico echado sobre los hombros, los pantalones tobilleros, las zapatillas bambas, los colores pastel, los pañuelos cuadrados (mejor de Snoopy o Twetty) doblados sobre sí mismos y anudados en la nuca a modo de diadema en las cabezas de las chicas, incluso algún cuello de la camisa levantado...

Viéndolo ahora con la distancia de unos ¡¿veinte años?! (qué mayor me hace esto) podríamos decir que era una especie de revisión del estilo estudiante universitario americano y el gusto por lo vintage, más de ahora (entre otras cosas porque lo que se usaba en los 80, y hacia atrás, constituye el vintage actual).
Todos estos distintivos fueron acogidos por un sector de la población con poder adquisitivo, formación en colegios privados o intención de continuarla y gustos musicales parecidos, por señalar algunos ejemplos. Ya se sabe que tradicionalmente querer emular a las clases pudientes es sinónimo de la ilusión de sentirse pertenecientes a ellas (ilusión entendida como fantasía no como sentimiento de alegría). Por ello estos distintivos también fueron detentados por personas con menos nivel económico por aquello de sentirse también un poquito más mejor.

La edad de las personas con estas afinidades que me rodeaban en mi vivir diario era similar a la mía, así que no podía saber qué perfil tendrían los padres de las criaturas que vestían y respiraban "en rosa", probablemente encima fueran muy normales. Sí sé que se empezó a oir, primero sutilmente, y luego como marca de identidad, un lenguaje alternativo, un dialecto diríamos, en boca de esta fauna urbana.

Típico, memorable y aún hoy lamentablemente oíble, era la locución "o sea". Marcando mucho la ese: "ossssssssssseeeeaaa" y con un toque nasal entre la e y la a; muchas veces aplicando un significado sin ninguna relación con la expresión a la que sustituye: "es decir". No era extraño por ello oir frases como: "Me ennnncangta esta película, o sssea, es genial", por ejemplo.
Las modas evolucionan, aunque más bien parece que revolucionan por aquello de que recuperan elementos antiguos y los mezclan con otros no probados y ¡tachán!, sale algo nuevo, en un movimiento histórico cíclico y en espiral.

Ahora con la democratización que da internet (y doy gracias porque si no yo no podría estar escribiendo esto más que para mi en mi casa en cualquier cuaderno o en su defecto estaría dándole la chapa a algún familiar o amig@ que me quiera de corazón) las diferencias se diluyen. Todos podemos ser estrellas, modelos, protagonistas, crearnos un personaje con solera aunque llevemos dos días en la red, cuasi relacionarnos con lo más granado de la música, el espectáculo, tocar verbalmente a nuestros ídol@s a través de herramientas tan asombrosas como Twitter y Facebook o simplemente convertirnos en voyeurs consentidos, también a través de los blogs, etc.

Las celebrities bajan el nivel y se ponen a pie de calle, tienen páginas propias donde aparentemente se dirigen a un público incondicional al que rara vez contestan, con él comparten sus exquisitas miserias diarias parapetadas detrás de una distancia que por lejana helaría hasta el desierto del Gobi. (Digo "exquisitas miserias" porque de miserias no tienen nada.)

Ya no queremos admirar a alguien conscientemente inalcanzable, queremos tener sensación de probar, tocar, paladear a ese ser fulgurante, queremos recrearnos y compartir esa ilusión colectiva de que "yo también puedo conseguirlo", el típico sueño americano a gran escala, alimentarnos entre todos a nosotros mismos perteneciendo al fin y al cabo a un grupo que solamente puede admirar a otros desde la grada. Queremos sentir el poder que da creer que el fulgor de las estrellas nos calienta pero lo que nos calienta es el reflejo de los focos que apuntan a la fama.


Queremos pruebas vivientes de que el éxito es posible para todos, de que realmente nuestra vida monocroma puede trastocarse por un golpe de suerte, y porque nos lo merecemos, en una vida de cuento hecha realidad.
Existen princesas del pueblo que viven mejor que los dioses del Olimpo (algo que particularmente a mí no me molesta ni me interesa ni me alegra), que representan el sentir popular, se convierten en la voz pública, en representantes por fin escuchados de la reinvindicación de derechos de la gente de la calle, en la voz de la protesta contra las injusticias sociales, con quien el vulgo se identifica. Contradictoriamente en todo lo que príncipes populares y plebeyos pueden coincidir es en unos cuantos argumentos populistas de sentido común. El resto está tan cerca como la Tierra de una galaxia roja.

También entiendo que no es culpa suya. El mundo de las fotos, los flashes y las poses le ha puesto en bandeja una vida mejor, ¡quién iba a rechazarla! pero no puede ser que esos mismos flashes hayan cegado la capacidad de pensar de tantos y tantos seguidores que aspirarían a medrar económicamente para tener, para ostentar, sin darle más provecho personal al dinero que vivir bien (algo totalmente legítimo pero insuficiente), arrastrando las mismas carencias que a la vez una buena economía podría solventar, confundiendo ser uno mismo con haberse quedado estancado en la mentalidad del instituto, sinceridad con brutalidad porque hay un público conquistado que te aplaude cualquier cosa que hagas, pudiendo hacer por fin lo que se supone que la nueva gente con la que te relacionas hace en ese nivel. 
Pero la apariencia es la verdadera princesa del pueblo y el reconocimiento de los demás el título de reina.

El espíritu del éxtasis
Todavía se puede oir un "o sea", una ene cargada de matices traídos desde lo más profundo de la nariz pero lo verdaderamente indentificativo, los pelos de las orejas del lince, las rayas de la cebra, las manchas del leopardo, el "espíritu del éxtasis" de los Rolls-Royce, el payaso de McDonalds del lenguaje in es ahora la utilización del sufijo -azo. Se da especialmente en entornos referidos a la moda, cómo no.

Ya no hablamos de un tacón de aguja, de un tacón cuadrado, salvo que lo haga alguien especializado de verdad. Así en vez de hablar de un tacón alto, de un tacón de infarto, se habla de taconazo.

La homogeneización llega también a la moda, paradoja donde las haya pues lo que siempre se busca en ella es la distinción, desmarcarse del bulto amorfo del grupo.

Estoy de acuerdo en que una persona cuya profesión está orientada a conocer y a utilizar las tendencias en la indumentaria que suelen venir de fuera, bajo términos anglosajones, tire por la calle de en medio y hable así. El trabajo de los demás hay que respetarlo.
Pero utilizar estos pseudo-tecnicismos "modiles" hasta la saciedad por alguien que nos enseña qué buen gusto tiene vistiendo en su casa...
Cuando se hace muy frecuentemente produce el efecto contrario, una falta de recursos verbales y estéticos ("La elegancia no es ponerse un vestido nuevo": Coco Chanel) y un alarde de ostentación como sería ponerse todo el joyerío que una tuviera en casa para ir a una celebración pegase o no.


La adición del famoso sufijo traspasa las fronteras del vestir y va más allá. Se usa con la metereología: no hace un calor de muerte, no hace mucho calor. "Hoy hace calorazo". Y tan frescos nos quedamos.

Claro que todo esto puede producirte rechazo, o disgusto, incluso asco. Pues no, lo que debe darte es ascazo. Y no sé por qué extraña razón la palabra invita a hacer más sutil la ese, en paralelismo al toque nasal de la ene pija entre consonantes.
Todos tenemos algo que aportar, hay verdaderos talentos en la red, la libertad y la expresión de la creatividad en aquello que nos haga felices es incuestionable pero por favor, con naturalidad, sin forzar posturas ni adoptar estilos de otros pensando que impepinablemente debe ser así o que solo así funciona. 

La mayoría de las chicas trendy que encontrarás fashion on line, aquellas que simulan tomarse helados gigantescos, cafés con kilos de nata montada, que portan apenas 50 ó 60 kilos sobre un cuerpo de 1.70 de estatura como mínimo, (las modelos son una especie de consecuencia de selección natural de delgadez donde la mayor parte del espléndido resultado que se ve se lo deben a la genética aunque obviamente no pueden cometer excesos) poniendo morros en torno a una pajita, en un gesto encantador y nunca concluido, siempre tan perfectas, tan favorecidas y finas, se desmelenan y se "vulgarizan" incorporando a su hablar diario ese sufijo que curiosamente y desde un punto de vista lingüístico se utiliza para darle a un término el significado de "golpe o movimiento brusco".
¿Será el que nos daremos al caernos por llevar taconazo?

4 comentarios:

  1. ZZZZzzzzz(azo) ZZZZZZzzzz(azo) jo, que sueñazo. Me he pasado leyendo un ratazo. Hay otras muchas palabras que terminan en azo como coñ... y otras que no quiero poner porque no es mi blog(azo). Me duele el espinazo. Lo dejo hasta otro ratazo.

    Ahora en serio, puag, tienes toda la razón. Menos mal que en los 80 yo era de los de pantalones elásticos, pelo largo, muñequeras de pinchos y camisetas de los Maiden. Hoy en día los elásticos no me entran, el pelo largo... en fin... las muñequeras de pinchos ¿las siguen vendiendo? y las camistas de los Maiden sí, esas siguen y seguirán hasta mi tumba. De hecho en mi ataud no quiero una bandera quiero una camiseta de los Maiden (no vaya a ser que haya otra vida y no tenga ninguna... ;-))

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  2. Con comentarios como el de tu primer parrafazo Blogger debería pegar carpetazo.

    Es curioso como -azo añadido a otras palabras y "conjugado" de otra forma puede sonar a otra tribu distinta: "mola un huevazo" (como mi blog). :D

    Por supuesto todos los estereotipos son criticables pero la cuestión es que ahora se difumina todo tanto que más que códigos propios parecen tics y en vez de destacar al final todos iguales.

    Yo también era de pantalones elásticos pero combinado con otras cosas, según la ocasión, más con un toque roquero que otra cosa. De todos modos nunca me ha gustado pertenecer a ningún estilo definido. Tampoco podría, ¡con lo que me gusta variar!.
    ¡Menudo momentazo! :D

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  3. Recuerdo ese "osea" que aún hoy es paradigma de la imitación del hablar "pijo", pero no me había percatado de lo que se ha extendido el sufijo "azo", lo que demuestra que eres una observadora nata, no como yo, que vivo en mi propio mundo.
    Lo de la moda es otra demostración de lo poco que me fijo en lo me rodea (o de lo poco que lo hago de aquello que no me atrae lo más mínimo) porque no creo haber estado a la moda jamás, ni saber qué ha sido lo más in en cada temporada. Puede que el mundo de la ropa y los coches siga siendo para mi un universo desconocido por que en realidad me resultan un latazo.

    Queremos sentir el poder que da creer que el fulgor de las estrellas nos calienta pero lo que nos calienta es el reflejo de los focos que apuntan a la fama.
    Hoy te ha salido un artículo de nivelazo, Mae :p

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  4. ¡Gracias por el pirop-azo! XP

    Es difícil ser indiferente a la moda -si tienes un mínimo interés-, está por todas partes y en internet los blogs más visitados y más creados son los dedicados a ella o eso parece.

    A mí me interesa relativamente, me gusta estar mentalmente al día pero no me gusta nada hacer la cosas como borregos.
    Es de locos, si haces caso de lo que dicta la moda te arruinas. El invierno que viene tendrías que estar tirando la ropa nueva del anterior. No siempre todo lo que se lleva queda bien a todo el mundo, pero hala, ahí que se empeñan algunas y algunos haciendo vista gorda a cómo les queda. Al final puedes acabar más disfrazado que en la noche de Halloween.

    Manolo García decía que él no pagaba por hacerle la publicidad a nadie y que le quitaba a la ropa todas las etiquetas que den señales de que es algo de marca.
    A mí me parece muy rústico eso de presumir de llevar un Calvin Klein o un D&G. Si la calidad es buena o esteticamente es bonito ya se ve no hace falta que lo cacarees como una gallina.

    La moda es dictadora y selectiva porque realmente queda bien a los cuerpazos. Encima tienes que oir en la tele que ya hacen desfiles para tallas grandes, ¿y cuál crees que consideran grande? Una 40. Juas.
    En fin, que a veces pienso que los diseñadores viven en el país de los elfos y sus clientes son elfos y hadas.

    A mí me suelen gustar las cosas "de moda" cuando ya no las lleva nadie. :P

    Lo de los pijeríos verbales, pues eso, que están por todas partes, y en internet se ven como setas...¡Y qué rabia me dan!

    Un besote
    P.D.: Jeje, yo a las entradas también las llamo "artículos" de vez en cuando.

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